El abogado Leonel Acosta, apoderado de la alianza Izquierda al Frente por el Socialismo en esa provincia, había asegurado que el postulante “no reúne la condición de idoneidad suficiente para el cargo” y como ejemplo de ello citó “el procesamiento que pesa actualmente sobre el nombrado en relación al desvío de la investigación” de ese ataque terrorista. 

Efectivamente, la presentación de Menem era vista como una maniobra para mantener sus fueros, que le dan inmunidad de arresto -que por su edad, sería domiciliario-, pese a que desde el 6 de agosto de 2015 es juzgado por haber presuntamente ordenado encubrir al empresario de origen sirio Alberto Jacinto Kanoore Edul, a pedido del fallecido padre de éste, que era su amigo. Sin embargo, jamás asistió al debate y solo se hizo virtualmente presente vía videoconferencia debido a supuestos problemas de salud que no le impidieron concurrir días después a una sesión del Senado; más allá de responder las preguntas formales acerca de “las generales de la ley”, sus únicas palabras en más de dos años y casi un centenar de audiencias fueron un lacónico “Me niego a declarar”, que debió reiterar a pedido del presidente del Tribunal Oral Federal Nº 2, Jorge Gorini. 

Asimismo, el ex mandatario fue denunciado por falso testimonio en la causa por el atentado, al mostrarse como un “testigo reticente” ante dos interrogatorios de los titulares de la Unidad Fiscal de Investigación, en su despacho del Congreso y por escrito. “No sé” y “no recuerdo” fueron las reiteradas respuestas del ex mandatario ante las preguntas de los fiscales Roberto Salum, Sabrina Namer y Leonardo Filippini sobre un eventual acuerdo nuclear con Irán o la información recibida de la Secretaría de Seguridad y Protección a la Comunidad, creada al día siguiente del ataque terrorista, el 19 de julio de 1994, por ejemplo. 

Finalmente, su desempeño parlamentario está lejos de ser ejemplar: en sus seis años de mandato asistió muy pocas veces y casi no pronunció palabra.