El Papa: la trata deshumaniza a las víctimas y convierte en animales a los autores

El Papa: la trata deshumaniza a las víctimas y convierte en animales a los autores

Francisco anima a los religiosos comprometidos en el campo. Cada decisión en contra de la realización del plan de Dios es una traición a la humanidad

La trata de personas humanas, sin «duda» un «crimen contra la humanidad», «deturpa la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y dignidad, pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quien la comete». Lo dijo el Papa, quien subrayó que «cada decisión en contra de la realización del plan de Dios sobre nosotros» es un «camino de bajada» que lleva convertirse «en animales».

Francisco encomendó este año las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo a una religiosa italiana activamente comprometida en contrarrestarla trata, sor Eugenia Bonetti. Hoy pronunció un discurso ante quienes participan en una conferencia sobre la trata organizada por la Sección “Migrantes y Refugiados” del Dicasterio vaticano para el Servicio al Desarrollo Humano Integral (del 8 al 11 de abril).

Le notizie più importanti della settimana e non solo. Scopri Top10 e La cucina de La Stampa

Si Jesús ha indicado el «camino de realización» de la humanidad, «en conformidad con la unicidad y la irrepetibilidad de cada uno», el Papa reveló que «desgraciadamente el mundo presente se distingue, tristemente, por situaciones que obstaculizan» esta misión. La «tendencia a la cosificación del otro, que he denunciado en varias ocasiones», en particular, genera, entre otras cosas, la trata de personas, que, «en sus múltiples formas, constituye una “herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea”, una llaga profunda en la humanidad de quien la sufre y de quien la comete. La trata, de hecho, deturpa la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quien la comete, negándole el acceso a la “vida en abundancia”».

«La trata daña gravemente a la humanidad en su conjunto, lacerando la familia humana y el Cuerpo de Cristo. La trata –prosiguió Jorge Mario Bergoglio– constituye una injustificable violación de la libertad y de la dignidad de las víctimas, dimensiones constitutivas del ser humano querido y creado por Dios. Por ello debe considerarse un crimen contra la humanidad: y esto sin dudar –dijo el Papa entre los aplausos de los presentes–, sin dudar. La misma gravedad, por analogía, debe imputarse a todos los vilipendios de la libertad y dignidad de cada ser humano, sea un compatriota o sea un extranjero. Quien se mancha con este crimen daña no solo a los demás, sino también a sí mismo. De hecho, cada uno de nosotros ha sido creado para amar y cuidar al otro, y esto alcanza su culmen en el don de sí. En la relación que instauramos con los demás nos jugamos nuestra humanidad, acercándonos o alejándonos del modelo de ser humano querido por Dios Padre y revelado en el Hijo encarnado. Por lo tanto, cualquier decisión en contra de la realización del plan de Dios sobre nosotros es traición a nuestra humanidad y renuncia a la “vida en abundancia” ofrecida por Jesucristo, es –dijo el Papa– tomar el camino de bajada, descender, convertirse en animales».

En cuanto a la Iglesia, la «misión salvífica de Jesucristo» se hace «evidente en la lucha contra toda forma de trata y en el compromiso tendido hacia el rescate de los supervivientes; una lucha y un compromiso que tienen efectos benéficos también en nuestra humanidad misma, abriéndonos el camino hacia la plenitud de vida, fin último de nuestra existencia», aclaró Francisco, quien también agradeció a los participantes y expresó admiración por las numerosas iniciativas en los que están en primera línea «con el fin de prevenir la trata, proteger a los supervivientes y perseguir a los culpables».

El Pontífice agradeció particularmente a las «tantas congregaciones religiosas que han obrado (y lo siguen haciendo, incluso en red entre ellas) como “vanguardia” de la acción misionera de la Iglesia contra toda forma de trata», recomendando «la coordinación de las diferentes iniciativas pastorales», el compartir experiencias y fuerzas «en una acción sinérgica que involucre a los países de origen, tránsito y destino de las personas que son objeto de la trata», la colaboración con los demás actores políticos y sociales, para poder contrarrestar eficazmente la «cosificación de la persona humana: digamos la palabra, debemos decirla: cosificación, porque esta es la verdad». Bergoglio después animó a todos a preservar en la misión que es «a menudo arriesgada y anónima: arriesgada para los laicos, pero también para los religiosos: arriesgada incluso dentro de la congregación, porque te ven chueco… dicen que sí las monjas, ¿eh? –añadió dirigiéndose a las monjas presentes en el encuentro–; es riesgoso, pero hay que seguir adelante». El Pontífice concluyó invocando las bendiciones del Señor «sobre todas las víctimas: que consuele a los tantos que sufren el desprecio, la humillación, la cosificación».

La conferencia internacional, organizada por el Dicasterio vaticano guiado por el cardenal Peter Turkson y por la Sección “Migrantes y Refugiados”, dirigida personalmente por el Papa mediante sus dos delegados, el jesuita Michael Czerny y el escalabriniano Fabio Baggio, fue la ocasión para discutir en concreto sobre iniciativas que ayuden en la implementación de las orientaciones pastorales sobre la Trata de Personas, creadas por la misma sección y aprobadas por el Papa. Participaron alrededor de 200 personas, entre obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, coordinadores de proyectos y agentes pastorales, representantes de organizaciones católicas y fundaciones y expertos en trata de diferentes partes del mundo.

Comentá la nota