Aunque el Papa impulsa mayor transparencia, en el Vaticano todavía perduran las intrigas

Aunque el Papa impulsa mayor transparencia, en el Vaticano todavía perduran las intrigas

El auditor nombrado por Francisco asegura que renunció por presión del "viejo poder"

 

por Elisabetta Piqué

No hay nada que hacer. Más allá de la voluntad de reforma y de transparencia de Francisco, en el Vaticano las intrigas siguen estando a la orden del día.

Libero Milone, primer auditor general de la Santa Sede, que en junio pasado había renunciado sorpresivamente a su cargo y sin dar explicaciones, salió ayer a decir públicamente "su" verdad. Ex director mundial de recursos humanos de Deloitte & Touche y experto contable reconocido en todo el mundo, Milone denunció que no renunció libremente, sino que lo obligaron fuerzas del "viejo poder". Y que lo echaron de mal modo, sin dejarlo ver al Papa.

"Creo que el Papa es una gran persona y arrancó (su reforma) con las mejores intenciones. Pero me temo que lo ha bloqueado el viejo poder, que se sintió amenazado cuando entendió que yo podía decirles al Papa y a Parolin (Pietro, el secretario de Estado) lo que había visto en las cuentas", acusó el ex auditor en entrevistas con cuatro medios (Corriere della Sera, Wall Street Journal, Reuters y SkyTg24). "Quería hacer bien a la Iglesia, reformarla, como me habían pedido, pero no me dejaron", lamentó.

Milone, de 69 años, trabajó en empresas como Fiat y Telecom, y se convirtió en el primer auditor general de la Santa Sede en junio de 2015. Con un mandato de cinco años, el puesto había sido creado por voluntad de Francisco en 2014, cuando también había instituido la Secretaría de Economía.

Milone contó que fue maltratado por Domenico Giani, jefe máximo de la Gendarmería del Vaticano, responsable de la seguridad del Papa, que lo habría amenazado con arrestarlo si no firmaba una carta de renuncia ya armada. "Noté un comportamiento agresivo y en un momento el comandante me gritó que tenía que confesar todo. Pero ¿confesar qué, si no había hecho nada?", dijo.

En un comunicado de la Sala de Prensa difundido después del mediodía, el Vaticano, evidentemente molesto con las declaraciones, respondió esa pregunta. Al margen de lamentar que Milone hubiera roto el acuerdo de reserva, en un virtual contraataque lo acusó de haberse excedido en sus competencias -"analizar los balances y las cuentas de la Santa Sede" y de "haberle encargado ilegalmente a una empresa externa que investigara la vida privada de miembros de la Santa Sede".

"Esto, al margen de ser un delito, irremediablemente deterioró la confianza puesta en el doctor Milone, quien, puesto ante sus responsabilidades, aceptó libremente renunciar al cargo", indicó el comunicado.

En sus declaraciones, Milone -que también contó que la gendarmería allanó su oficina y secuestró todos sus documentos admitió haber investigado el posible conflicto de intereses de un cardenal italiano, al que no nombró. Si bien su investigación no encontró nada malo, se mostró convencido de que el Vaticano lo castigó por esa investigación.

Milone contó que intentó varias veces llegar al Papa, sin éxito. "Entendí que me estaban frenando y que lo estaban aislando", dijo. Y aseguró que se decidió a hablar tres meses después de su "traumática" salida porque "desde el Vaticano se filtraron noticias ofensivas" sobre su persona y profesionalidad.

"No podía permitir que un pequeño grupo de poder expusiera por sus juegos turbios a mi persona", dijo. Destacó además que no violó el pacto de recíproca reserva porque nunca habló de su trabajo como auditor general.

En junio último, la misteriosa salida de Milone había sido considerada un revés para el proceso de reforma de las finanzas vaticanas emprendido por Francisco. Milone se llevaba muy bien con el cardenal australiano George Pell, prefecto de la Secretaría para la Economía, también símbolo de esa reforma, que en julio debió retornar a su país para enfrentar acusaciones de abusos sexuales contra menores.

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