“Aquí la Iglesia está ayudando a muchos, sin distinciones étnicas o religiosas”

“Aquí la Iglesia está ayudando a muchos, sin distinciones étnicas o religiosas”

La misa de Francisco en el Kyaikkasan Ground de Rangún: «Sé que muchos en Myanmar llevan las heridas de la violencia. Pensemos que la cura puede venir de la rabia y de la venganza. Sin embargo, la vía de la venganza no es la vía de Jesús»

En un país en el que todavía hay muchas heridas «visibles e invisibles» abiertas, y en donde el odio y la violencia debido a motivos étnicos todavía están vivos, hay que recordar que «la vía de la venganza no es la vía de Jesús». Lo hizo el Papa Francisco durante la homilía de la misa en el Kayaikkasan Ground, la zona de 60 hectareas que s eencuentra en el corazón de Rangún en donde se practican unas 30 disciplinas deportivas y en donde también se encuentra el Ministerio del deporte. Es una zona en la que pueden caber 250 mil personas. Allí se reunió el pequeño pueblo católico de Myanmar par encontrarse con el Papa. Eran muchos lo sue estaban, más de 100 mil. Según un primer cálculo de las autoridades locales había unas 150 mil personas. El palco papal estaba cubierto por un techo finamente decrado con motivos dorados orientales. 

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Francisco lleva los paramentos de color verde oscuro, recamados con motivos de flores típicos de la región. Hay cantos en latín y en la lengua local. Las oraciones de los fieles fueron recitadas en las lenguas shan, chin, tamil, karen, Kachin y kayan. La misa fue celebrada en latín, inglés y birmano. Francisco pronunció la homilía en italiano, con traucción al birmano.  

   

El Papa indicó que es «necesario  recordar que tenemos ante nosotros una brújula segura: el Señor crucificado. En la cruz, encontramos la sabiduría que puede guiar nuestras vidas con la luz que proviene de Dios. Desde la cruz también nos llega la curación. Allí, Jesús ofreció sus heridas al Padre por nosotros, las heridas que nos han curado. ¡Que siempre tengamos la sabiduría de encontrar en las heridas de Cristo la fuente de toda curación!». 

REUTERS

«Sé que muchos en Myanmar llevan las heridas de la violencia, heridas visibles e invisibles. Existe la tentación –explicó– de responder a estas heridas con una sabiduría mundana que, como la del rey en la primera lectura, está profundamente equivocada. Pensamos que la curación pueda venir de la ira y de la venganza. Sin embargo, la vía de la venganza no es la vía de Jesús. El camino de Jesús es radicalmente diferente. Cuando el odio y el rechazo lo condujeron a la pasión y a la muerte, él respondió con perdón y compasión».  

 

En un país fuertemente marcado por el odio étnico (basta recordar el destino de los Rohinyá, pero también el de muchas otras minorías que en este momento sufren a pesar de no estar bajo la atención de los medios internacionales), las palabras del Papa indican la única vía cristiana posible. La cercanía a estas otras minorías religiosas está simbólicamente expresada en el pastoral artesanal de madera que usa el Pontífice: se lo regalaron los Kachin que ahora se encuentran en los campos para refugiados de la ciudad de Winemaw, en el estado de Kachin, con una población principalmente cristiana, en la parte septentrional de Myanmar. 

   

«Sé que la Iglesia en Myanmar ya está haciendo mucho para llevar a otros el bálsamo saludable de la misericordia de Dios, especialmente –reconoce el Pontífice– a los más necesitados. Hay muestras claras de que, incluso con medios muy limitados, muchas comunidades anuncian el Evangelio a otras minorías tribales, sin forzar ni coaccionar, sino siempre invitando y acogiendo». 

   

Después, el Papa recuerda que las actividades caritativas son ejercidas sin distinciones: «En medio de tanta pobreza y dificultades, muchos de ustedes ofrecen ayuda práctica y solidaridad a los pobres y a los que sufren. Con el servicio diario de sus obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas, y en particular a través de la encomiable labor de la Catholic Karuna Myanmar y de la generosa asistencia proporcionada por las Obras Misionales Pontificias, la Iglesia en este país está ayudando a un gran número de hombres, mujeres y niños, sin distinción de religión u origen étnico».  

  

Es por ello que el Papa afirma: «Soy testigo de que la Iglesia aquí está viva, que Cristo está vivo y está aquí con ustedes y con sus hermanos y hermanas de otras comunidades cristianas. Los animo a seguir compartiendo con los demás la valiosa sabiduría que han recibido, el amor de Dios que brota del corazón de Jesús». 

  

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