El "no" plan de Guzmán y los peligros de tropezar en el arranque

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El gobierno intenta hacer base sólida con un programa de emergencia que en la práctica todo el mundo desconoce y que será comunicado dentro de 10 días. La situación es crítica.

 

El gobierno intenta hacer base sólida con un programa de emergencia que en la práctica todo el mundo desconoce y que será comunicado dentro de 10 días. La situación es crítica. El tiempo corre, y ahora en febrero empiezan los vencimientos en pesos más fuertes, una dura negociación de deuda, y a las primeras evaluaciones de los votantes sobre temas tales como inflación, brecha cambiaria, nivel de la actividad y desempleo. Si alguna de éstas cosas no sale, el programa no tendrá sustentabilidad y la crisis de agravará irremediablemente.

¿De qué depende que la crisis se agrave o no? Independientemente de lo que muchos creen que arreglando con los acreedores y la deuda se soluciona todo, la cuestión de fondo (la sustentabilidad del plan de contingencia), dependerá del impacto que tengan en los mercados la claridad de las decisiones de los actores de los cuales depende su presente y su futuro inmediato.

Los 25.000 millones que se perdieron en los últimos meses no se esfumaron, lo tiene la gente. Las Letes , bonos  etc. que no se renovaron. ¿Quién tiene ese dinero? La gente que no volvió a reinvertir y el que los perdió fue el Tesoro Nacional. Los ahorristas que tenían dólares en plazos fijos se los llevaron al colchón, caja fuerte, canuto…etc ¿Quién tiene la plata? De nuevo la gente.

Después están los menos, las personas que compraron para atesorar, pero de nuevo el dinero queda en manos de la gente. Es decir, el dinero no se fue, sino que fue el precio que se tuvo que pagar por la desconfianza de no saber qué es lo que iba a pasar.

El plan de Martín Guzmán  será intentar desandar un camino complejo muy desprolijo, y su consigna (por lo menos de base) es la de no tropezar en el arranque. Es decir, no se hace para que el Gobierno gane un horizonte claro de planeamiento, sino más bien para que en el corto plazo se tenga alguna posibilidad de resolver los problemas estructurales de la Argentina que son los que le darían la sustentabilidad deseada.

Aquí está el punto crucial que definirá el éxito o el fracaso del actual gobierno. El mercado  sabe que el equilibrio para que las cosas salgan bien es delicado, y más que en una receta, pondrá atención en los procesos de solución de problemas que vendrán de aquí en adelante.

Si trazamos una analogía cuando una tormenta nos sorprende en pleno vuelo pero de repente advertimos que en lugar de piloto sale de la cabina un peluquero…¿Cómo se sentiría?. Esto mismo es lo que observarán, la capacidad de resolver los problemas y no de agravarlos.

Renegociar es sólo el comienzo de la entrada a la tormenta. Si entra bien las chances son buenas, si se entra mal podría ser suicida. Luego habrá que manejar las turbulencias para que el BCRA  siga comprando el superávit fiscal que le permita acumular reservas, mostrar solvencia y proveer los pesos necesarios para que la economía fluya con normalidad.

Por otro lado, tendrá que tener la serenidad suficiente para que el dólar  siga en un nivel lógico sin que se atrase, deslizándolo sin que desentone ostensiblemente con la inflación para que el atraso no repercuta y que la brecha con éstos le desestabilice el programa.

Así pues, el mercado será el que pondrá la vara más alta o más baja y comprará o no lo que propone Guzman, en cuánto a si se ha exagerado o no en la cobertura tomada contra transición política (los 25.000 millones que salieron del sistema y están en manos de la gente).

Se verá si reaccionaron o “sobre” reaccionaron ante el miedo o la incertidumbre que les generó el traspaso de mando, y el que compró productos porque no sabía si los iba a reponer los venderá o no, el que compró dólares verá si los quiere vender porque le conviene o no y así.

En definitiva, no hay plan…o el plan es no acelerar la crisis y que en los próximos meses algunos resultados sean tipo premio consuelo como: una tasa de inflación promedio entre febrero y marzo del 3.5% y menos del 3% en adelante, que el nivel de actividad deje de caer y eventualmente remonte un poco.

El desafío no es la gran jugada magistral que nos catapulte a los primeros planos de la economía mundial, simplemente apunta a generar el factor “confianza” que no tiene sustituto en política económica y que el mercado ha perdido completamente. Para eso se necesitará consistencia.

 

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