AMIA Aniversario. Discurso de Sofía Guterman a 22 años del atentado

AMIA Aniversario. Discurso de Sofía Guterman a 22 años del atentado

En su discurso, Sofía Guterman, madre de Andrea, manifestó: El tiempo corre. Las horas se tragaron los días y los días fueron deglutidos por los años y hoy, nos encontramos aquí para recordar que se cumplen 22 años del atentado a la Amia.

Coincidentemente, hoy es lunes 18 de julio, como lo fue aquella fatídica mañana de 1994.

Resulta doloroso e incomprensible tener que recordar, al

mismo tiempo,22 años de impunidad. Es como que lo que cubrió el negro humo de la bomba terrorista, aún sigue flotando, tapando la luz y la verdad.

Para los familiares de las víctimas, el atentado a la Amia

también significó el adiós a nosotros mismos. Adiós a las risas de una familia reunida. Adiós a los abrazos y a los besos que ellos nos daban. Adiós a las razones para todas las alegrías. Adiós a todo aquello que nos hacía más cálida la vida.

¡22 años!...Las hojas de los archivos de la Causa Amia,

todas contaminadas, ya deben tener olor a viejo después

de tantos años. Años y años que luchamos en la más completa impunidad. Hojas que nos generaron repentinas esperanzas y catastróficos desengaños.

Ochenta y cinco víctimas inocentes conocieron el sonido

que hacía la vida cuando se marchaba. Viajaron sin pasaportes desde un aeropuerto forzoso en plena calle Pasteur a un último viaje jamás planeado. Perdieron

sueños, trabajos, proyectos, hijos por venir. Les arrebataron la creencia de que la vida es una fuente de maravillosas

promesas.

Hace 22 años que están muertos y sus verdugos están libres. La Justicia trastabilla en un proceso con más sombras

que luces ,porque hasta ahora ningún gobierno pudo esclarecer el atentado.

Ni siquiera se pudo cambiar la escenografía desplegada frente a instituciones judías después del 18 de julio de 1994: los pilotes de cemento que avergüenzan a la democracia. Son una clara demostración de lo que no se hizo, pues fueron puestos como contención para las bestias

pero permanecen como símbolo de que las bestias siguen libres.

La impotencia y la desilusión nos empujan a reclamar cada día que se detenga a los instigadores y culpables de esta

barbarie y se los condene con todo el rigor de la Ley.

Las noticias del mundo son desoladoras. Las personas

hubiesen tenido que dar un paso hacia la tolerancia, pero

muchos avanzaron aún más en su camino del odio y así 

se sigue imponiendo lo que nos sacude a los verdaderamente humanos: el terrorismo. Un terrorismo que une a Dios con el odio y se ufana del pánico que siembra. Fanáticos con turbante o sin él, tienen al terror en 

sus manos. Matan y matan porque la trinchera de su guerra

es el mundo.

Celebramos la decisión del actual gobierno nacional de

confirmar la nulidad del Pacto con Irán. Con esta decisión, el Memorándum con Irán ya no tendrá vigencia para ser aplicado. Siguen en pie los pedidos de captura para los

funcionarios iraníes sospechados de haber planificado y llevado a cabo el atentado contra la Amia.

Un Memorándum inconstitucional que subestima el dolor. Pasa por encima de 85 víctimas inocentes y desestima la trágica circunstancia de sus muertes.

Nos preguntamos: ¿Qué había detrás de ese Memorándum?

¿Cuál fue el apuro maratónico para convertirlo en Ley?

Irán jamás pondrá a disposición de la justicia argentina a ninguno de los acusados. Nos están poniendo el cartel de la consagración de la impunidad, haciendo oídos sordos a los que clamamos por Justicia para tantas víctimas silenciadas

por la furia irracional de un fundamentalismo sangriento.

Montesqieu escribió: ”No existe tiranía peor que la ejercida

a la sombra de las leyes con apariencia de justicia”

Cuando es apariencia no es justicia. Cuando la justicia está ensangrentada y acepta la impunidad, no es justicia, es CORRUPCIÓN.

Queremos una justicia independiente, con jueces probos, idóneos, comprometidos y eficaces que, bajo

presión o sin ella, cumplan con su deber. No puede existir

una sociedad sin justicia. Sin ella, la sociedad se enferma y se degrada.

Desde el exterior consideran que Argentina no está en condiciones de proveer Justicia, ni para resolver un atentado terrorista, ni para esclarecer la muerte de un fiscal ¡Triste concepto!...

Hoy se cumple un año y medio de la muerte violenta del Fiscal Alberto Nisman. Es la muerte política más importante

en los años de democracia y seguirá siendo una indeseable

herencia para cualquier gobierno mientras no se sepa la verdad. Hubo desidia al no haber protegido al Fiscal, sigue habiendo desidia ante los manoseos que significan retrocesos y no avances en esa causa. Hubo inhumanidad

con su muerte y después de ella.

Es curioso observar que, hasta cinco días antes de su muerte, a ningún funcionario del anterior gobierno se le ocurrió denostar a Nisman y luego que éste efectuara su denuncia y apareciera asesinado en su casa, descubrieron

que era el peor de los seres humanos. Estaban tan ocupados en hacer de detectives, que hasta se olvidaron

de enviar a la familia del Fiscal las condolencias formales.

Hubo mucha inhumanidad después de su muerte al defenestrar su imagen y su persona y, más inhumanidad

aún, sabiendo que los muertos no se pueden defender.

Hace unas semanas, escuchamos un exabrupto por parte

del ex ministro Agustín Rossi, cuando manifestó sentirse

perseguido, comparando su presunta sensación con la persecución sufrida por los judíos a manos de los nazis.

Señor Rossi, aparte de insultar la memoria de los muertos

en el Holocausto, de lo que usted se debió disculpar y no nos consta que lo haya hecho, le queremos aclarar lo siguiente:

“Los judíos fueron perseguidos y aniquilados sólo por ser judíos” y no por ser acusados de corruptos y ladrones.

También pareciera que hay persecuciones buenas y persecuciones malas. Si alguien lo persigue a usted o a alguna persona de su grupo político, es una persecución mala, pero la persecución que ustedes hicieron a un Fiscal

de la República cuando ya estaba muerto, fue una persecución buena.

Durante el mes de junio de este año, ocurrieron en el mundo, cuatro grandes atentados terroristas. Fueron en Somalía, Estambul, Orlando y Tel Aviv.

Nuestro país condenó, como corresponde, cada uno de esos atentados por medio de comunicados oficiales emitidos por la Cancillería.

Llama la atención que los comunicados emitidos por Argentina hacen referencia a “atentados terroristas” en tres de ellos, salvo el que se perpetró en el mercado Sarona en Tel Aviv, donde la Cancillería hace referencia a un “ataque armado”, no mencionando las palabras “atentado terrorista”

Señora Canciller, los cuatro fueron ataques armados y los cuatro fueron atentados terroristas.

Esperamos que haya sido sólo un error en la terminología utilizada y no un análisis distinto de lo que es un atentado terrorista, según el lugar donde sucede. 

Los años, transformadores de rostros, hace que nos preguntemos: ¿Cómo sería cada una de las víctimas después de tanto tiempo? Hubiese sido maravilloso poder compartir las distintas etapas de sus vidas. ¿Serían profesionales de éxito? ¿Hubiesen cumplido sus sueños? ¿Acaso se sentirían frustrados?

Todavía nos permitimos soñar…Pura imaginación…

Nunca cambiaron sus imágenes. Sus rostros quedaron congelados en fotos que atesoramos con amor. La justicia

que se merecen está tan muerta como todos ellos, mientras los familiares vivimos esa desesperante sensación del que ve burlados sus principios y sus valores. Tienen el derecho humano a tener Justicia. Hoy observamos la destrucción ética y moral de muchas organizaciones de Derechos Humanos que, hasta hace un tiempo, prestigiaban a nuestro país.

Los Derechos Humanos deben ser universales y pluralistas,

sin distinción de credos ni de condición social. Si no es así, no son Derechos Humanos, son una estafa.

Ayudar a esclarecer el Atentado a la Amia, es una obligación del Estado, es la ambición de todas las personas de bien, menos para los que dejaron depositado su corazón junto a sus bienes mal adquiridos, en cajas fuertes de Bancos o en otros lugares inimaginables para cualquier conciencia limpia.

Sigue desarrollándose el Juicio por Encubrimiento, un juicio con más oscuros que claros, donde se juzga a quienes deberían haber hecho mucho y no hicieron nada y a otros, que hicieron lo que no deberían haber hecho.

Los familiares de las víctimas del atentado a la Amia, como cualquier persona, sabemos de la importancia de un abrazo. El abrazo protege, reconforta, calma. ¿Qué nos pasa a los argentinos que dejamos de abrazarnos si todos, sin excepción, necesitamos de él? ¿Dejamos de ser hermanos por ideologías políticas? La diversidad de opiniones políticas no son negativas, son enriquecedoras. No hay nada más maravilloso que un pueblo con derecho a opinar.

El terrorismo ya nos atacó dos veces y nos seguirá acechando. Son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Construyamos puentes que podamos transitar juntos y no muros que nos mantengan prisioneros de nuestras propias inclinaciones.

Unidos por la Memoria, hagamos entre todos, abrazados, una fortaleza contra los que quieran atentar contra nuestras vidas. Cantemos con orgullo nuestro Himno Nacional, la canción que nos une y no, marchas partidarias que nos separan, porque los argentinos rechazamos y despreciamos la violencia, el terrorismo y la corrupción. Tomemos partido entre todos. La desunión y la indiferencia, estimulan al verdugo.

¡22 años! Todo se desvanece y muere, devorado por el tiempo, por la mortalidad. Si seguimos sin culpables condenados por el atentado a la Amia, tenemos un certificado de defunción para el expediente, un ¡hasta nunca! con todas las letras.

Estamos en una guerra de la dignidad humana contra el salvajismo primitivo.

Sabemos lo difícil que es mantener la lucha sólo por Memoria y Justicia, sin caer en la tentación de estar cerca de ningún grupo o partido político o aplaudir al gobierno de turno.

La politización de la Causa Amia fue el principal cáncer que carcomió la investigación y que la dejó casi moribunda.

Los familiares de las víctimas no pensamos aplaudir a ningún poderoso, sólo reclamamos que hagan lo que les corresponde para que la Verdad llegue y para que nuestros muertos puedan descansar en Paz.

Desde hace 22 años hasta el día de hoy, todos los gobiernos hablaron mucho y resolvieron poco. Es hora de que prometan menos y resuelvan más.

Nuestros recuerdos tienen voces que deberían ser oídas por todos. Oremos para que 85 víctimas inocentes tengan Paz, en un lugar libre de asesinos, mentirosos y corruptos.

En los últimos tiempos, escuchamos las palabras” ¡Se puede, se puede!” que, como un eco resonaron en todo nuestro país. Los familiares también creemos que se puede. Aunque con débil esperanzas, aún se puede esclarecer el atentado.

Más fuertes y emocionadas, surgieron después las palabras: ”Se pudo, se pudo”. Aun no podemos pronunciarlas respecto de la causa Amia. Ojalá que en un próximo aniversario podamos gritar a los cuatro vientos:

“¡SE PUDO! ¡SE PUDO HACER JUSTICIA! ¡TERMINÓ LA IMPUNIDAD! Que así sea. Amén

Sofía Guterman

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