Las iglesias evangélicas amplían su influencia en los barrios y capturan la atención de la política

Las iglesias evangélicas amplían su influencia en los barrios y capturan la atención de la política

El templo Tiempo de Renuevo, de Tigre, combina religión con ayuda social; es parte de un fenómeno en expansión que mostró su poderío en las marchas contra el aborto 

La autopista Panamericana asoma a pocos metros de esta esquina de Benavídez, partido de Tigre. Es la calle Chilavert al 100 y el paisaje muestra un amplio local que va poblándose mientras la noche comienza a asomar. Al lado, las columnas apuntaladas por maderas de una obra en construcción muestran que el lugar está en expansión. A una cuadra, una casa para niños que esperan ser adoptados aparece en medio de un extenso terreno y se suma al cuadro de situación. Todo es parte de un mismo proyecto religioso. La iglesia evangélica Ministerio Tiempo de Renuevo está en permanente crecimiento y su caso, si bien es muy significativo, no es para nada aislado en el conurbano bonaerense.

El culto evangélico se expande por el Gran Buenos Aires, donde encuentra tierra fértil. Y es más que fe y alabanzas a Dios en un clima festivo. Pastores y fieles retroalimentan su pertenencia con un trabajo social dedicado a los sectores más vulnerables de la sociedad. Así, aparecen los hogares para niños, los merenderos, los centros de recuperación de adicciones y los espacios para mujeres en situación de violencia. Todo eso convive con las reuniones religiosas en Tiempo de Renuevo, una iglesia evangélica de Benavídez que tiene como pastores al matrimonio de Walter Serantes y Silvia Prado, y por cuyas instalaciones pueden pasar hasta 7000 personas en una semana.

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El poder de convocatoria evangélico quedó plasmado en las calles con la multitudinaria manifestación en el Obelisco que lideraron las iglesias de este culto en contra de la despenalización del aborto , en agosto. Se trata de una convicción de fe que crece y cuyo rol social es valorado cada vez más en la esfera política, que articula esfuerzos con estas comunidades.

El eco político que adquieren las iglesias de culto evangélico se observa en hechos concretos. Como informó LA NACION hace casi tres meses, los ministerios de Desarrollo Social nacional y bonaerense las incluyeron en el circuito de reparto de asistencia alimentaria en zonas claves del conurbano. Valoran la penetración en las barriadas populares que tienen los pastores y sus comunidades. En septiembre, en un hecho que la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (Aciera) juzgó como algo "histórico", representantes de esa asociación fueron recibidos por Jorge Faurie ,ministro de Relaciones Exteriores y Culto .

Con la construcción que están realizando al lado del salón de reuniones de la iglesia, en Tiempo de Renuevo aspiran a ampliar la capacidad del templo en unas 800 personas, calcula el pastor Serantes. En ese salón principal hay un escenario en el que tienen su lugar un coro de 25 personas, músicos, vocalistas y una persona encargada de traducir las palabras de los oradores al lenguaje de señas. El pastor Serantes evalúa que, entre los distintos cultos, los templos evangélicos son los más numerosos y los que más miembros activos tienen. Según datos de Aciera que obtuvo LA NACION, en la provincia de Buenos Aires hay 5000 iglesias evangélicas. Serantes es secretario de la Unión de Asambleas de Dios, que agrupa a mil iglesias pentecostales solo en territorio bonaerense.

 

 

El pastor se acercó a una iglesia evangélica sacudido por la muerte de su padre. Desde ese inicio, su vínculo con este culto creció a la par que fue desarrollándose su propia iglesia, Tiempo de Renuevo. "Fui a la iglesia teniendo 16 años, quedé muy impactado por la alegría de la gente. Un año después, voy a una iglesia y digo: 'Dios, si estás en este lugar, yo te pido que me cambies la vida'. Fue inmediato, no salí igual de ahí. Nunca más fui la misma persona. Empecé a crecer en esto. Pasaron unos cuatro años y la gente empezó a verme como un pastor, aunque yo nunca acepté ese título porque solo quería compartir lo que había encontrado. Todo empezó a crecer, el número de gente empezó a crecer, y hoy es muy grande", explica a LA NACION en el primer piso del local en el que funciona la iglesia. En la planta baja está el salón principal, en el que empiezan a juntarse jóvenes en varios grupos, que hablan sobre sus problemas y oran abrazados, formando círculos.

"La iglesia evangélica tiene un crecimiento exponencial. Tuvimos una campaña hace un mes y unas 1500 personas se convirtieron. Constantemente estamos recibiendo gente que nunca había estado en una iglesia evangélica y que no conoce lo que nosotros profesamos", señala Prado, la pastora del templo de Benavídez. Argumenta que el atractivo de la iglesia es que "es una familia y la gente no tiene familia". Es licenciada en Servicio Social y encargada de las iniciativas sociales del templo. Su fe es herencia familiar. "Mi madre, desde que tengo uso de razón, me llevaba a la iglesia evangélica", recuerda.

Una de las tareas sociales de esta iglesia en expansión es el hogar de niños que funciona a una cuadra del templo. "Desde 2000 somos una asociación civil que se llama Tiempo de Renuevo y, a partir de allí, firmamos un convenio con el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires. Tenemos un hogar convivencial, con chicos de hasta 12 años, mixto. Compramos una propiedad que está a cien metros [de la iglesia]. Es una institución sin fines de lucro, tenemos allí a niños que vienen a través de los juzgados. Somos un lugar de tránsito. De hecho, somos el único hogar convivencial que tiene el distrito de Tigre", destaca Prado.

La inserción barrial de la comunidad de Tiempo de Renuevo es vital en el crecimiento de esta iglesia que cuenta, además del hogar de niños, con un centro de recuperación de adicciones, un local de ayuda para mujeres en situación de violencia, merenderos y realiza recorridas para repartir comida a personas que viven en la calle.

Julio Ronchini cuenta que se recuperó hace más de 30 años de su adicción a las drogas a partir de concurrir a un templo evangélico en José León Suárez. Es el encargado del hogar de lucha contra las adicciones de la iglesia de Benavídez, con 21 chicos en recuperación, que funciona en un predio cercano por el que pagan 14.000 pesos por mes de alquiler, según cuenta a LA NACION en el templo, mientras los rezos de los jóvenes que charlan en grupos aumentan su intensidad.

 

 

El trabajo en carpintería, oficio de Ronchini, es central en su tarea con los jóvenes. Sostiene que existe una crisis de la familia y que es una clave para entender el fenómeno evangélico. "La explosión evangélica va en paralelo con la necesidad. La Argentina no supo conservar lo que nos trajeron nuestros antepasados. En la mesa del abuelo estaba toda la familia; cuando murió el abuelo no estuvo más toda la familia. Eso se rompió, se ha perdido la familia", asegura.

"Llegué a la iglesia desde una vida de prostitución, de la calle, con muchos hijos y sin saber qué hacer", resume Betiana Jaramillo. Hace diez años que es evangélica y tiene a su cargo el Centro Social y Comunitario El Renuevo, que funciona en un local de Ingeniero Maschwitz, donde se brinda contención "a mujeres con embarazos vulnerables y chicas en adicciones". Ella también confirma el avance del culto y lo grafica así, con su trabajo social como punto de referencia: "Siempre se necesita más gente, que se sumen. Y siempre se van sumando más".

Miriam Serantes, hermana del pastor, después de 40 años de trabajo en una empresa aérea se retiró y está a cargo del hogar convivencial, en el que viven 25 chicos. Se alborotan al verla llegar a la casa donde funciona ese centro, que en ocasiones visita un médico que también atiende a la hija menor del presidente Mauricio Macri , Antonia . "Sí, realmente es así", responde la mujer cuando se le pregunta si las iglesias evangélicas están en crecimiento permanente.

"Socialmente, lo que siempre se mostró de la iglesia evangélica es la euforia que tenemos para alabar a Dios y el tema se quedó ahí. Pero nunca trataron de pensar qué hay detrás de cada evangélico. Detrás de cada uno está lo que Dios puso en nosotros, la ayuda al prójimo. No se ha mostrado eso. Esta movilización que se hizo en el Obelisco sirvió para que la gente empezara a averiguar un poco más qué somos los evangélicos", subraya al referirse a la multitudinaria columna evangélica que se juntó el 4 de agosto para rechazar la despenalización del aborto.

 

 

Además del aporte gubernamental por cada chico del hogar convivencial, las contribuciones de los fieles sostienen la estructura en crecimiento de este templo. "Nuestra iglesia no se levantó con sostenimiento económico externo, no vino un empresario, se levantó con nuestro trabajo personal. Se compró un terreno para que un día mandaran a un pastor y nunca lo mandaron, por eso no sé si soy el pastor todavía. Pero la gente nos consideró pastores, la iglesia empezó a crecer y a crecer. Y entre todos empezamos a edificar este lugar", señala el pastor.

"Hoy en día, la iglesia es grande y la ayuda económica sostiene todo lo que hacemos. Cada uno aporta según su deseo, si quiere, y si no quiere lo vas a ver sentado escuchando por décadas. Mi enseñanza sobre lo que nosotros llamamos la participación económica, u ofrenda, es que tiene que ser hecha con el corazón", explica Serantes, que tuvo un puesto importante en Ford (cerca del templo está la planta de General Pacheco de la empresa), pero decidió dejarlo para dedicarse tiempo completo a la iglesia, de la que recibe un sueldo. También pasó por otras actividades, como vender ropa por cuenta propia.

"Bendiciones" es la frase más usada para saludar en el templo. La pronuncian todos los que se van retirando, pasadas las 22, tras participar de grupos de diálogo sobre distintas problemáticas. También saluda Sandro, el portero de la iglesia, que superó adicciones y problemas con la ley por la ayuda evangélica. "Mientras hay vida, hay esperanza. Y la esperanza es Jesucristo", es su frase de cabecera, que pronuncia pausadamente desde su puesto de trabajo.

La apuesta fuerte de los religiosos: entre la fe y el asistencialismo

Centro de reunión. La iglesia evangélica Tiempo de Renuevo está en Benavídez, partido de Tigre. Tiene una gran cantidad de fieles. En una semana pueden pasar por sus instalaciones hasta 7000 personas que participan de las distintas reuniones religiosas, los trabajos solidarios y los grupos de ayuda. El local principal del templo tiene un escenario preparado para albergar un coro y músicos. Al lado, está en marcha una construcción con el objetivo de ampliar la capacidad. A una cuadra del lugar, se levanta un centro para niños.

 

 

Walter Serantes, pastor de la Iglesia: Es el referente de Tiempo de Renuevo, junto con su esposa, Silvia. Cuenta que la muerte de su padre derivó en una crisis que lo impulsó a buscar ayuda en un templo evangélico, a los 16 años. "Acá te encontrás con el del country, el del barrio más bajo, el delincuente. Pero ese fue el papel de Jesús, que no venía a condenar, sino a salvar", asegura. El éxito de este culto se debe, a su criterio, a que "el ser humano tiene un vacío interno que no lo llena con nada, solamente con un encuentro con su creador"Betiana Jaramillo, Centro Social y Comunitario: Tiene a su cargo uno de los desprendimientos de la iglesia evangélica Tiempo de Renuevo. "Se pudo alquilar un local en Ingeniero Maschwitz para trabajar desde fuera de la iglesia con las mujeres con embarazos vulnerables, con chicas en adicciones", explica. En ese local ofrecen distintos cursos de capacitación. Su historia personal con el culto evangélico comenzó con sus abuelos, que la llevaban a distintas iglesias, y ella retomó el vínculo para salir de "una vida de prostitución, de la calle"Julio Ronchini, hogar de adicciones: Administra el espacio que tiene el templo evangélico para jóvenes que están inmersos en adicciones a las drogas y el alcohol. Él mismo se recuperó hace más de tres décadas de su adicción a las drogas. "Llegué a una iglesia evangélica en José León Suárez, había un grupo de adicciones y me hablaron de Jesús. Una señora de 70 años me pidió que le diera mi palabra de honor y que fuera a la iglesia el domingo; fui. Desde ese momento, acepté a Jesús. Nunca más me drogué ni robé", relata a LA NACION

 

La Matanza, bastión de un culto en expansión

Es el distrito más grande del conurbano bonaerense, decisivo en términos electorales y, también, un bastión del avance evangélico. La Matanza tiene unos mil templos dedicados a este culto y un dato particular: el anuncio de la creación de una Subsecretaría de Culto en la órbita municipal, que estará a cargo del pastor evangélico Gabriel Ciulla.

"El culto evangélico es mayoritario no solo en el distrito, sino en el conurbano en general. Estamos alrededor de las mil iglesias en La Matanza. El crecimiento lo atribuimos al Espíritu Santo. La iglesia evangélica predica un Evangelio lo más cercano posible a lo que Jesús predicó, un Evangelio simple, sencillo, sin liturgias que no entiende nadie. La iglesia que Jesús creó no era una iglesia de sacerdotes y laicos", define el pastor Ciulla, en diálogo con LA NACION. Aporta, además, que el distrito tiene "seis escuelas evangélicas".

 

 

Es secretario coordinador de la Junta de Consejos Pastorales de La Matanza y su iglesia, Camino de Vida, está en Laferrère. Ciulla es el elegido para hacerse cargo de la Subsecretaría de Culto en el distrito que gobierna Verónica Magario (PJ). "Estuve con la intendenta el jueves, porque se formó la Mesa del Diálogo Social, y me dijo que después de las Fiestas se iba a empezar a concretar este tema. Hace tres años empecé a establecer una relación con la iglesia católica. Así descubrí que el papa Francisco bajó una línea de que en las bases haya diálogo entre las confesiones religiosas. Me empecé a relacionar con el Obispado de Laferrère y formamos la Mesa del Diálogo entre Cristianos. Y este proyecto de culto lo hicimos consensuado con la Iglesia Católica. Pensábamos que no iba a pasar, pero ahora se está plasmando", resume.

 

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