“Amar y servir, de lo contrario la Iglesia se vuelve una institución vacía”

“Amar y servir, de lo contrario la Iglesia se vuelve una institución vacía”

En Santa Marta, el Papa exhortó a la humildad («la verdadera»), utilizando un término «militar» para explicar la actitud de los que creen hacia Jesús: «subordinación». «Él es el más grande; yo soy el siervo; nadie puede superarlo»

Dos mandamientos, «amar al prójimo» y «servir los unos a los otros». Una advertencia: no somos más grandes que Jesús, «Él es el más grande; yo soy el siervo; nadie puede superarlo». En Santa Marta Francisco insistió en los fundamentos del cristianismo, tomando prestada una palabra del léxico militar para explicar cuál es el sitio preciso de los creyentes con respecto a Cristo: «subordinación». 

  

Jesús mismo lo dijo a sus discípulos durante la Última Cena: «ustedes pueden servir», pero «no son más grandes que yo». Precisamente ese pasaje evangélico fue el punto de partida para la homilía que el Pontífice pronunció hoy por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó Vatican News. En ese último momento de recogimiento son los suyos, el Hijo de Dios lleva a cabo dos grandes gestos que «son dos instituciones» y que «son el fundamento, por decirlo así, de su doctrina»: la Eucaristía, para enseñar el amor, y el lavatorio de pies, para enseñar el servicio. «De estos gestos –subrayó el Papa– nacen los dos mandamientos que harán que crezca la Iglesia si nosotros somos fieles». 

  

El primero es el mandamiento del amor: ya no sólo «amar al prójimo como a ti mismo», sino un paso más: «amar al prójimo como yo os he amado». «Sin el amor –recordó el Papa–, no crece, se transforma en una institución vacía, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Ir a su cuerpo: Jesús nos dice cómo debemos amar, hasta el final». 

  

Ámense como yo los he amado. Y después el segundo nuevo mandamiento, aclaró el Santo Padre, que nace del lavatorio de los pies es: «Servir unos a otros». Lávense los pies unos a otros, como yo les he lavado los pies a ustedes. Dos mandamientos nuevos y una advertencia: «Ustedes pueden servir, pero enviados por mí, mandados por mí. Ustedes no son más grandes que yo». Jesús aclara en efecto que «un siervo no es más grande que su patrón, ni que un enviado es más grande que quien lo ha mandado». Esta es la humildad sencilla y verdadera, y no «la falsa humildad». 

  

  

«Saber que Él es más grande que todos nosotros –insistió el Pontífice argentino–, y que nosotros somos siervos, y no podemos superar a Jesús, no podemos usar a Jesús. Él es el Señor, no nosotros. Éste es el testamento del Señor. Se da de comer y beber a sí mismo y nos dice: ámense así. Lava los pies, y nos dice: sírvanse así, pero estén atentos, un siervo jamás es más grande de quien lo envía, del patrón. Son palabras y gestos contundentes: es el fundamento de la Iglesia. Si nosotros vamos adelante con estas tres cosas, no nos equivocaremos jamás». 

  

Los mártires y los tantos santos, prosiguió el Obispo de Roma, siguieron adelante así: «Con la conciencia de ser siervos». Y después Jesús añade una advertencia: «Yo conozco a los que he elegido», y dice: «Y sé que uno de ustedes me traicionará». Por esta razón el Papa concluyó aconsejando a todos, en un momento de silencio, que nos dejemos mirar por el Señor. 

  

«Es dejar que la mirada de Jesús entre en mí. Sentiremos tantas cosas: sentiremos amor, quizás no sintamos nada… o estaremos bloqueados allí, sentiremos vergüenza. Pero dejar siempre –aconsejó Francisco– que la mirada de Jesús llegue. La misma mirada con la que miraba en la cena, aquella noche, a los suyos. Señor tú conoces, tú sabes todo». 

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