Los precios, el dolor de cabeza de la pospandemia de Fernández

El Presidente cree que el frente sanitario está bien. Ahora, es la economía. Iniciativa y diálogo, goles. ¿Los titulares dignifican? La casa, más en orden.

Por: Gabriela Pepe.

 

Alberto Fernández sabe que la suerte electoral del Frente de Todos depende ahora solamente de la economía. Sin sobresaltos por delante en el frente sanitario, el Presidente ordenó concentrar todos los esfuerzos en ponerle un freno al alza del precio de los alimentos, que golpea los bolsillos del electorado. Pero el éxito del plan y de las mesas de acuerdo que el Gobierno puso en marcha esta semana depende, en parte, de la buena voluntad de empresarios y de representantes del campo que, en su mayoría, no simpatizan con el proyecto político oficialista.

“El Presidente siempre dijo que el diálogo es la manera de resolver las diferencias. Ganó la elección como el hombre que podía dialogar y consensuar. Y esta fue la síntesis de esa expresión. En 48 horas quedó demostrada la capacidad de diálogo del Gobierno que busca objetivos concretos”, le dijo a Letra P el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que fue el encargado de encabezar las reuniones que el gabinete económico tuvo con empresarios y sindicalistas.

Semanas más, semanas menos, la Casa Rosada confía en que el plan de vacunación contra el coronavirus estará aceitado y avanzado para cuando llegue al país la segunda ola. De cumplirse con el cronograma para la llegada de las dosis prometidas por distintos laboratorios, el virus habrá dejado de ser un dolor de cabeza para cuando haya que concurrir a las urnas. Por eso, el Presidente tiene la cabeza puesta en la pospandemia y, en particular en la necesidad de “dar respuestas urgentes” ante la inflación.

“Ya somos el Gobierno de la vacuna. Ahora es tiempo de la economía. Hay que resolver el problema de los alimentos”, apunta otro integrante de la mesa chica del Presidente. Con ese objetivo, se propició el encuentro con gremios, formadores de precios y el campo. Una apuesta al diálogo que se exhibió como un triunfo desde el Gobierno, que por primera vez en meses logró imponer su agenda y transmitir la sensación de que trabaja en un programa coordinado para encarrilar la economía.

Junto a las expectativas también aparecieron algunas dudas. “Pareciera que hay buen clima y muestras de buena voluntad pero no te podés confiar. En el dialogo todo bien, pero a los actores ya los conocemos. Esperemos que funcione”, advirtió un funcionario que trabaja codo a codo con Fernández. Pese a las excusas formales que presentaron, al entorno presidencial no le cayó en gracia que los titulares de las empresas faltaran a la reunión del jueves y mandaran representantes. “Quiero creer que las conversaciones son genuinas pero me preocupó que esta vez algunos no fueran porque a las reuniones que convocó Martín Guzmán habían ido”, dijo otro hombre de confianza del Presidente.

En la Casa Rosada minimizaron los faltazos y se concentraron en las victorias. Destacaron la magnitud de las convocatorias y se encargaron de difundir que los empresarios festejaron con aplausos la exposición del ministro Guzmán. Fue un gesto que sorprendió a todo el Ejecutivo y dio señales de que el acuerdo es posible.

En la reunión con el campo, el Presidente también se llevó una sorpresa, cuando los integrantes de la Mesa de Enlace pronunciaron las primeras palabras, que se leyeron como una ofrenda para que el diálogo sea efectivo. “A nosotros no nos conducen ni (Luis Miguel) Etchevehere ni (Ricardo) Buryaile", dijeron en alusión a los exministros de Agricultura del gobierno de Mauricio Macri. Fernández también les llevó prendas de amistad, al incluir en la reunión al canciller Felipe Solá, que el campo considera como interlocutor, y al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, que los invitó a formar parte del Consejo Económico y Social.

Puertas adentro del Frente de Todos, funcionarios y dirigentes tuvieron la percepción de que el Gobierno había puesto en funcionamiento un músculo hasta ahora inactivo. “Mostramos reacción política por fin”, apuntaba un vocero de la Casa Rosada mientras los empresarios desfilaban por los pasillos. La semana había comenzado con el anuncio de la baja del Impuesto a las Ganancias, un centro a la clase media que capitalizó principalmente uno de los socios principales del Frente de Todos, Sergio Massa.

El protagonismo de Massa en el anuncio no conformó a todos. “Una vez que hay una buena noticia para dar, la tendría que haber dado el Presidente”, se quejó un albertista. Otros socios de la coalición lo vieron con buenos ojos. “Está bien que Sergio le hable a ese electorado también. Nos sirve”, dijeron en la Casa Rosada. En el massismo explicaron que fue una jugada coordinada en la mesa del Frente de Todos para que el presidente de la Cámara de Diputados se concentre en el diálogo con el voto blando de clase media, que disputa con Horacio Rodríguez Larreta.  

La política ordenó las definiciones. Después de meses de descanso, la mesa chica del Frente de Todos que forman el Presidente, Cafiero, Massa, Máximo Kirchner y el ministro Eduardo de Pedro volvió a reunirse a principios de febrero. Además de las charlas sobre la posibilidad de suspender las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) previstas para agosto, el quinteto dedicó un tiempo del encuentro a hablar sobre la necesidad de alinear precios y salarios y conversó sobre las medidas a anunciar.

En paralelo, tanto Massa como el Presidente aceitaron su vínculo con Cristina Fernández de Kirchner. La vicepresidenta, De Pedro y Máximo Kirchner comieron un asado el fin de semana pasado en la casa de Massa, en Tigre. El presidente de la Cámara de Diputados estuvo acompañado por su esposa, la titular de AySA, Malena Galmarini y el clima del encuentro fue “muy distendido”. Otra vez, uno de los temas estrella fueron los precios y salarios, a tono con la preocupación que Cristina había planteado públicamente a fines del año pasado en La Plata, con un discurso que le agregó tensión a la relación con el Presidente.

Un mes y medio después, el vínculo fluye con “un diálogo de ida y vuelta” permanente y Cristina pasó del enojo al optimismo. “El contacto con Alberto está muy bien y ella está contenta con algunas cosas que van saliendo”, dice un dirigente que habló con la vicepresidenta en los últimos días. Resta esperar que las mesas de diálogo empiecen a dar resultados concretos, mientras empieza la cuenta regresiva para el primer test electoral. 

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