La enseñanza de Cristo: aún en el dolor hay una salida

La enseñanza de Cristo: aún en el dolor hay una salida

Primero fueron el triunfo y la celebración. Después, la traición y el dolor. Finalmente, la Resurrección. A través de esa parábola de la vida que encarna Jesucristo renovamos la fe y la esperanza.

Primero fueron el triunfo y la celebración. Después, la traición y el dolor. Finalmente, la Resurrección.

A través de esa parábola de la vida que encarna Jesucristo renovamos la fe y la esperanza.

Tiempo de reflexión la Semana Santa, en la que los cristianos recordamos que lo que hoy duele mañana se puede transformar en felicidad. ¿Acaso no sufre la mujer que da a luz? ¿No es el llanto nuestra primera palabra?

Como ya se ha escrito, si algo está enfermo, está con vida y mientras haya vida, hay esperanza.

Entonces, cuando la misciadura y las dificultades de la coyuntura nacional nos abofeteen habrá que aferrarse a la idea de que hay una salida en este país en el que está todo por hacerse. Porque tocamos fondo y no hay nada más allá de él.

Sería un error dormirse en los laureles del cuestionado INDEC, que acaba de informar que la pobreza bajó pero sin contemplar la serie de aumentos que van desde canasta básica, pasando por las tarifas de luz, gas y agua hasta el transporte, que incrementaron en marzo, lo harán en abril y nuevamente en junio.

“¿Qué es la verdad?”, le preguntó Poncio Pilatos a Jesús, antes de lavarse las manos y  condenarlo a muerte.

Para millones, la verdad está en esa realidad que les golpea la cara. Atenderla es el punto de partida para trasformarla.

La salida está en las entrañas de este país en el que queda todo por hacerse y en el que, por eso mismo, debería avergonzarnos que haya un solo argentino sin trabajo. Porque falta echar a andar una ruda virtuosa de empleo, que construya caminos, viviendas, escuelas, hospitales; que reactive las economías regionales; que rescate el astillero Río Santiago, que con sus barcos surcando el mar permitiría multiplicar los panes y los peces que hoy le faltan a barriadas empobrecidas como las del Conurbano bonaerense.

Pero aún en esta Argentina en la que unos pocos lo tienen todo y tantos otros deambulan con el estómago vacío, hay innumerables ciudadanos de corazón honesto que piensan en la grandeza de la Patria: trabajadores y empresarios, profesionales, estudiantes, artistas, intelectuales, militares y sacerdotes que quieren ver la prosperidad de su pueblo, con una sociedad más justa, soberana y espiritualmente gratificante para las generaciones que los sucedan. A ellos hay que convocarlos.

En esta fecha de reflexión, nuestro más sincero deseo es que, como nos enseñó Jesús en la cruz, del dolor renazca una nueva oportunidad. Que llegue la hora en la que, como contaban nuestros abuelos, al oír las campanas de la Resurrección, nos lavemos los ojos y miremos por fin la gloria.

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