El Papa: la esperanza es como una mujer embarazada que se acaricia la panza

El Papa: la esperanza es como una mujer embarazada que se acaricia la panza

En Santa Marta, Francisco invitó a tener «la sabiduría» de alegrarse con pequeños encuentros cotidianos con Él: «en los pobres, en la oración, en el Evangelio, en la vida comunitaria»

Una mujer embarazada que «todos los días se toca la panza para acariciar al niño», que «está esperando al niño, vive esperando ese hijo», imaginando sus ojos, su sonrisa, el encuentro con él. Con esta imagen el Papa Francisco ejemplificó la esperanza cristiana: vivir en función de un encuentro: el encuentro con Cristo. 

 

Esta esperanza, dijo el Papa en la homilía durante la misa matutina de hoy, martes 23 de octubre de 2018, en la capilla de la Casa Santa Marta, «no es algo abstracto», sino que enseña la sabiduría de saber alegrarse de los «pequeños encuentros de la vida con Jesús», que suceden «en la Eucaristía, en la oración, en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria». 

 

El Pontífice reflexionó, según indicó Vatican News, del Evangelio de hoy, en el que se habla del padrón cuando vuelve de las bodas: «siempre es un encuentro con el Señor, algo concreto», recordó Bergoglio. 

 

«A mí —dijo— me viene a la mente, cuando pienso en la esperanza, una imagen: la mujer embarazada, la mujer que espera un niño. Va al doctor, le enseña la ecografía: “Ah, sí, el niño… Está bien…”. ¡No! ¡Está alegre! Y todos los días se toca la panza para acariciar a ese niño» y vive esperando ese hijo. «Esta imagen —añadió— puede hacernos entender qué es la esperanza: vivir para ese encuentro. Esa mujer se imagina cómo serán los ojos del hijo, cómo será la sonrisa, cómo será, rubio o negro… pero se imagina el encuentro con el hijo. Se imagina el encuentro con el hijo». 

 

 

Pero yo, como cristiano, invitó el Papa a preguntarse, «¿espero así, concretamente, o espero un poco difuso, un poco gnósticamente?». La esperanza es concreta, es de todos los días porque es un encuentro: «Cada vez damos un paso más hacia este encuentro definitivo». Hay que ser sabios al «saber alegrarse de los pequeños encuentros de la vida con Jesús, preparando ese encuentro definitivo», dijo el Papa. 

 

También reflexionó sobre la primera Lectura de hoy, de la Carta de San Pablo a los Efesios, en la que habla de «ciudadanía y herencia». Habernos convertido en «ciudadanos» «es un regalo que Dios nos ha dado», y consiste en hacernos dado «un documento de identidad», comentó el Papa Francisco. «Nuestra identidad —añadió— es precisamente este ser curados por el Señor, ser construidos en comunidad y tener el Espíritu Santo dentro». 

 

Con esta seguridad de ser «conciudadanos», Dios «nos hace caminar» hacia la herencia: es «lo que buscamos nosotros en nuestro camino, lo que recibiremos al final». Pero hay que buscarlo cada día y lo que saca adelante en el camino de nuestra identidad hacia la herencia es precisamente la esperanza, «acaso la virtud más pequeña, acaso la más difícil de entender». 

 

«Vivir sin esperanza es caminar, sí, hacia un premio, hacia la felicidad que no tenemos aquí pero que tendremos allá…», concluyó el obispo de Roma. «Es una virtud difícil de entender. Es una virtud humilde, muy humilde. Es una virtud que nunca desilusiona: si tú esperas, nunca estarás desilusionado. Nunca, nunca. Y también una virtud concreta. “Pero, ¿cómo puede ser concreta, si yo no conozco el Cielo o lo que me espera?”. La esperanza, nuestra herencia que es la esperanza hacia algo, no es una idea, no es estar en un lugar bonito… no. Es un encuentro». 

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