¿La comunión en la mano?; el Papa recuerda que es posible

¿La comunión en la mano?; el Papa recuerda que es posible

Francisco insiste en que las Conferencias Episcopales son las que deben autorizar las maneras para recibir la Eucaristía. El cardenal Sarah había criticado la costumbre difundida en la actualidad denunciando un ataque diabólico.

Son pocas líneas, pero muy significativas. Al proseguir con su catequesis sobre la misa, durante la Audiencia general del miércoles 21 de marzo de 2018, el Papa Francisco recordó las diferentes maneras en las que se puede recibir la Eucaristía, entre las que está la costumbre de recibir la hostia consagrada en las manos. Un recordatorio que llega después de las severas palabras con las que el cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, criticó hace algunas semanas esta práctica. 

  

Esto es lo que dijo Francisco: «La Iglesia desea vivamente que también los fieles reciban el Cuerpo del Señor con hostias consagradas en la misma Misa; y el signo del banquete eucarístico se expresa con mayor plenitud si la santa comunión se hace bajo las dos especies, aún a sabiendas de que la doctrina católica enseña que bajo una sola especie se recibe a Cristo todo entero (cfr. “Introducción general del Misal Romano”, 85; 281-282)». 

  

«Según la praxis eclesial –continuó Bergoglio–, el fiel se acerca normalmente a la Eucaristía en forma procesional, como hemos dicho, y se comulga de pie y con devoción, o de rodillas, como establece la Conferencia Episcopal, recibiendo el sacramento en la boca o, en donde se permite, en la mano, como prefiera (cfr. IGMR, 160-161). Después de la comunión, para custodiar en el corazón el don recibido nos ayuda el silencio, la oración silenciosa». 

  

En pocas líneas, el Pontífice recuerda, pues, que la comunión recibida por el fiel en las manos no representa, en los hechos, un abuso, sino una de las modalidades previstas en la Introducción General del Misal Romano. Esto es lo que prescriben precisamente los párrafos 160 y 161 de tal documento: «Después el sacerdote toma la patena o el copón y se acerca a quienes van a comulgar, los cuales de ordinario, se acercan procesionalmente. No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado, ni mucho menos pasarlo de mano en mano entre ellos. Los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las mismas normas». 

   

«Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan –continúa el documento–, el sacerdote, teniendo la Hostia un poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga responde: Amén, y recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la consume íntegramente». 

 

Ese «donde haya sido concedido» significa donde la Conferencia Episcopal haya permitido la comunión en la mano, concediendo también este uso. Por lo que no puede ser considerado un abuso, al estar contemplado en la Introducción del Misal y al haber sido autorizado explícitamente por los obispos locales. 

  

El cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (nombrado por el Papa Francisco), en su prefacio al libro de Federico Bortoli “La distribución de la Comunión en la mano. Perfiles históricos, jurídicos y pastorales”, recientemente denunció un ataque diabólico múltiple contra la Eucaristía, afirmando precisamente que la costumbre de recibir la comunión en la mano sería una puerta abierta para estos ataques y recordando que la partícula se recibe con la lengua y de rodillas. 

  

«¿Por qué nos obstinamos –se pregunta Sarah en el texto– en comulgar de pie y en la mano? ¿Por qué esta actitud de falta de sumisión a los signos de Dios?». Y después advirtió: «Que ningún sacerdote ose pretender imponer la propia autoridad sobre esta cuestión rechazando o maltratando a los que desean recibir la Comunión de rodillas y en la lengua: vayamos como los niños y recibamos humildemente de rodillas y en la lengua el Cuerpo de Cristo». 

  

Sarah sostiene que recibir la Eucaristía en la mano se ha convertido en una práctica porque, «debido a una reforma litúrgica que habría debido ser homogénea con los ritos anteriores, una concesión particular se ha convertido en una ganzúa para forzar y vaciar la caja fuerte de los tesoros litúrgicos de la Iglesia». 

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