Detalles sobre la renuncia de Viganò y preguntas todavía pendientes

Detalles sobre la renuncia de Viganò y preguntas todavía pendientes

¿Fue advertido el “entourage” de Ratzinger sobre la lectura parcial de la carta? Las palabras de Francisco sobre la reforma de los medios de comunicación.

El lunes 12 de marzo, al presentar la colección de 11 volúmenes dedicados a la “Teología del Papa Francisco, monseñor Viganò leyó una carta que le envió el Papa emérito. Benedicto XVI dijo en ella que es un «insensato prejuicio» considerar a Francisco sin preparación teológica, y se refirió al mismo tiempo a la «continuidad interior» entre ambos Pontificados. El comunicado oficial presentó la carta ratzingeriana como un espaldarazo al Pontífice actual, pero se limitó a reproducir solamente los primeros dos párrafos del texto. Sin embargo, durante la presentación Viganò leyó también un tercer párrafo, en el que Ratzinger explicaba por qué no había escrito un prefacio a los volúmenes de la colección, indicando que no habría tenido el tiempo necesario para leerlos ni la fuerza para hacerlo antes de que se llevara a cabo su presentación. El martes 13 de marzo explotó una polémica debido a la omisión de este parrafito en el comunicado oficial, y fue aderezada con todo y la foto que difundieron los medios vaticanos de la carta, cuyas dos últimas líneas fueron desdibujadas adrede. Como si no fuera suficiente, el sábado 17 de marzo, mientras Francisco estaba de visita en la tierra del Padre Pío, se filtró la indiscreción de la existencia de otro párrafo omitido, en el que Benedicto XVI notaba, en su opinión, la inapropiada elección de uno de los encargados de la colección, el teólogo alemán Peter Hünermann, que dirigió duras críticas en el pasado contra el mismo Ratzinger y su predecesor Juan Pablo II. La indiscreción obligó a la Santa Sede a publicar finalmente el texto original de la misiva. 

 

 

  

Las dudas sobre el caso 

  

¿Viganò decidió divulgar una carta privada, omitiendo algunas de sus partes, sin que su autor, Ratzinger, estuviera al corriente? ¿O avisó de alguna manera a los colaboradores más cercanos de Benedicto XVI, especialmente a su secretario el arzobispo Georg Gänswein? Preguntas que todavía no tienen una respuesta. Y la manera en la que fue tratado este caso generó un tsunami de reacciones, con varias voces que pedían la cabeza del prefecto. Un “ministro” potente de la Curia romana, porque en junio de 2015 recibió un mandato pleno y carta blanca de parte del Pontífice (que siempre lo ha defendido) para poner en marcha la “reestructuración” de los medios de comunicación vaticanos. El estudio inicial del proyecto fue encomendado a Mc Kinsey (asesoría que costó 420.000 euros, más otros gastos). La idea era unificar las diferentes realidades de información, creando una red y una plataforma digital única para publicar y difundir artículos, imágenes y podcasts. Y con la tarea de reducir poco a poco el considerable déficit haciendo algunos recortes de gastos. 

  

«Doy un paso atrás»  

  

En la carta de su renuncia, Viganò no se refiere explícitamente al desastre de las omisiones. «En estos últimos días –escribió el prefecto al presentar su dimisión– han surgido muchas polémicas alrededor de mi desempeño que, más allá de las intenciones, desestabiliza el complejo y gran trabajo de reforma que Usted me ha encomendado y que ve ahora, gracias a la contribución de muchísimas personas empezando por el personal, recorrer el tramo final». Viganò agradece al Papa por el apoyo y su constante afecto. Pero añade: «En el respeto de las personas que han trabajado conmigo en estos años y para evitar que mi persona pueda de alguna manera retrasar, dañar o incluso bloquear» el desarrollo de la reforma, «y, sobre todo, por amor a la Iglesia y a Usted, Santo padre, le pido que acepte mi deseo de hacerme a un lado, mostrándome, si Usted lo desea, disponible para colaborar en otras modalidades». 

  

El párrafo en “L’Osservatore Romano” 

  

Francisco respondió elogiando el compromiso de Viganò y aceptando, «no sin fatiga», la renuncia, pero como sea incluyéndolo en el organigrama del dicasterio. Por lo tanto defendiendo sin reservas el proyecto sobre los medios de comunicación «por mí aprobado y regularmente compartido». Y añadió un párrafo significativo, en el que precisó que la reforma ya ha llegado a la recta final, «con la inminente fusión de “L’Osservatore Romano” dentro del único sistema de comunicación de la Santa Sede». Esta alusión no es nada casual, puesto que esta última incorporación fue retrasada por el director del periódico vaticano, Gian Maria Vian, con el aval de la Secretaría de Estado. El Papa ahora no dejó ninguna duda y afirmó querer llevar hasta la meta esta reforma incluso sin Viganò al comando.  

  

El correo electrónico del sábado 17 de marzo 

  

El motivo de la clamorosa renuncia del prefecto de las comunicaciones vaticanas es, sin duda, la manera en la que se trató la carta de Ratzinger. Pero no hay duda de que contribuyeron también algunas tensiones con otros organismos curiales, en particular con la Secretaría de Estado. 

  

La reforma de los medios de comunicación concentró en las manos del prefecto un poder considerable, y su gestión ha provocado no pocos roces. El último episodio fue el sábado pasado. Un día antes, el viernes 16 de marzo por la tarde, Francisco recibió en audiencia a los seminaristas y a los sacerdotes de los colegios romanos. El Papa dio indicaciones para que no hubiera una transmisión en vivo del encuentro. 

  

“L’Osservatore Romano”, que contaba con un periodista en el encuentro, publicó el la edición de ese mismo día por la tarde resumen del evento, con los contenidos sin ninguna cita entre comillas del Papa. El sábado por la mañana, mientras el Papa estaba en San Giovanni Rotondo, la Secretaría de Estado le preguntó a Francisco si deseaba que la transcripción íntegra de ese diálogo con los seminaristas fuera distribuida a los periodistas y, por lo tanto, publicada. Bergoglio habría respondido negativamente, añadiendo que la línea que se debía seguir era la del resumen publicado por “L’Osservatore”, sin citas textuales de sus palabras. Así, la Secretaría de Estado, hacia las 10.30, envió un mensaje a una decena de correos electrónicos de los medios vaticanos y de la Sala de Prensa, para informar que la transcripción del texto papal no habría sido publicada y que había que atenerse al resumen de “L’Osservatore”. 

  

La respuesta del prefecto 

  

Pocos minutos después llegó a las mismas direcciones de correo electrónico una dura respuesta de Viganò, que no estaba informado de que la indicación de la Secretaría de Estado llegaba directamente del Papa: el prefecto criticó la «confusión», reivindicando la autonomía de la Sala de Prensa y, en general, de la Secretaría para la Comunicación con respecto a “L’Osservatore Romano”. En su respuesta, añadió que los demás medios vaticanos habrían informado sobre el diálogo entre el Papa y los seminaristas como les habría parecido más oportuno. Cuando este intercambio de correos electrónicos se verifica, la polémica con las indiscreciones sobre el último párrafo omitido de la carta de Ratzinger todavía no ha explotado. La noticia sobre esas líneas no divulgadas por el Papa emérito provocó el enésimo terremoto, y después de un rápido intercambio de opiniones entre Viganò, la Secretaría de Estado y el entorno de Benedicto XVI, se decidió publicar finalmente el texto integral de la carta. 

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