Ilustrado con el mensaje profético de Isaías 43, y el Tabernáculo del Testimonio.
Una enseñanza de Juan Radhamés Fernández.
Dios nos va a hablar hoy de adoración y de tres maneras de ofrendar y ministrar a Dios. Voy a hacer una ilustración muy conocida antes de exponer la enseñanza. Quiero ilustrarlo con el mensaje profético de Isaías 43, y con el Tabernáculo del Testimonio, que tenía el Atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Puede visualizarse como la ley del embudo: amplio el Atrio, se reduce en el Santo y más reducido en el Santísimo.
Los hijos llamados conocen, creen y entienden a Dios y serán sus testigos (Isaías 43:5-12).
En el Atrio se cree a Dios
El Atrio es para todos y en el Atrio se le cree a Dios. Para venir a Dios, todos recibimos la fe para creerle. De hecho, la luz del Atrio es el sol que sale para todos, justos e injustos. El sol nos habla de salvación. Al Atrio venía todo el pueblo a adorar trayendo sus ofrendas, el sacerdote las tomaba y ministraba presentando sacrificio delante de Dios. Todos podían participar en el Atrio como figura de que la salvación es para todos ya que el sol ilumina a todos.
En el Lugar Santo se conoce a Dios
El Lugar Santo puede representar la obra redentora de Cristo con la justificación y la santificación. Al Lugar Santo ya no entraba todo el pueblo, sino solamente los sacerdotes de la Casa de Aarón que ministraban a Dios, lo que nos habla de que conozcan a Dios los que vienen a salvación por la fe. Todos creen a Dios, pero muy pocos conocen a Dios.
En el Lugar Santo la luz es distinta, ya no es la luz del sol, sino que es la luz del candelero que se enciende con aceite, como figura del Espíritu. En el Lugar Santo el número se reduce, eso es conocer a Dios sin restar importancia a la fe, ya que cada departamento del Tabernáculo tiene sus exigencias. La fe es un don de Dios y todos la reciben, mientras que el conocimiento es un caminar con Dios, es una experiencia con Dios y no todos tienen la disposición, madurez, entusiasmo ni convicción para conocer a Dios porque no están dispuestos a pagar el precio.
El número se reduce en el Santo porque son más los que le creen a Dios y menos los que conocen a Dios. Ese no es el plan de Dios porque Su plan (y eso es a la vida eterna) es que le conozcan a ÉL el único Dios verdadero y a Jesucristo a quién ÉL ha enviado. La promesa del Nuevo Pacto, dicha por Jesús citando a Isaías es: todos me conocerán, todos serán enseñados por Dios (Juan 6:45).
En el Lugar Santísimo se entiende a Dios
El Lugar Santísimo puede representar la glorificación de Dios. Solamente un hombre, una vez al año, entraba en el Lugar Santísimo que es donde a Dios se le entiende. Naturalmente que para entenderle hay que conocerle, porque son etapas. Comenzamos creyendo, luego entramos a un proceso de conocerle y, cuando ya le conocemos bien, llegamos a un nivel de conocimiento de Dios en que ya somos amigos de Dios y tenemos una experiencia hermosa con ÉL.
Entendimiento es cuando sentimos y pensamos como ÉL. Por eso Jesús dijo: ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer (Juan 15:15).
Entonces, cuando llegamos a la etapa del entendimiento llegamos al Santísimo. La luz en el Santísimo es la gloria shekinah. Nosotros decimos: Dios es luz y habita en luz inaccesible. Pero en uno de los salmos dice que ÉL habita en la oscuridad (Salmo 97:2). Cuando el salmista habla de la oscuridad está hablando del Lugar Santísimo. La luz del Atrio es el sol, la luz del Santo es el candelabro, pero en el Santísimo es la luz shekinah que no estaba ahí como una bombilla, encendido todo el día; la shekinah estaba dentro del propiciatorio, guardada debajo de la tapa. Cuando el sacerdote entraba, estaba muy oscuro y tenía que sentarse y esperar que ÉL quisiera brillar. No es que la shekinah salía cuando el sacerdote quería que saliese, sino cuando Dios se quería manifestar.
A Dios no le impresiona la ofrenda, sino el corazón
La ofrenda tiene una expresión del corazón. Cuando Dios mira a la ofrenda no mira la ofrenda, sino el corazón del adorador. Una ofrenda agrade a Dios es darle lo que es digno de ÉL. Por ejemplo, una ofrenda de amor le agrada porque Dios es amor; una ofrenda santa le agrada porque Dios es santo; una ofrenda justa le agrada porque Dios es justo; una ofrenda generosa le agrada porque Dios es generoso. Dios mira el corazón y luego mira la ofrenda. La ofrenda tiene que armonizar con el corazón porque la ofrenda es simplemente la expresión del corazón y, si no armoniza, Dios no la acepta. A Dios no le impresiona la ofrenda, le impresiona el corazón.
Dios no cuenta los corazones, Dios los pesa y los mira, y ve si armoniza con la ofrenda. Dios mira y ve si armoniza con el corazón. Si expresa algo puro y genuino que está en armonía con lo que ÉL es, entonces Dios acepta la ofrenda.
Los tres niveles de ofrendaLa ofrenda del Atrio es por fe y es voluntaria
La ofrenda de Abel es la ofrenda del Atrio, porque es una ofrenda que Dios no pidió, es una ofrenda voluntaria, es una ofrenda de fe porque Abel creyó a Dios. Entonces, cuando traemos la ofrenda, Dios mira nuestro corazón y después mira la ofrenda. Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Eso nos habla de que primero vio Dios a Caín y luego vio la ofrenda, porque Dios no mira la ofrenda, sino el corazón del adorador. La ofrenda del Atrio es la ofrenda que yo decido darle a Dios sin que Dios me la pida, es una expresión voluntaria de mi corazón para expresarle algo a mi Dios, como gratitud, admiración, respeto u honra.
En Génesis 8:13-22 la ofrenda de Noé fue como la de Abel, Dios no le pidió que ofrendara. Cuando Noé salió del arca, dio una dádiva de tributo a Dios: admiración y gratitud. Dios vio la intención del corazón de Noé y se agradó con su ofrenda voluntaria y dijo: conozco tu corazón, está en armonía conmigo, tu ofrenda es algo puro de tu corazón, es una manera de festejar, celebrar, estimar y agradecer las obras que Yo he hecho. De misericordia con la humanidad te digo que olfateo tu ofrenda y es grata para mí, la voy a recordar, la voy a poner en el libro de mis memorias y nunca me voy a olvidar de tu ofrenda. Por tu causa voy a bendecir a la humanidad, voy a retener mi ira y nunca más me voy a airar de esta manera. Todo lo contrario, le voy a dar al hombre las cuatro estaciones por causa de esta ofrenda. Así, Dios se agradó de una ofrenda voluntaria que salió de un corazón que quería alabar a Dios, de una ofrenda de fe.
En el Atrio creemos a Dios y por fe le damos lo que Dios no nos pide, sino lo que nosotros queremos darle. Podemos mencionar las ofrendas de Abraham, Isaac, Jacob y otros como ofrendas voluntarias que Dios no les pidió y que fueron ofrendas de fe.
La ofrenda del Lugar Santo es la que Dios nos pide.
En el Lugar Santo ya cambian las cosas y no le damos a Dios lo que queremos, sino lo que Dios nos pide:
Los diezmos entran en esta categoría porque es algo que Dios pide. Cuando diezmas estás reconociendo a Dios como el dueño, poseedor y dador de todas las cosas. Cuando diezmas, tu corazón reconoce que ÉL es el dueño del oro y la plata, del mundo y su plenitud. Nuestra oración al diezmar es: Señor, Tú eres mi proveedor, Tú me has dado y de lo recibido de tus manos te doy, aparto las décimas y primicias para que haya alimento en tu Casa, yo te creo y te obedezco y te traigo la porción que Tú santificaste para tu Casa. Con los diezmos se adora porque es una manera de reconocer a Dios, de darle tributo por ser el proveedor, el benefactor y el dueño de todas las cosas.
Deuteronomio 10:12 Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. Para la Iglesia esta es la mayor ofrenda y siempre predicamos que esto es lo máximo que Dios pide de nosotros. Este versículo es el máximo mandamiento de la ley en cuanto a la demanda de Dios al hombre. ¿Puede haber algo más grande que temer a Jehová en nuestra relación con ÉL, andar en sus caminos, amarlo y servirlo? Este versículo contiene todo lo que Dios pide al hombre, sin excepción: amar, temer, obedecer y servir. Es lo máximo de lo que Dios nos pide.
Miqueas 6:6-8 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante ÉL con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, ÉL te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Hoy el énfasis de la ofrenda en la Iglesia es la cantidad; los comerciantes del púlpito usan mucho la cantidad para manipular a la gente y llenar las arcas para luego tomar de éstas la porción de ellos. Su predicación no es tanto porque están interesados en la bendición para el pueblo, sino porque hay avaricia en su predicación, por lo que su énfasis es la cantidad.
La cantidad es importante cuando en tu corazón quieres tributarle una dádiva de gratitud a Dios con una cantidad que, según tu corazón, está de acuerdo con la manera en que Dios te ha bendecido. Si quieres expresar con la cantidad, honras a Dios por la cantidad de acuerdo con tu corazón, pero si la cantidad la das porque quieres negociar con Dios, no puedes porque no se puede sembrar con relación a Dios, se siembra para el hombre. Cuando Pablo habla de sembrar, se refiere a dádivas para los santos de Jerusalén (1 Corintios 16:1-4). En el Antiguo Testamento dice que el que da al pobre le presta a Jehová y hay una promesa para el que es generoso con los demás. Cuando se trata de Dios, NO hay siembra porque Dios es el dueño de la tierra, la semilla y la producción. Dios es el dueño de todo, nosotros no ponemos nada y ÉL es el que siembra todo.
¿Cómo es eso de que nosotros vamos a sembrar si ÉL lo siembra todo? Algunos dicen “vamos a ser socios con Dios”, pero ÉL es el que aporta todo. Estas son tretas que inventamos para manipular a la gente, porque a Dios se le da por amor, obediencia, fe, y por todo lo genuino y NUNCA para comprar sus dones, porque eso es una afrenta a Cristo y a su sacrificio, porque ÉL compró todo para nosotros. Debemos llegar a decir como Pablo: “todo es vuestro, y vosotros de Cristo y Cristo de Dios” (1Cor.3:23)
A Dios no podemos impresionarlo con millares de carneros o con diez mil arroyos de aceite, porque ÉL no se impresiona con nada nuestro. Lo máximo en cuanto a lo que Dios pide de nosotros en nuestra humanidad es: temer a Jehová, andar en todos sus caminos, amarlo y servirlo (Deuteronomio 10:12) y hacer justicia, amar misericordia y humillarse ante Dios (Miqueas 8:8). Esta es la ofrenda del Lugar Santo de aquel que conoce a Dios. Estos dos textos expresan y escudriñan profundamente el corazón del hombre porque nos dicen lo máximo que Dios pide de nosotros.
La ofrenda del Lugar Santísimo es la ofrenda Jehová Jireh
En el primer nivel de ofrenda (Atrio), le damos a Dios lo que nosotros decidimos y queremos darle. En el segundo nivel de ofrenda (Lugar Santo), le damos lo que Dios pide de nosotros, lo cual es superior a lo que nosotros decidimos darle. De hecho, para lograr esta ofrenda, Dios tiene que pedirla y demandarla, porque si no, no la encuentra. A veces creemos que le estamos dando mucho a Dios y que somos muy generosos, que estamos muy entregados, sin embargo, ÉL nos dice que conoce nuestro corazón y que es hermoso lo que queremos darle, pero que ÉL nos va a pedir todo lo que entiende que es nuestra capacidad de acuerdo con lo que ÉL ya nos da dado. No hay manera que se pueda servir a Dios mejor de lo que Dios pide. La ofrenda del Lugar Santo es lo que Dios pide, que es lo máximo que nosotros podemos darle.
La ofrenda del Lugar Santísimo
Toda la exposición anterior es para llegar a describir la ofrenda del Lugar Santísimo:
Génesis 22:1-8 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham, y él respondió: heme aquí. Y dijo: toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que Yo te diré.
Dios probó a Abraham; según lo que hemos estudiado en esta predicación, ¿esa ofrenda era del Atrio o del Lugar Santo? Del Lugar Santo, porque Dios se la pidió. En un acto, en un pedido de Dios. ÉL le estaba enseñando Deuteronomio 10:12 a Abraham: amarás a Jehová tú Dios, temerás a Jehová tú Dios, servirás a Jehová tú Dios y andarás en Sus caminos. En un acto de dar a su hijo, lo que Abraham más amaba, Dios le estaba pidiendo lo mismo que dice en Miqueas 8:8: hacer justicia, amar misericordia y andar siempre humillado delante de ÉL. Siempre hablamos de estos versículos como lo máximo que se le puede dar a Dios y es verdad.
Génesis 22:9-12 Y dijo: no extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
Como Abraham estaba decidido a ofrecer a Isaac en holocausto no tuvo que hacerlo, porque es una gran verdad que a nadie Dios le va a pedir totalidad si esa persona le ha dado ya su corazón, porque el que tiene el corazón lo tiene todo. Por eso Dios quiere el corazón y lo pide para tener la totalidad de la persona. Hay personas que dan la totalidad pero que no dan su corazón. Cuando Dios ve que tú quieres darle tu corazón, ya no te pide a tu hijo y te dice que no tienes que darle nada, porque ya tiene tu corazón, ya no tienes que demostrarle nada, y ÉL te dice que le basta porque ya conoce tu corazón. Terminó de darle Abraham a Dios todo lo que ÉL pedía y con ello terminó la ofrenda del Santo.
Jehová Jireh, la ofrenda de Dios que sustituye la nuestra
Génesis 22:13-14 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto, se dice hoy: en el monte de Jehová será provisto.
Recordemos que en el Atrio damos a Dios lo que nosotros queremos, en el Santo lo que Dios pide de nosotros y, ¿qué le damos en el Santísimo? Le damos, no lo que nosotros queremos, no lo que Dios nos pide, sino lo que no tenemos, pero que sí lo tiene Dios, lo que sustituye, lo que no le podemos dar. Jehová Jireh es la ofrenda de Dios que sustituye a la nuestra, lo que no tenemos. Generalmente cuando hablamos de Jehová Jireh hablamos de prosperidad: Jehová Jireh que me da una casa o un auto o cualquier otra cosa. Cuando la Biblia revela a Jehová Jireh no se refiere a darnos prosperidad, sino a dar una ofrenda que no podemos dar, pero que Dios quiere que se la demos, es una ofrenda que sustituye a la nuestra. La expresión bíblica de Génesis 22:13 dice: y lo ofreció en holocausto en el lugar de su hijo. La ofrenda Jehová Jireh es aquella que sustituye a la nuestra, es la ofrenda que sustituye la que ÉL te pide.
Jehová Jireh es la ofrenda que Dios se da a sí mismo y es la que no podemos darle. Eso es lo que Jesús dijo cuando entró triunfante a Jerusalén y el pueblo tiraba palmas y mantos a su paso y el Padre le estaba glorificando. Jesús se paró y dijo: Padre, glorifica tu nombre, glorifícalo al nivel tuyo, glorifícalo como Yo no lo puedo glorificar, date a ti mismo lo que Tú mereces, porque Yo no te puedo dar Jehová Jireh (Juan 12:28). Jehová Jireh es la ofrenda donde Dios toma de ÉL para glorificarse a sí mismo. Nadie puede glorificar o agradar mejor a Dios que ÉL mismo. Por eso Jesús decía: Padre, glorifica tu nombre porque nadie puede glorificar a Dios más que Dios mismo.
Esta es la dimensión de adorar en el Espíritu, a la que la Iglesia le cuesta entrar, no porque no puede o no sabe, sino porque no está dispuesta, porque en esta dimensión ya no somos nosotros quienes manipulamos, controlamos o decidimos. En esa dimensión, decide Dios, controla Dios; ahí yo no me uso, Dios me usa; yo no hablo, Dios habla; yo no controlo, Dios controla; yo no guío, Dios guía. Eso es lo difícil.
Un cántico en espíritu es una ofrenda Jehová Jireh. Muchas veces estamos cantándole al Señor y ÉL nos toma la lengua. Cuando yo canto en Espíritu no soy yo el que canto, es Dios que canta en mí, es Cristo en nosotros, es ÉL tomando control de la ofrenda. Nadie adora al Padre sino Jesús y nosotros en ÉL. ¿Conocen la oración en Espíritu? Romanos 8:26 dice: pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Por ejemplo, cuando yo comencé a orar en la luz del Espíritu, yo me maravillaba porque comenzaba a orar por Israel sin tener ningún sentimiento por Israel, llorando, gimiendo, con lágrimas, con palabras extrañas y con unos lamentos desconocidos para mí, utilizando ejemplificaciones bíblicas, metáforas, símiles y comparaciones, ni siquiera mi lenguaje. Yo no lo entendía, ahora entiendo que detrás de nosotros hay un Carnero trabado. Cuando estemos adorando y llegando hacia el Santísimo, démonos la vuelta y veamos dónde está Jehová Jireh, porque ÉL está a las espaldas, listo para proveer esa ofrenda que nosotros no tenemos y que Él se quiere proveer para que con ella le adoremos.
Bendecimos la ofrenda del Atrio, porque Jehová quiere ofrendas voluntarias. Bendecimos la ofrenda del Santo, porque Jehová pide que tú le des lo que quiso darle Abraham: temerle y amarle. Pero la más importante es Jehová Jireh, que es la ofrenda que sustituye a la mía: cuando yo me callo y Dios sigue adorando; cuando yo desaparezco y Dios comienza a brillar; cuando yo pierdo el control y Dios lo toma. En el Santísimo no hay control, no es por tus méritos ni justicia, porque cantas bonito ni porque compones lindas canciones. El que administra la ofrenda en el Santísimo es Dios, el que provee la ofrenda en el Santísimo es Dios. En el Santísimo dejo de ser para que Dios sea en mí. Ahí terminan mis obras y comienzan las de Dios, allí dejo de obrar y entro en su reposo.
Nada agrada más a Dios que lo que ÉL se provee para sí mismo. Cuando estás adorando, todo el esfuerzo del adorador sabio debe estar en decirle: Señor, dame tu ofrenda, Yo te quiero adorar no con mi ofrenda sino con tu ofrenda. Jehová Jireh es la ofrenda provista por Dios para glorificarse a sí mismo. Sólo lo que es como Dios y lo que procede de Dios agrada a Dios. Por eso, nadie puede glorificar a Dios más que Dios mismo, porque ÉL es perfecto y lo que ÉL se da a si mismo es perfecto. Por eso Jesús agradó al Padre porque era igual a ÉL en todas las cosas. Dios estaba en Cristo y Cristo era de la misma naturaleza que el Padre, la esencia misma de su gloria.
Algunos pensamientos de Dios
En el Atrio doy a Dios lo que tengo, en el Santo doy a Dios lo que soy, en el Santísimo Dios se entrega totalmente como ofrenda para su propia gloria. En el Santísimo recibo lo que Dios ES, no lo que yo soy ni lo que yo tengo, sino lo que ÉL tiene y lo que ÉL es.
En el Atrio doy, en el Santo me doy, en el Santísimo Dios se da y es el que da. ¿Qué es la ofrenda Jehová Jireh? Jehová proveerá. Esta ofrenda consiste no en lo que yo le doy a Dios, o lo que ÉL pide de mí, sino lo que ÉL provee de ÉL mismo para que yo se lo ofrezca en lugar de mi ofrenda.
Vino Abraham y le dio a su hijo, lo que más amaba y le dijo Dios: tú diste lo que más amas, ya entraste en mi dimensión y, por cuanto no me rehusaste a tu hijo, lo que tú más amas, ahora Yo voy a poner el mío en lugar del tuyo. Y Dios nos entregó el Unigénito lleno de gracia y verdad. En otras palabras, cuando le damos a Dios lo que más amamos, ÉL nos da lo que ÉL más ama. Nadie tendrá una ofrenda Jehová Jireh si no le da el corazón a Dios. Nadie entrará a su dimensión si no le da lo que ÉL pide: amarle, temerle, andar en sus caminos y servirle.
Génesis 22:15-17 Dios le dijo a Abraham: por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré.
En otras palabras, me diste la totalidad tuya, ahora te doy la totalidad mía.
Cuando Dios vio que Abraham no le rehusó lo que ÉL pidió, lo que Abraham más amaba, entonces Dios sustituyó esa ofrenda por la de ÉL. La ofrenda Jehová Jireh consiste en que Dios te pide lo que más amas y luego la sustituye por lo que ÉL más ama. ÉL nos pide lo mejor nuestro y luego lo sustituye por lo mejor de ÉL.
Se necesita más tiempo para preparar una ofrenda que para ofrecerla. Jesús demoró 33 años preparándole una ofrenda y la dio en un día en la cruz. Entonces, antes de venir el domingo a la Congregación, tienes que pasar la semana preparando tu corazón para traer tu ofrenda a Dios. No podemos llegar a última hora, sino que tenemos que venir preparando la ofrenda. Se pasa más tiempo preparando la ofrenda que ofreciéndola.
Voy a decir varios pensamientos sobre Jehová Jireh de diferentes maneras y desde diferentes ángulos.
- Jehová Jireh es Dios ofrendándose a sí mismo, ya no soy yo ofrendándole a Dios, sino que es Dios ofrendándose a sí mismo en mi ofrenda, porque me la da para que yo le dé mi adoración.
- Jehová Jireh es Cristo, porque es Dios ofreciéndose a sí mismo para Él mismo en sustitución de nosotros.
- Jehová Jireh es Dios dándose a sí mismo lo que tú no puedes darle, lo que nosotros no poseemos para ofrecerle.
- Jehová Jireh es lo mejor de Dios sustituyendo lo mejor nuestro.
- Jehová Jireh es Dios ofreciéndose a ÉL mismo su totalidad, para sustituir la nuestra.
- Jehová Jireh es el corazón de Dios sustituyendo el nuestro. En el Santo se da el corazón, cuando entras al Santísimo dice Dios: deja tu corazón ahí, porque ahora Yo te doy el mío, por cuanto ofreciste tu corazón, Yo te ofrezco el mío.
- Jehová Jireh es la entrega de Dios sustituyendo la nuestra. Dios quiere que nos entreguemos totalmente en alma, cuerpo y espíritu. Cuando estamos así entregados, rendidos y orando, ÉL nos dice: quita tu entrega, que ahora Yo me voy a entregar. Jehová Jireh es el amor de Dios sustituyendo el nuestro, porque en el Santo le damos el amor que pide Jehová.
- Jehová Jireh es Dios dándose a sí mismo, lo que ÉL sabe que nosotros no podemos ofrecerle.
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