Virgen del Valle: Testimonio de jóvenes adictos recuperados y bendición de ambulancias

Virgen del Valle: Testimonio de jóvenes adictos recuperados y bendición de ambulancias

En el marco del septenario en honor a Nuestra Madre del Valle, los trabajadores de la Salud homenajearon a la Virgen Morena durante una misa presidida por el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc.

El prelado los animó a llevar a cabo la misión que se les ha confiado con generosidad y fidelidad. Antes de impartir la bendición final, el obispo llamó a miembros del grupo Cenáculo, jóvenes adictos recuperados que dieron testimonio de esperanza a quienes padecen este flagelo. También bendijo las ambulancias y a los trabajadores que las conducen para socorrer a los enfermos.

En el marco del septenario en honor a Nuestra Madre del Valle, los trabajadores de la Salud homenajearon a la Virgen Morena durante una misa presidida por el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, y concelebrada por el vicario general, presbítero Julio Quiroga del Pino, y el responsable diocesano de la Pastoral de la Salud, presbítero Antonio Bulacio. 

Participaron de esta celebración eucarística autoridades del Ministerio de Salud provincial, encabezadas por la ministra, doctora Noemí Villagra, personal de los hospitales, sanatorios, clínicas, institutos de salud, Círculo Médico, Colegios de Auxiliares de la Medicina, de Médicos, Farmacéuticos, Odontólogos, Kinesiólogos, Anestesistas, Psicólogos, Bioquímicos, etc., SAME, PAMI, OSEP, Pastoral de la Salud, Pastoral de Adicciones y Servicio Sacerdotal de Urgencia. 

En la homilía, monseñor Urbanc agradeció su presencia en estas honras a Nuestra Madre del Valle. También les hizo llegar su saludo y bendición “a todos los que no pudieron venir, pero que desde sus lugares nos acompañan con la oración” y destacó que “el tema que se nos propuso meditar este día afirma que el bautismo es fuente de vida y que confiere una identidad propia a los laicos”. 

Al explicar el Evangelio, en el que Jesús invita a un fariseo piadoso a un nuevo nacimiento o conversión, el prelado animó a los presentes a pedirle a la Virgen del Valle “que nos ayude a tomar conciencia de nuestra condición de nuevas creaturas por la gracia del Bautismo, y a que llevemos a cabo la misión que se nos ha confiado con generosidad y fidelidad”. 

“No dejemos pasar esta oportunidad, puesto que ninguno sabe si tendremos otra en la que Dios nos ilumine y favorezca, a fin de que nos arrepintamos de la desidia, la indiferencia, la cobardía o la comodidad, y renovados con la fuerza de su amor pascual nos decidamos a ser auténticos testigos de su presencia viva en el mundo”, subrayó. (Texto completo de la homilía) 

Posteriormente, en la procesión de ofrendas, se acercaron al altar los dones de pan y vino junto con una gran cantidad de ofrendas de las distintas dependencias, secretarías y lugares de trabajo del ámbito de la salud, que serán destinados a los hermanos más necesitados y a los peregrinos que llegan a los pies de la Madre del Valle. 

Testimonio de adictos recuperados 

Antes de impartir la bendición final, el obispo llamó al presbiterio a miembros del grupo Cenáculo, jóvenes adictos recuperados que se encuentran en la diócesis dando su testimonio de esperanza a los jóvenes que se encuentran en situación de riesgo y a los que padecen adicciones. 

La tarea evangelizadora del grupo Cenáculo fue presentada por uno de los jóvenes recuperados y monseñor Urbanc pidió a los presentes rezar para que esta institución internacional pueda tener una sede en Catamarca, donde tantos niños y adolescentes sufren el calvario y la muerte por las drogas. 

“El papa Francisco quiere que ellos puedan tener una casa aquí y el Obispado ya donó el terreno, sólo falta que recen mucho a la Virgen”, expresó monseñor Urbanc, y agregó que “estos chicos han resucitado, estaban peor que los muertos y Jesús los resucitó, ahora ellos tienen la tarea de llevar a Jesús para dar vida en abundancia como discípulos misioneros”. 

Al finalizar la misa, el Obispo bendijo las ambulancias y a los trabajadores que las conducen para socorrer a los enfermos, para que siempre estén protegidos por la Madre del Valle en su noble tarea.

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