El Papa: “Dios concede a quien tiene fe, no las peticiones auto-referenciales”

El Papa: “Dios concede a quien tiene fe, no las peticiones auto-referenciales”

Después de la Audiencia general en la Plaza San Pedro, por la tarde, comenzará la Cuaresma. Francisco irá al Aventino para presidir el rito del miércoles de Ceniza

«Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá». Durante la Audiencia general de este miércoles de Ceniza, el Papa recordó estas palabras de Jesús para explicarle a los fieles que estaban presentes en la Plaza San Pedro que con la Oración universal, durante la misa, se pueden pedir «las cosas más fuertes, las cosas que necesitamos, lo que queremos», porque «de una u otra manera» Dios cumplirá las peticiones de los que tienen fe, mientras que las «pretensiones de lógicas mundanas no despegan hacia el Cielo, así como se quedan sin ser escuchadas las peticiones auto-referenciales». 

   

«La escucha de las Lecturas bíblicas, extendida en la homilía, responde al derecho espiritual del pueblo de Dios a recibir con abundancia el tesoro de la Palabra de Dios», dijo el Papa Francisco al proseguir, hoy 14 de febrero de 2018, con su ciclo de catequesis sobre la Misa. Jorge Mario Bergoglio, que hoy reflexionó sobre el Credo y sobre la Oración universal, insistió en que «cada uno de nosotros, cuando va a Misa, tiene derecho de recibir abundantemente la Palabra de Dios, bien leída y bien explicada en la homilía: es un derecho. Y cuando la Palabra de Dios no es leída bien, no es predicada con fervor por el diácono, por el sacerdote o por el obispo, se falta a un derecho de los fieles. Nosotros tenemos el derecho de escuchar la Palabra de Dios. El Señor habla para todos, pastores y fieles. Él toca al corazón de todos los que participan en la Misa, cada uno en su condición de vida, edad, situación. Consuela, llama, suscita retoños de vida nueva y reconciliada. Su Palabra toca al corazón y cambia los corazones». 

  

Entonces, después de la homilía, se prevé en la misa «tras la proclamación de las lecturas bíblicas y de la homilía, guardamos un tiempo de silencio para que se pueda sedimentar en el corazón todo lo que se ha escuchado y se concreten propósitos de adhesión a lo que el Espíritu sugiere a cada uno». Después de este silencio, «la personal respuesta de fe se inserta en la profesión de fe de la Iglesia, expresada en el Credo», explicó Francisco. «Hay un nexo vital entre escucha y fe. Esta, efectivamente, no nace de la fantasía de mentes humanas, sino, como recuerda San Pablo, “proviene de la escucha y la escucha se vincula con la Palabra de Cristo”. La fe se alimenta, pues, con la escucha y lleva al Sacramento. Así, la recitación del “Credo” hace que la asamblea litúrgica “vuelva a meditar y profese los grandes misterios de la fe, antes de su celebración en la Eucaristía”». 

  

«La respuesta a la Palabra de Dios recibida con fe», prosiguió el Pontífice argentino, «se expresa en la súplica común, denominada Oración universal, porque abraza las necesidades de la Iglesia y del mundo. También es llamada Oración de los fieles. Los padres del Vaticano II quisieron volver a incluir esta oración después del Evangelio y de la homilía, sobre todo en los domingos y en las fiestas, para que “con la participación del pueblo, se hagan oraciones por la Santa Iglesia, por los que gobiernan, por los que se encuentran en diferentes necesidades, por todos los hombres y por la salvación de todo el mundo”». 

  

Bergoglio recordó lo que dio Jesús: «Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá». Pero nosotros, aclaró, no creemos en esto, porque tenemos poca fe... «pero nosotros tuviéramos una fe como un grano de mostaza, habríamos recibido todo. “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá”. Y en este momento de la Oración universal es el momento de pedir las cosas más fuertes, las cosas que necesitamos, lo que queremos, “se les concederá” de una u otra manera, pero será hecho. Y, ¿qué respondió aquel hombre a quien el Señor dijo que “todo es posible para quien cree”? “Creo, Señor, ayuda mi poca fe”. También nosotros, dijo el Papa, podemos decirlo, y podemos hacer nuestras oraciones con este espíritu de fe. Las pretensiones de lógicas mundanas, en cambio, no despegan hacia el Cielo, así como permanecen sin ser escuchadas las peticiones auto-referenciales. Las intenciones por las que se invita al pueblo fiel a rezar deben dar voz a las necesidades concretas de la comunidad eclesial y del mundo, evitando el recurso a fórmulas convencionales y miopes. La oración “universal”, que conduce a la liturgia de la Palabra, nos exhorta a hacer nuestra la mirada de Dios, que cuida a todos sus hijos». 

  

Antes de que comenzara la Audiencia, el Papa saludó a un grupo de enfermos que se encontraban en el Aula Pablo VI. Después, a pesar del frío que hacía en Roma, dio su acostumbrada vuelta por la Plaza San Pedro entre los fieles. Invitó a que estuvieran con él en el “papamóvil” seis niños. «Buenos días... aunque el día esté un poco feíto», comenzó Francisco. «Pero si el alma está en alegría, siempre es un buen día. La Audiencia –explicó a continuación– se lleva a cabo en dos lugares, hay un pequeño grupo de enfermos en el Aula, ellos nos ven a nosotros y nosotros les vemos a ellos: saludémoslos con un aplauso». 

  

  

Hoy por la tarde, como todos los años al comenzar la Cuaresma, el Papa irá a la colina romana del Aventino para presidir los ritos del miércoles de Ceniza: la procesión penitencial en la iglesia de San Anselmo, a las 16.30, y, a partir de las 17, Misa que concluirá con la bendición y la imposición de las cenizas.

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