“Hay que volver a encontrar las propias raíces, no al auto-exilio psicológico”

“Hay que volver a encontrar las propias raíces, no al auto-exilio psicológico”

El Papa en Santa Marta: así seremos hombres de alegría y fuerza. Abandonar la propia comunidad «hace mucho daño, cancela la pertenencia»; sin arraigo «no se puede vivir»

por DOMENICO AGASSO JR.

 

Quien descuida su sentimiento de pertenencia, quien decide abandonar concretamente o con el pensamiento a la propia comunidad, está «enfermo». Por el contrario, quien vuelve a encontrar las raíces y no cae en el «auto-exilio psicológico», es una persona alegre y fuerte. Palabra del Papa Francisco, quien lo afirmó hoy por la mañana en la homilía de la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta. 

 

El Pontífice, según indicó la Radio Vaticana, invitó a buscar los propios orígenes reflexionando sobre la Primera Lectura de hoy, 5 de octubre de 2017, del Libro de Nehemías, en el que se habla sobre «una gran asamblea litúrgica»: es el pueblo reunido frente a la Puerta de las Aguas, en Jerusalén. Es la escena del final de un caso que duró más de 70 años, recordó el obispo de Roma, el caso de la deportación a Babilonia; es una historia de llanto por el pueblo de Dios. Después de la caída del imperio babilonio a manos de los persas, el rey persa Artaserses se encuentra con Nehemías, su copero, que está triste mientras le sirve el vino: entonces comienza a dialogar con él. Nehemías da rienda suelta a su nostalgia por Jerusalén, con las lágrimas que bajan por su rostro. Le gustaría volver a su ciudad. 

El Papa Bergoglio citó el Salmo que afirma: «Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar». Después recordó la «nostalgia de los migrantes, lejos de su Patria», a la que «quieren regresar». 

 

Nehemías se prepara para volver y llevar al pueblo a Jerusalén. Es «un viaje difícil»; porque «tenía que convencer a mucha gente» y llevar lo necesario para reconstruir la ciudad, «pero, sobre todo, era un viaje para volver a encontrar las raíces del pueblo». De hecho, después de mucho tiempo «se habían debilitado». Pero no se habían perdido. 

 

Buscar las propias raíces significa «retomar la pertenencia a un pueblo». Porque «sin las raíces no se puede vivir: un pueblo sin raíces o que se olvida de las raíces, es un pueblo enfermo». 

 

Según Francisco «una persona sin raíces, que se ha olvidado de ellas, está enferma». Hay que «volver a encontrar, volver a descubrir las propias raíces y cobrar fuerza para seguir adelante, la fuerza para dar fruto y, como dice el poeta, “la fuerza para florecer, porque –dice– lo que el árbol tiene en flor viene de lo que tiene enterrado”. Precisamente esa relación entre las raíces y el bien que nosotros podamos hacer». 

 

Sin embargo, en este recorrido hacia atrás, hay «muchas resistencias: no se puede, hay dificultades». El Papa explicó: «Las resistencias son las que los que prefieren el exilio y, cuando no hay exilio físico, el exilio psicológico: el auto-exilio de la comunidad, de la sociedad, los que prefieren ser pueblo desarraigado, sin raíces. Debemos pensar en esta enfermedad del auto-exilio psicológico: hace mucho daño. Nos quita las raíces. Nos quita la pertenencia». 

 

En la Escritura se lee que el pueblo sigue adelante y logra reconstruir: entonces se reúne para reconocer sus raíces, es decir para escuchar la Palabra de Dios, que el escriba Esdras lee. Y el pueblo llora, pero no como en Babilonia: es «el llanto de la alegría, del encuentro con las propias raíces, el encuentro con la propia pertenencia». Al final de la lectura de Esdras, Nehemías invita a todos a festejar. Es la fiesta de los que han vuelto a encontrar las propias raíces: «el hombre y la mujer que vuelven a encontrar sus raíces, que son fieles a la propia pertenencia, son un hombre y una mujer en alegría, de alegría, y esta alegría es su fuerza». 

 

El Papa aconsejó preguntarse si no se «deja caer el recuerdo del Señor», si se comienza un camino para volver a encontrar las propias raíces o si se prefiere el auto-exilio psicológico, encerrados en nosotros mismos. Francisco subrayó que, si se tiene «miedo de llorar», se tiene «miedo de reír». En cambio, cuando se llora debido a la tristeza, después se llorará de alegría. Es por ello que es necesario pedir la gracia «del llanto arrepentido, triste por nuestros pecados», pero también la gracia del llanto de alegría, porque Dios «nos ha perdonado y ha hecho en nuestra vida lo que hizo con su pueblo». 

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