“La rivalidad provoca guerras que matan de hambre a niños, como en Yemen”

“La rivalidad provoca guerras que matan de hambre a niños, como en Yemen”

En Santa Marta, Francisco invitó a buscar «la unidad» y no «hacer las cosas por el propio interés». «Cuidado con la vanagloria, con quien alardea de ser superior a los demás»

Un «fruto de la guerra». Esto significa para el Papa la muerte por hambre de cientos de miles de niños en Yemen (400 mil, según el UNICEF), como la pequeña Amal, que falleció a los siete años por desnutrición, cuya foto ha dado la vuelta al mundo: un «fruto de la guerra». 

 

«Cuando leemos las noticias de las guerras, pensamos en las noticias sobre el hambre de los niños en Yemen, fruto de la guerra: está lejos, pobres niños... pero ¿por qué no tienen que comer?», dijo Francisco durante la homilía de la misa matutina de hoy, 5 de noviembre, en la capilla de la Casa Santa Marta. Y advirtió que esta gran guerra, que hoy se combate «en pedacitos»en tantas partes del mundo, comienza con cosas pequeñas, pequeñas situaciones: «La misma guerra se hace en nuestra casa, en nuestras instituciones con esta rivalidad: ¡empieza allí, la guerra! Y la paz debe hacerse allí: en la familia, en la parroquia, en las instituciones, en el lugar de trabajo, buscando siempre la unanimidad y la concordia y no el interés propio». 

 

Sí, porque precisamente «la rivalidad y la vanagloria» destruyen las bases de cualquier comunidad, sembrando divisiones, odio y conflictos. El Papa Francisco recordó al respecto la enseñanza de Jesús en el Evangelio de hoy: «No hagan las cosas por interés», no hay que razonar solo con base en el propio «interés» y ser selectivos incluso con las amistades. Esta es «una forma de egoísmo, de segregación y de interés», subrayó el Pontífice argentino. Todo lo contrario de eso que es «el mensaje de Jesús», que es «gratuidad», «universalidad», que «ensancha la vida» y «extiende el horizonte». 

 

Los selectivos «son factores de división» y no favorecen la «unanimidad», dijo Bergoglio en su homilía, según indicó Vatican News, a la cual se refiere san Pablo hablando con los filipenses en la primera Lectura. «Hay dos cosas que van en contra de la unidad - insistió el Papa Bergoglio – la rivalidad y vanagloria», e incluso «el chismorreo nace de la rivalidad, porque mucha gente siente que no puede crecer, pero para ser más alto que el otro, disminuye al otro con el chismorreo. Una forma de destruir a las personas. La rivalidad. Y Pablo dice: “No. Que en la comunidad no hayan rivalidades”. La rivalidad es una lucha para aplastar al otro. Es fea, la rivalidad: puede hacerse de manera abierta, directa o se puede hacer con guantes blancos; pero siempre para destruir al otro y realzarse a sí mismo. Y como yo no puedo ser tan virtuoso, tan bueno, disminuyo al otro, y así yo permanezco siempre alto. La rivalidad es una forma de este actuar por interés». 

 

También hace mucho daño que se enorgullece y se siente superior a los demás. «Esto —advirtió Francisco— destruye una comunidad, destruye también una familia… Piensen en la rivalidad entre hermanos por la herencia del padre, por ejemplo: esto es cosa de todos los días. Piensen en la vanagloria, en quien alardea de ser superior a los demás». 

 

El ejemplo que debe seguir el cristiano, por el contrario, es el del Hijo de Dios, por lo que está llamado a cultivar la «gratuidad», a «hacer el bien sin preocuparse si los demás hacen lo mismo» y sembrar unanimidad. «Construir la paz con pequeños gestos —concluyó el obispo de Roma— quiere decir allanar un camino de concordia en todo el mundo». 

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