El Papa a los neocatecumenales: “Sean misioneros libres y sin esquemas”

El Papa a los neocatecumenales: “Sean misioneros libres y sin esquemas”

Francisco celebró en Tor Vergata los 50 años del nacimiento del Camino en Roma. Llamado a la misión: «vayan ágiles y ligeros, acogiendo a todos». «No pierdan la confianza, Dios les ayudará en cualquier angustia»

«Sean apasionados de humanidad, colaboradores de la alegría de todos, fehacientes por su proximidad, escuchables por su cercanía». El Jubileo del Camino Neocatecumenal se celebró hoy por la mañana en Tor Vergata, pero había comenzado ayer por la noche, cuando más de 150 mil personas de 134 naciones de los cinco continentes llegaron al campus de la universidad para el gran evento con el Papa Francisco. Después de 18 años, la voz de un Papa ha vuelto a resonar en este enorme espacio al abierto en la periferia de Roma. El último fue Juan Pablo II, durante la JMJ de 2000, y Wojtyla animó a los jóvenes en esa ocasión a «no tener miedo». 

  

Una vez más un Papa vuelve a dirigirse a los chicos y a las chicas de todo el mundo, los jóvenes del Camino Neocatecumenal que llegaron desde todos los rincones del planeta con banderas, tambores, pancartas, guitarras (y no podían faltar los canguros de los 400 peregrinos australianos) y con niños de todas las edades para celebrar los 50 años del inicio de esta realidad eclesial en Roma. Es decir, desde que Kiko Argüello y Carmen Hernández, después de una experiencia de oración y pobreza vivida entre los más descartados de la periferia de Madrid, plantaron en el 1969 de las revoluciones y de los movimientos estudiantiles una semilla de evangelización en algunas parroquias de la capital, empezando por la de los Mártires Canadienses del barrio nomentano. 

  

Kiko Argüello, iniciador del itinerario neocatecumenal, recordó este origen con un conmvido elogio de Carmen, su compañera de misión, que falleció en julio de 2016 después de una larga enfermedad. El ex pintor español llegó hacia las 10 al palco rojo dominado por la gigantografía del ícono del Juicio Universal y, después de una breve oración por el tiempo que ha pasado en estos cincuenta años (y también por el tiempo meteorológico que parecía amenazar toda la mañana con un diluvio), tomó la guitarra invitando a cantar a los presentes que, al advertir cualquier movimiento de coches o helicópteros, corrían para saludar al Papa. En el palco también había varios obispos, cardenales y encargados de dicasterios de la Curia romana: Ouellet, O’Malley, Schönborn, Toppo, Rylko, Filoni y Osoro, por citar algunos.  

  

Francisco llegó puntual hacia las 11 y fue recibido con un canto a la Virgen y un tsunami de aplausos. Francisco, durante su vuelta en el papamóvil se detuvo a saludar particularmente a los niños de las 34 familias a las que envió en “misio ad gentes” a diferentes zonas de Europa, África y Medio Oriente, en las que, subrayó Kiko, «no hay ninguna presencia cristiana». 

  

«El Camino Neocatecumenal es una gracia», dijo Argüello, porque es capaz de «ofrecer una predicación en un mundo que hoy está sordo». «La gente ya no es religiosa, ya no va a la Iglesia y está cada vez más sola. La soledad es una plaga de nuestra época…». Por ello «sorprende que en estas zonas áridas», en las que las personas (tanto ancianos como jóvenes) lleguen a hacerse arrestar con tal de tener a alguien con quien interactuar, ver «comunidades que se aman». 

  

«Il Cammino Neocatecumenale è una grazia», ha detto Argüello, capace «di portare una predicazione in un mondo che oggi è sordo». «La gente non è più religiosa non va più in Chiesa ed è sempre più sola. La solitudine è una piaga della nostra epoca…». Perciò colpisce in queste zone «aride», dove le persone - gli anziani come i giovani - arrivano a farsi arrestare pur di avere qualcuno con cui interagire, vedere «comunità che si amano».  

  

También el Papa animó esta realidad de las pequeñas comunidades en misión. «No cuentan los argumentos que convence, sino la vida que atrae; no la capacidad de imponerse, sino la valentía de servir –dijo durante su largo discurso. Y ustedes tienen en su “ADN” esta vocación de anunciar viviendo en familia, siguiendo el ejemplo de la Santa Familia: en humildad, simplicidad y alabanza. Lleven esta atmósfera familiar a muchos lugares desolados y sin afecto. Dense a conocer como los amigos de Jesús. Llamen amigos a todos y sean amigos de todos». 

  

«Estoy feliz de encontrarles y de decir hoy con ustedes: ¡Gracias!», dijo Bergoglio. «Gracias por el “sí” que han dicho, por haber acogido el llamado del Señor a vivir el Evangelio y a evangelizar». 

  

Precisamente la evangelización es el fulcro del Camino Neocatecumenal. Y es «la prioridad de la Iglesia hoy», afirmó Francisco. «Misión es dar voz al amor fiel de Dios, es anunciar que el Señor nos quiere y que nunca se cansará de mí, de ti, de nosotros, y de este nuestro mundo, del que tal vez nosotros nos cansamos». 

   

«Vayan», es el verbo que, según el Papa, resume toda la misión. Misión que exige «partir. Pero en la vida es fuerte la tentación de quedarse, de no arriesgarse, de conformarse con tener la situación bajo control. Es más fácil quedarse en casa, rodeados por quienes nos quieren, pero no es la vía de Jesús», que, por el contrario, «envía», «no usa medias tintas», «no autoriza viajes reducidos o reembolsados, sino que le dice a sus discípulos, a todos sus discípulos una sola palabra: “¡Vayan!”». 

  

Este «llamado fuerte» es «una invitación clara a estar siempre en salida», dijo el Papa. Por lo que aconsejó ser «ágiles», pues no es posible llevar todo lo necesario de casa, y «ligeros», porque «para anunciar hay que renunciar». «Solamente una Iglesia que renuncia al mundo anuncia bien al Señor. Solamente una Iglesia desvinculada del poder y del dinero, libre de triunfalismos y clericalismos ofrece testimonio creíble de que Cristo libera al hombre. Y quien, por su amor, aprende a renunciar a las cosas que pasan, abraza este gran tesoro: la libertad. Deja de permanecer enredado en los propioa apegos, que siempre reclaman algo más pero que nunca dan la paz, y siente que el corazón se dilata, sin inquietudes, disponible para Dios y para los hermanos». 

  

Hay que «ir», entonces, y hay que hacerlo «juntos», insistió Francisco. «El Señor no dice: “Ve tú, luego tú…”, sino “vayan”, ¡juntos! Plenamente misionero es quien no va solo, sino quien camina en compañía. Caminar juntos es un arte que hay que aprender siempre». Pero cuidado, no hay que «dictar el paso a los demás», advirtió el Pontífice. «Se necesita, más bien, acompañar y esperar, recordando que el camino del otro no es idéntico al mío. Como en la vida nadie tiene exactamente el paso igual a otro, así también en la fe y en la misión: seguir adelante juntos, sin aislarse y sin imponer el propio sentido de marcha, unidos, como Iglesia, con los Pastores, con todos los hermanos, sin fugas hacia adelante y sin quejarse de los que tienen el paso más lento». Precisamente como los peregrinos que «acompañan a otros hermanos» y lo hacen «con cuidado y respeto por el camino de cada uno y sin forzar el crecimiento de nadie, porque la respuesta de Dios madura sola en la libertad auténtica y sincera». 

  

El Papa indicó un estilo de misión retomando las palabras de Jesús: «Hagan discípulos». Cristo dice esto y no «conquisten, ocupen», es decir, «compartan con los demás el don que han recibido, el encuentro de amor que les ha cambiado la vida». Misión significa, en este sentido, «volver a descubrirse parte de una Iglesia discípula», y «esta dinámica del discipulado (el discípulo que hace discípulos) es completamente diferente de la dinámica del proselitismo», evidenció Bergoglio. 

 

El Papa argentino recordó que en la misión «hay sitio para cada pueblo. Sin excluir a nadie». «Como los hijos para un padre y una madre: aunque sean muchos, grandes y pequeños, cada uno es amado con todo el corazón. Porque el amor, dándose, no disminuye, sino aumenta. Y es siempre esperanzoso. Como los padres, que no ven antes que nada los defectos y las faltas de los hijos, sino a los hijos mismos, y en esta luz acogen sus problemas y sus dificultades. Así hacen los misioneros con los pueblos amados por Dios. No ponen en primer lugar los aspectos negativos y las cosas que hay que cambiar, sino “ven el corazón”, con una mirada que aprecia, un enfoque que respeta, una confianza que sabe ser paciente». 

  

Vayan de esta manera en misión, «pensando que “juegan en casa”», dijo el Papa a los neocatecumenales. «El Señor es uno de casa en cada pueblo y su Espíritu ya ha sembrado antes de que ustedes hubieran llegado». Sean «apasionados de humanidad, colaboradores de la alegría de todos, fehacientes por su proximidad, escuchables por su cercanía», insistió. «Amen las culturas y las tradiciones de los pueblos, sin aplicar modelos preestablecidos. No partan de las teorías ni de los esquemas, sino de las situaciones concretas: así será el Espíritu el que plasme el anuncio según sus tiempos y sus modalidades». 

  

Para concluir, el papa Francisco se dirigió a cada uno de los presentes, invitándolos a agradecer: «Después de cincuenta años de Camino, sería bello que cada uno de ustedes dijera: “Gracias, Señor, porque de verdad me has liberado; porque en la Iglesia he encontrado a mi familia… porque mediante el Camino me has indicado el sendero para descubrir tu amor tierno de Padre». 

  

El encuentro concluyó con el canto del “Te Deum” como «agradecimiento por el amor y la fidelidad de Dios». «Es muy bello esto: agradecer a Dios por su amor y por su fidelidad», observó Bergoglio. «A menudo le agradecemos sus dones, lo que nos da, y esto está bien. Pero es mejor agradecerle por lo que es, porque es el Dios fiel en el amor. Su bondad no depende de nosotros. Hagamos lo que hagamos, Dios sigue amándonos fielmente. Esta es la fuente de nuestra confianza, la gran consolación de la vida». 

  

Entonces, «¡ánimo, no se entristezcan nunca!». Y, «cuando las nubes de los problemas parecen adensarse sobre sus días, acuérdense de que el amor fiel de Dios siempre resplandece, como sol que no se pone. Recuerden su bien, más fuerte que cualquiera de nuestros males, y el dulce recuerdo del amor de Dios les ayudará en cualquier angustia». 

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