El Papa Francisco, icono de renovación evangélica de la Iglesia

El Papa Francisco, icono de renovación evangélica de la Iglesia

"La crítica ha de ser fiel a la verdad"

 

Los medios de comunicación nos han informado los últimos meses de la existencia de diversos movimientos internos eclesiásticos y, también, de personas concretas que cuestionan, e incluso desafían la renovación de la Iglesia Católica promovida y liderada por el Papa Francisco.

Una lectura atenta de estas noticias pone de relieve que detrás de estas críticas, presentadas como teológicas y doctrinales, se esconde una lucha para mantener el poder en manos de un sector, que lo que quiere realmente es continuar dirigiendo a toda la comunidad católica. La agresividad de alguno de estos grupos y personas ha sido tan patente que, incluso han sido denunciados por el mismo Papa Francisco en su discurso de agradecimiento a las felicitaciones navideñas de la Curia Romana del día 22 de diciembre de 2016.

La diversidad de opinión en cuestiones abiertas dentro de la Iglesia no solamente no es negativa, sino necesaria para que el debate abierto ayude a resolver las dificultades y tensiones de manera acertada. Sin embargo, en este caso concreto que vivimos actualmente, se trata de un tipo de personas que cuando gobernaban no permitían ningún tipo de crítica y que, en cambio, cuando no controlan el poder de gestión no se conforman con defender su derecho a opinar siempre respetable, sino que pretenden desprestigiar y negar el derecho a opinar de los no piensan como ellos, incluido el Pastor de la Iglesia Universal. Además, esconden este objetivo del control de poder, fácilmente observable para los expertos, con una argumentación teológica, pero que en realidad es ideológica.

El diálogo que brota del pluralismo eclesial es un buen signo de salud mental y espiritual, porque nadie tiene el monopolio de la verdad. De todas maneras, el diálogo eclesial ha de respetar unas condiciones y actitudes que generen comunión y que, de ninguna manera conduzcan a la dispersión y, todavía menos a la manipulación y a la agresión (1C. 1, 10-13). Ya hace años, el Papa Paulo VI, señaló este peligro cuando en la encíclica programática de su pontificado Ecclesiam Suam (1964) afirmó que el contraste de opiniones y el diálogo han de ir siempre acompañados de claridad, afabilidad, confianza y prudencia.

Por esto es muy correcto que el Papa Francisco, fiel a su talante abierto al pluralismo eclesial, respete la opinión de los que no piensan como él, incluso los que él califica de resistencias ocultas o maliciosas, pero que les recuerde que en el lenguaje de la crítica se han de depurar las actitudes que ocultan o manipulan la verdad. La autenticidad del papa Bergoglio, con su lenguaje y con sus gestos, está promoviendo luz y taquígrafos en la vida de la Iglesia y en su relación con la sociedad; sin embargo, nos recuerda que la crítica ha de ser fiel a la verdad, a la buena nueva de Jesucristo dirigida a todos los seres humanos sin excepción, y a su opción preferencial por los que sufren, por los pobres y los excluidos de la tierra.

En esta colaboración intentaré mostrar la coherencia teológica, espiritual y pastoral del proyecto de renovación eclesial que está llevando a cabo el Papa Francisco desde hace muchos años antes de ser elegido Papa y, al mismo tiempo, la manera como los cristianos podemos cooperar a este objetivo de renovación evangélica de la Iglesia, cuyas bases, hace más de medio siglo, fueron puestas por las Constituciones, Decretos y Declaraciones del Concilio Ecuménico Vaticano II.

En un primer momento presentaré la guía de la reforma del Papa Francisco, como una respuesta evangélica a los retos y signos de esperanza de nuestro tiempo. En un segundo momento, aportaré algunos de los criterios antropológicos, teológicos espirituales y pastorales de discernimiento de la Iglesia-en-acción (teología pastoral) en vista a una reforma permanente de la comunidad cristiana. Finalmente haré algunas sugerencias operativas para seguir avanzando en fidelidad al proceso abierto. En su conjunto, situaré el momento presente, intentando superar una reflexión de mirada corta, coyuntural y cerrada, para ubicarlo en una perspectiva amplia y abierta al dinamismo de la historia y al horizonte de la esperanza, que brota de la fe y conduce a la caridad.

Desarrollaré mi pensamiento mediante la metodología de la "lectura creyente de la realidad", que parte de la observación y escucha atenta de la vida real y de los signos de los tiempos (Lc. 12, 54 - 57); en un segundo momento, interpreta esta realidad a la luz la Palabra de Dios, que es Cristo revelador del Padre y dador del Espíritu; finalmente, y a la luz de estos criterios, la metodología elabora unas directrices operativas, personales y comunitarias, para la transformación de la realidad cotidiana desde una actitud renovada de amor y una opción preferencial por los pobres.

En la conclusión del artículo, intentaré mostrar que la posición actual del Papa Francisco, no es una sorpresa imprevisible en su itinerario vital, sino que responde a su actitud existencial de fidelidad al diálogo con el mundo desde su conversión permanente a la Palabra de Dios. En este sentido, su opción pastoral responde al talante de los Ejercicios Espirituales Ignacianos, es decir, al Principio y Fundamento, al seguimiento de Jesús y a la Contemplación para alcanzar amor. Efectivamente, como indica el mismo Papa Francisco, los Ejercicios Ignacianos tienen entre sus objetivos: deformata reformare, reformata conformare, conformata confirmare y confirmata transformare (reformar lo deformado, conformar lo reformado, confirmar lo conformado y transformar lo confirmado).

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