En conmemoración de Chiara en las orillas del Bósforo

En Turquía, la presentación de los primeros dos libros de Chiara Lubich traducidos al griego, en ocasión del 7° aniversario de su nacimiento en el cielo. Las palabras del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé.

Estambul. El Patriarca Bartolomé es el anfitrión en la iglesia ortodoxa de Aya Strati Taksiarhi. La cita involucra a más de cien representantes del mundo ortodoxo y católico, en ocasión del 7° aniversario de la fundadora de los Focolares, Chiara Lubich. Entre otros están presentes los metropolitas Ireneos, Apostolos y Elpidophoros; dos archimandritas, el Padre Vangeli, quien tradujo del griego al turco, y el Gran Archimandrita Vissarion. No faltan el arzobispo de los armenios católicos, Levon Zekiyan y el obispo católico, Louis Pelatre. La lingüista María Caterina Atzori, del Centro de estudios de los Focolari, presenta los textos de Chiara traducidos al griego. El moderador es el periodista Nikos Papachristou de Atenas.

«A lo largo de los siglos, la divina epifanía del Señor se ha manifestado de muchas maneras, para que la humanidad comprendiera las cosas de Dios». Así empezó el Patriarca su discurso, después de haber introducido el encuentro con una oración por Chiara, entonando el himno al Espíritu Santo. «Él no se ha cansado de hacer surgir entre nosotros santos varones y santas mujeres, quienes con su ejemplo, con su amor basado en la filantropía divina y con la palabra inspirada por el Espíritu Santo, siguen impulsando una “metanoia”, una conversión del corazón para toda la humanidad doliente».

En su discurso delineó la figura espiritual de Chiara, en calidad de testigo directo de los encuentros entre ella y el Patriarca Atenágoras: «Cómo no reconocer la Sabiduría de Dios en la obra bendita que nuestra hermana Chiara ofreció a nuestras Iglesias, a nuestras Sociedades y a todos los hombres de buena voluntad. Nuestro amado Predecesor (…) la llamaba cariñosamente Tecla, la discípula de Pablo, aquélla que es igual a los apóstoles».

Luego recordó las etapas más importantes del camino de espiritualidad que ella abrió en la iglesia y no sólo: «Chiara respondió al llamado de Dios con docilidad, haciéndose en todo semejante a su Maestro, pero sobre todo dejándose forjar como vasija que ofrece caminos de salvación, con el fin de llevar a todos hacia Cristo. Gastó su vida en la búsqueda de vías de encuentro y diálogo con todos, caracterizada por el profundo respeto hacia toda cultura en la que sabía conducir el camino del encuentro, del conocimiento recíproco y de la colaboración recíproca».

«Chiara Lubich empezó su trayectoria de vida, dedicada al Señor, en medio de los sufrimientos de la guerra. En esos sufrimientos revivió a Cristo crucificado y abandonado y comprendió que no hay Resurrección sin pasar a través de la caída. Y el sufrimiento de Cristo se convirtió en su personal sufrimiento, pero nunca en desesperación».

«Su vida se caracterizó por una pasión por la Sagrada Escritura, que en ella se volvió Palabra fundante, viva, exultante. Vivió radicalmente el mandamiento del Señor. “(…) así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros” (Jn.13,34) hasta contagiar innumerables personas, distintas entre ellas, pero unidas en un ideal concreto de comunión.

Chiara fue siempre hija fiel de su Iglesia. Y en esta participación convencida, sintió el drama de la división, de la imposibilidad de participar al mismo Cáliz.

Percibiendo el grito de dolor por la división, se donó totalmente carisma de la unidad, haciéndose instrumento en las manos de Dios para encontrarse tanto con los jefes de las iglesias como con los simples fieles. Pero no se detuvo ahí: impulsó, exhortó, invitó, propuso encontrar caminos nuevos de comunión».

«Chiara nutría un amor muy especial por la Santa y Divina Eucaristía del Señor. En ella se podía percibir el don de amor de Aquél que se ofreció una vez y para siempre, para atraer al hombre hacia Él. Podríamos afirmar que en ella se forma una consciencia eucarística de la unidad». «Podemos además identificar otro aspecto en la obra de Chiara: la unidad desde la Trinidad, que a través de la Eucaristía, pasa a la familia. (…) Es el lugar en el que puede resplandecer el amor recíproco que une naturalmente a sus miembros. (…). Es en este contexto que la unidad de la familia humana se entrevé en todos sus aspectos, en la sociedad, en la política, en la economía, en el respeto de la obra de Dios por cada uno de nosotros individualmente y en toda su maravillosa creación. El mensaje y la obra de Chiara por tanto, resultan ser cada vez más actuales, sobre todo en el contexto mundial en el que estamos viviendo».

Resulta por lo tanto especialmente grato «el don que el Movimiento de los Focolares ofrece hoy, presentando en idioma griego la obra de Chiara Lubich. Lo acogemos como un don entre hermanos, que seguramente permitirá también al público griego, al fiel greco-ortodoxo, apreciar este maravilloso mensaje de unidad y amor».

Finalmente se dirigió a Chiara pidiéndole que intercediera «para que pueda surgir pronto el alba de un nuevo día para esta humanidad herida y dividida y que los sentimientos por los que ella gastó toda su vida, produzcan abundantes frutos, allá donde hoy no vemos sino tinieblas y martirio de sangre».

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