Israelíes y árabes juntos en el día de la memoria

Israelíes y árabes juntos en el día de la memoria

Este año destacó en la vida nacional israelí la iniciativa de dos organizaciones civiles que han activado durante años para encontrar puntos de confluencia y posibilidad de diálogo entre israelíes y árabes-palestinos.

 

 

Todos los años, un día antes de la celebración de la independencia de Israel, se acostumbra llevar a cabo en ese país una jornada de recuerdo respetuoso y emotivo de los miles de caídos en las guerras y en los actos de terrorismo sufridos a lo largo de la vida del Estado de Israel, que el martes pasado cumplió 69 años. Hay visitas a los cementerios, palabras acompañadas por lágrimas y recuento de historias personales en una atmósfera solemne que se intensifica, sobre todo, cuando una sirena resuena a los largo y ancho del país por dos minutos. Todo se paraliza en calidad de lamento colectivo por las pérdidas, actualizando un dolor compartido imposible de borrar.

En ese contexto, este año destacó en la vida nacional israelí la iniciativa de dos organizaciones civiles que han activado durante años para encontrar puntos de confluencia y posibilidad de diálogo entre israelíes y árabes-palestinos. En efecto, el Círculo de Padres Enlutados, que representa a familiares de israelíes y árabes que han caído a causa del conflicto, junto con la organización Combatientes por la Paz, también de carácter mixto y en la que participan soldados israelíes, convocaron a ceremonias en distintos puntos del país para recordar, llorar y hacer honor a sus muertos conjuntamente, reconociendo con ello cada grupo el dolor de su contraparte y la necesidad de actuar para cambiar la realidad prevaleciente que sólo augura nuevas generaciones de víctimas de los dos lados. En la ceremonia celebrada en Kiryat Tivon, por ejemplo, uno de los participantes, Guilad Alón, expresó: “Todos hemos experimentado guerras, luto, pérdidas y dolor… yo mismo soy un veterano discapacitado por operaciones de combate en Líbano… la gente se ha congregado aquí para abrir sus corazones al dolor nuestro y al de los árabes y decirles que queremos escucharlos y tener una vida compartida, con la esperanza de que el diálogo y la comprensión mutua creen un mejor futuro para todos”.

Así, en el estadio de basquetbol de Tel Aviv se reunieron cuatro mil personas, judíos y árabes, para con su presencia y sus palabras hacer honor a los fallecidos, pero también enviar el mensaje a sus dirigentes políticos de que el estancamiento que hoy existe en la situación israelí-palestina debe cesar para emprender arreglos que rompan la inercia y detengan la escalada de violencia que asoma en el panorama en caso de continuar la parálisis. Ceremonias similares se llevaron a cabo en otras partes del país, así como en la aldea palestina de Beit Jala, en Cisjordania, donde 400 personas tomaron parte. Se calcula además que 15 mil personas presenciaron por internet las ceremonias.

La situación que ensombreció estas iniciativas fue sin duda la presencia de público israelí militante de la derecha ultranacionalista que se congregó a las afueras de los recintos para acosar, insultar y señalar como traidores a quienes participaron en los actos conmemorativos. La policía tuvo que intervenir para evitar que la violencia se extendiera y pasara de las palabras a las agresiones físicas. Las expresiones de odio y los gestos amenazantes dieron fe de hasta dónde el irresuelto conflicto israelí-palestino ha radicalizado a buena parte de sus públicos respectivos, muy a menudo a través de incitaciones sutiles o abiertas llegadas desde los liderazgos políticos que manipuladoramente atizan el fuego cuando ello es conveniente para sus intereses y el mantenimiento de su poder. Sin embargo, una de las semillas de la esperanza de cambio más importante radica justamente en la existencia de estos pequeños y valientes grupos, capaces de ofrecer resistencia tanto a la deshumanización del contrario, como a la consigna de vivir siempre bajo la espada.

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