“La fe y la religión no son espectáculo, sino Dios que actúa en los corazones”

“La fe y la religión no son espectáculo, sino Dios que actúa en los corazones”

El Papa en Santa Marta: habría que pensar con el espíritu del Señor, no del «grupo o de la clase social o del partido al que pertenezcan». También «los sentimientos deben convertirse»

En Cuaresma la Iglesia hace reflexionar sobre la conversión de las obras y de los sentimientos. Por lo tanto, del estilo de vida, empezando por la manera de pensar. El Papa Francisco subrayó que la religión y la fe no son “un espectáculo, sino la Palabra de Dios que actúa en los corazones”; y exhortó a razonar, vivir y actuar según el espíritu del Señor, no “del grupito o de la clase social o del partido político” al que se pertenezca. Lo afirmó en la misa matutina de hoy, 5 de marzo de 2008, en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó Vatican News. 

  

El Pontífice reflexionó en su homilía sobre la Primera Lectura, que hoy relata la historia de Naamán el Sirio y sobre el Evangelio de San Lucas en el que Jesús explica que ningún profeta es aceptado en su propia patria. 

   

“La Iglesia nos dice que debemos convertir nuestras obras, y nos habla del ayuno, de la limosna, de la penitencia: es una conversión de las obras. Hacer obras nuevas, obras con estilo cristiano, ese estilo que proviene de las Bienaventuranzas, en Mateo 25: hacer esto. Además, la Iglesia nos habla de la conversión de los sentimientos, puesto que también debemos convertir los sentimientos. Pensemos, por ejemplo, en la Parábola del Buen Samaritano: convertirse a la compasión. Sentimientos cristianos. Conversión de las obras; conversión de los sentimientos; y hoy nos habla de la ‘conversión del pensamiento’: no de lo que pensamos, sino de cómo pensamos, del estilo de pensamiento. ¿Yo pienso con un estilo cristiano o con un estilo pagano? Éste es el mensaje que la Iglesia nos da hoy”. 

 

A propósito del episodio de Naamán el Sirio, enfermo de lepra, el Papa recordó que “va a ver a Eliseo para ser curado”, quien le aconseja que se bañe siete veces en el Jordán. Pero él piensa, en cambio, que los ríos de Damasco son mejores que las aguas de Israel. “Se enoja, se irrita y quiere volver sin hacerlo” – recordó Francisco – porque “este hombre esperaba el espectáculo”. Pero el estilo de Dios – añadió el Pontífice – es otro: “Cura de otro modo”. 

 

El Papa Bergoglio afirmó que lo mismo sucede con Jesús cuando regresa a Nazaret y va a la Sinagoga. Inicialmente “la gente lo miraba”, “estaba asombrada”, “estaba contenta”. 

 

“Pero jamás falta un charlatán, que comienza a decir: ‘Pero éste, éste es el hijo del carpintero. ‘¿Qué nos enseña? ¿En qué universidad estudió éste?’. ‘¡Sí! Es el hijo de José’. Y comenzaron a intercambiarse opiniones; y cambia la actitud de la gente, y quieren matarlo. De la admiración, del estupor, al deseo de matarlo. También éstos querían el espectáculo. ‘Pero, que haga milagros, eso que dicen que ha hecho en Galilea, y nosotros creeremos’. Y Jesús explica: ‘En verdad yo les digo: Ningún profeta es bien aceptado en su patria’. Porque nos resistimos a decir que alguno de nosotros puede corregirnos. Debe venir uno con el espectáculo, para corregirnos. Y la religión no es un espectáculo. La fe no es un espectáculo: es la Palabra de Dios y el Espíritu Santo que obra en los corazones”. 

 

De manera que Francisco reafirmó que la Iglesia nos invita a cambiar el modo de pensar, el estilo de pensar. Se puede rezar “todo el Credo, también todos los dogmas de la Iglesia”, pero si no se lo hace “con el espíritu cristiano”, no sirve “para nada”. 

 

“La conversión del pensamiento. No es habitual que nosotros pensemos de este modo. No es habitual. También el modo de pensar, el modo de creer, debe ser convertido. Podemos formular la pregunta: ‘¿Con qué espíritu pienso yo? ¿Con el espíritu del Señor o con espíritu proprio, el espíritu de la comunidad a la que pertenezco o del grupito o de la clase social de la que formo parte, o del partido político al que pertenezco? ¿Con qué espíritu pienso yo?’ Y ver si yo pienso verdaderamente con el espíritu de Dios. Y pedir la gracia de discernir cuándo pienso con el espíritu del mundo y cuándo pienso con el espíritu de Dios. Y pedir la gracia de la conversión del pensamiento”. 

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