Milán; por qué el Papa comienza desde la periferia

Milán; por qué el Papa comienza desde la periferia

La visita de Francisco comenzará en las “Casas Blancas” de la calle Salomone: « a medida que vamos saliendo del centro vamos descubriendo más cosas». La raíz evangélica de una decisión

Por ANDREA TORNIELLI

 

«La realidad se ve mejor desde la periferia que desde el centro», dijo Francisco en una entrevista que concedió a un periódico parroquial de Villa la Cárcova,en la periferia de Buenos Aires: «Normalmente nosotros nos movemos en espacios que de alguna manera controlamos. Ése es el centro. Pero a medida que vamos saliendo del centro vamos descubriendo más cosas». Que muchas decisiones del Papa estén motivadas por esta conciencia se puede apreciar al ver las metas que ha elegido para sus viajes y en los programas de los mismos. Incluidos los viajes italianos, que comenzaron sorpresivamente en julio de 2013 con el viaje relámpago a Lampedusa. 

 

Hay que ver con esta clave la decisión del Pontífice de entrar a Milán atravesando el umbral de tres viviendas populares en un barrio periférico con problemas sociales. Entrará a las casas de tres familias que viven el problema de la enfermedad o de la falta de trabajo. Una manera para manifestar su concreta cercanía para los que son descartados y que a menudo quedan fuera de la atención de las instituciones. La decisión de Francisco de incluir siempre en sus viajes encuentros con detenidos y visitas a los barrios más pobres no nace, pues, de estrategias de mercadeo, sino de la urgencia evangélica de «tocar la carne de Cristo» en la humanidad herida. 

 

Las periferias tienen un significado decisivo en la Biblia. La misma tierra de Israel es una gran periferia en esa zona geográfica, casi siempre dominada por otros. Los hebreos están en la periferia de los grandes sistemas políticos, un pueblo alejado del centro del poder de entonces, el de la Roma imperial. La misma Galilea era, a su vez, una periferia de Israel en la época de Jesús, además de una encrucijada de diferentes etnias. Es esa la periferia que en los Evangelios se convierte en un centro para la predicación del Nazareno: es allí que se abre su vida pública. Jesús la recorre como un profeta itinerante sin un hogar fijo, acercándose a las personas que viven allí, cuyas fragilidades conoce y frente a las cuales se conmueve, considerándolas «ovejas sin pastor». Y fue allí, después de la resurrección, donde Jesús precedió a los suyos. El Evangelio parte, pues, de la periferia para abrazar a Israel y al mundo entero. 

 

En realidad, Jesús mismo se identifica con los «periféricos», como recordó Andrea Riccardi en su último libro “Periferias. Crisis y novedad para la Iglesia” (Jaka Books). «Tenía hambre y me dieron de comer...». «Les aseguro que lo que hayan hecho a uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo hicieron a mí». Los pobres son los periféricos de la vida y Jesús se identifica con ellos, como nunca en ningún otro hombre o mujer. «Es un hecho extraordinario en los Evangelios –observó Riccardi–, que funda el vínculo permanente entre los cristianos y los periféricos». 

 

En la homilía de la misa de la Epifanía del 6 de enero de 2017, Francisco recordó, hablando sobre los Reyes Magos, que llegaron al palacio de Herodes buscando al nuevo rey que debía ser adorado. «Fue precisamente ahí –dijo Bergoglio– donde comenzó el camino más largo que tuvieron que andar esos hombres venidos de lejos. Ahí comenzó la osadía más difícil y complicada. Descubrir que lo que ellos buscaban no estaba en el palacio sino que se encontraba en otro lugar, no sólo geográfico sino existencial». Descubrieron que Dios «ha querido nacer allí donde no lo esperamos, donde quizá no lo queremos. O donde tantas veces lo negamos. Descubrir que en la mirada de Dios hay espacio para los heridos, los cansados, los maltratados, abandonados: que su fuerza y su poder se llama misericordia». 

 

Francisco añadió en esa ocasión: «el creyente “nostalgioso” busca a Dios, empujado por su fe, en los lugares más recónditos de la historia, porque sabe en su corazón que allí lo espera el Señor. Va a la periferia, a la frontera, a los sitios no evangelizados para poder encontrarse con su Señor; y lejos de hacerlo con una postura de superioridad lo hace como un mendicante que no puede ignorar los ojos de aquel para el cual la Buena Nueva es todavía un terreno a explorar». 

 

San Juan Crisóstomo, Padre de la Iglesia, comentó de esta manera el pasaje evangélico de los Reyes Magos: «Si ellos hicieron un viaje tan grande para ver al Niño, ¿qué justificación tendrías tú que no vas ni siquiera a un callejón para visitarlo, cuando está enfermo y encarcelado?». 

 

Entonces, explicó Papa Francisco, se va hacia los pobres, se va hacia las periferias, no tanto para llevar algo, sino para buscar y descubrir el rostro de Dios, tocando su carne. Se sale y se va a las periferias para encontrar a Jesús, descubrirlo e el rostro de los necesitados. Papa Bergoglio, con su testimonio personal indica a los cristianos la exigencia de salir hacia las periferias geográficas y existenciales (ya sean la República Centroafricana olvidada o el vecino solo y en dificultades) para encontrar allí el rostro de Cristo y tocar su carne. Es decir para dejarse evangelizar y para dejarse “herir” por la realidad, viéndola desde una perspectiva diferente. Para llorar con quien llora y alegrarse con quien se alegra, como se lee en la constitución conciliar “Gaudium et spes”, mostrando el rostro misericordioso de Dios y su ternura. 

Comentá la nota