Durante el Ángelus, en la Solemnidad de la Asunción de la Beata Virgen, el Papa Francisco recordó que la existencia de María es aparentemente semejante a las de muchas mujeres de su época. Pero María, subrayó el Pontífice argentino, llevó a cabo todas sus acciones «en unión total con Jesús», y en el Calvario esta unión alcanzó su clímax. «Por esto Dios le ha donado una plena participación también de la resurrección de Jesús». «El cuerpo de la Madre –añadió Bergoglio– ha sido preservado de la corrupción como el cuerpo del Hijo». 

  

«La Iglesia nos invita hoy a contemplar este misterio: este nos muestra que Dios quiere salvar al hombre entero, alma y cuerpo. “La resurrección de la carne” es un elemento propio de la revelación cristiana, un eje de nuestra fe», explicó el Papa. «La realidad estupenda de la Asunción de María manifiesta y confirma la unidad de la persona humana y nos recuerda que estamos llamados a servir y a glorificar a Dios con todo nuestro ser, alma y cuerpo», recordó Francisco. 

  

«Un gran padre de la Iglesia, San Ireneo, afirma que “la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre consiste en la cisión de Dios” (“Contra las herejías”, IV, 20, 7). Si viviéremos de esta manera, en el glorioso servicio a Dios, que se expresa también en un generoso servicio a los hermanos, nuestro destino, en el día de la resurrección, será semejante al de Nuestra Madre Celeste. Nos será permitido, entonces, realizar plenamente la exhortación del apóstol Pablo: “¡Glorifiquen a Dios en su cuerpo!” (Cor., 1, 5, 20), y lo glorificaremos por siempre en el Cielo». 

  

Después del Ángelus, el Papa Francisco recordó la tragedia del puente que se derrumbó ayer en Génova, provocando la muerte de 39 personas y diversos heridos».  

Para concluir, el Papa encomendó a María Consuelo de los Afligidos «las angustias y los tormentos de los que, en tantas partes del mundo, sufren en el cuerpo y en el espíritu. Que obtenga Nuestra Madre Celeste consuelo para todos, valentía y serenidad».