Bogotá se desbordó en el recibimiento al Papa

Bogotá se desbordó en el recibimiento al Papa

"El contacto con la muchedumbre era un energizante que le daba más vitalidad al Papa"

 

Luego de unas doce horas de vuelo, el avión de Alitalia, que transportó al Sumo Pontífice, siendo aproximadamente las 16:10 horas locales, aterrizó en el aeropuerto internacional de El Dorado, de la capital colombiana. Los periodistas que acompañaron el viaje del Papa, nos daban informes constantes de la travesía desde Roma hasta Bogotá, un aspecto a destacar, es el poco o inexistente descanso de Francisco, durante el vuelo.

Entre la atención a los incisivos periodistas, la revisión de la agenda o las palabras a pronunciar en cada evento que lo espera, muestra la enorme vitalidad de éste, nuestro líder de los cristianos católicos del mundo.

Una vez en tierra, los saludos protocolarios con las autoridades civiles y eclesiásticas, pero lo que nos estremeció -por el significado de este tipo de actos, para una Colombia necesitada de la reconciliación a la que el obispo de Roma ha llamado con insistencia y como antesala a su viaje- fue el saludo especial a los niños y jóvenes, que según nos enteramos, fue solicitud del Papa.

No quería un recibimiento desde los cuerpos armados, con los consabidos honores militares, deseaba encontrarse con el futuro del país, los que representan a los millones de niños colombianos, que han sido víctimas del conflicto, de los abusos, del abandono, es una muestra de la importancia que desde el guía máximo de los católicos, le da a la protección de los menores.

En la misma línea de lo anterior, viene luego el saludo a policías o militares víctimas del conflicto interno de Colombia, personas lisiadas por las balas o las denominadas "minas antipersonas o minas quiebra patas". El mensaje, no podía ser más claro, preciso y contundente: prioridad también para quienes han sufrido con la guerra que hemos vivido los colombianos -así algunos quieran negarla-.

Pero más de 50 años de enfrentamiento, con miles de personas que han perdido su integridad corporal y su tranquilidad espiritual, no puede buscar otra alternativa que la paz, que ha sido el otro mensaje reiterado de Su Santidad.

En este caso, la emoción llegó a su máximo y el Papa no llevaba 30 minutos en suelo bogotano: un especial y afectuoso abrazo, a un soldado profesional quien esperaba a Francisco, mostrando sus muñones de los dos brazos, pues en la fratricida guerra que estamos tratando de superar, éste joven perdió sus manos, una pierna y la visión de uno de sus ojos. Abrazo quería darle el Pontífice a este representante de las miles de víctimas, mensaje que nos llega al alma y que nos hace exigir la reconciliación en coro, con nuestro ilustre visitante.

Viene luego el desplazamiento hacia el sitio destinado al muy merecido descanso del Papa, pero a lo largo de los 15 kilómetros que separan el aeropuerto de la Nunciatura, la gente con pancartas, banderas vaticanas y de Colombia, flores que eran lanzadas continuamente, gritos emocionados de bienvenida, personas que en medio del tumulto y movidos por la profunda fe que manifestaban se arrodillaban ante el paso del papamóvil que transportaba al primer Papa latinoamericano.

 

El rio humano se observó por toda la vía, la alegría de quienes habían esperado el paso del Papa por horas, el deseo de verlo de cerca, tomarle la foto, darle la mano, acompañarlo por mucho trecho, como lo hicieron decenas de ciclistas, todo esto se fue conjugando, para que se llegara a momentos en que la masa humana desbordó los esfuerzos del enorme grupo de policías, militares, personas de la defensa civil, guardas de la seguridad personal del papa y otras personas de logística. Fue así, como en varios trechos, esa marejada de personas, impedía el paso de la caravana papal, pero nunca se le vio ninguna indisposición al Obispo de Roma.

Parecía que ese contacto con la muchedumbre era un energizante que le daba intensa vitalidad y el Papal saludaba, sonreía, en muchas ocasiones daba la mano o recibía las flores entregadas. La movilización de los bogotanos y de muchos visitantes (que según algunos cálculos han llegado en los últimos días en número que puede superar el millón y medio) sobrepasó los más optimistas cálculos y la disposición de los custodios de la caravana, pues se tuvieron momentos de incertidumbre, ante la avalancha que emocionada impedía por momentos el avance de los vehículos.

Al llegar a la Nunciatura, lo esperaban unos jóvenes de IDPRON ( Instituto Distrital de Protección de la Niñez y la Juventud). No se puede decir solo IDIPRON, hay que señalar, que estos niños y jóvenes han sido personas vulnerables, en condiciones de abandono o con vida en la calle, muchos de ellos consumidores de drogas alucinógenas, indigentes y en acciones delincuenciales quienes gradualmente se han venido recuperando, pero siempre en peligro de recaída. Estos chicos y chicas le tenían preparado al Papa bailes, cantos, regalos y unas palabras de reivindicación de su condición. "Parece que la mugre que nos cubre es lo que nos hace invisibles ante muchas personas", le dijo uno de esos jóvenes a Francisco.

El Papa, profundamente emocionado y con palabras que le salieron del corazón, les respondió, entre otras cosas lo siguiente: "Gracias por la valentía, gracias por el coraje, no se dejen robar la alegría, no se dejen robar la esperanza... recen por mi...".

Gracias Santidad, por la esperanza que nos trae, por la alegría que nos produce -aun cuando a veces nos desbordamos por esa alegría de compartir con nuestro gran líder-, gracias por su presencia entre nosotros!!!!! El Señor Jesús y María Nuestra Buena Madre, le sigan bendiciendo!!!!. Amén.

 

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