Los católicos por los niños migrantes; más de 300 mil huyen sin una meta y sufren violencias

Los católicos por los niños migrantes; más de 300 mil huyen sin una meta y sufren violencias

Caritas Italiana, el Centro Astalli y la Comunidad Giovanni XXIII presentes en el “Forum Faith Action for Children on the Move”, la plataforma interreligiosa para los prófugos menores de edad

La Iglesia católica ve con mucha preocupación la cuestión de las migraciones forzadas en el mundo y, particularmente, dedica una atención especial al fenómeno de los millones de niños migrantes obligados a dejar sus hogares para vagar en busca de un refugio. Estos jóvenes viajeros están, evidentemente, muy expuestos a los peligros, mucho más que los adultos, y además de sufrir todo tipo de violencia se ven obligados a interrumpir sus estudios y a vivir como adolescentes que han crecido demasiado rápido, con vagos recuerdos sobre la infancia, los juegos y la alegría. 

 

Alrededor de 70 millones de personas de todo el mundo se ven obligadas a huir de las propias casas o países debido a guerras, regímenes militares, desastres ambientales; más de la mitad (el 52%) son niños. El número de menores de edad que viven una existencia precaria y que vagan por el planeta buscando refugio está aumentando peligrosamente. Muchos de ellos siguen a sus familias y se exponen a los peligros e incertidumbres dramáticos del viaje como prófugos. Pero dentro de esta “nación” de niños en fuga, surge un número cada vez mayor (alrededor de 300 mil) de chicos y chicas que atraviesan mares y desiertos y que deambulan en el mundo, a la merced de mafias y traficantes sin piedad, completamente solos. 

 

El Sínodo sobre los jóvenes que acaba de concluir en el Vaticano, dedicó diferentes reflexiones a este inquietante fenómeno. La última, precisamente durante los últimos días de la asamblea sinodal, fue sugerida por el cardenal Berhaneyesus Souraphiel, arzobispo metropolita de Adis Abeba. Después de haber denunciado la mistificación que los medios de comunicación europeos hacen del fenómeno migratorio, haciéndolo pasar por una especie de asalto al continente cuando, en realidad, apenas lo toca (el 86% de las migraciones forzadas son, por ejemplo, intra-africanas o hacia el Medio Oriente y el Asia menor), subrayó el drama de los prófugos menores de edad, que acaban convirtiéndose en niños soldado, que son usados para tráficos espantosos, que caen en las redes de la prostitución o mueren durante el viaje. 

 

 

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Precisamente mientras se estaba llevando a cabo el Sínodo, entre el 16 y el 19 de octubre, se llevó a cabo también, en la curia generalicia de lo jesuitas en Roma, un congreso interreligioso cuyo argumento principal fue el fenómeno de los menores migrantes forzados. El Global Partners’ Forum “Faith Action for Children on the Move”, cuya principal inspiración es la conocida ONG World Vision, comprometida desde hace más de 65 años en la cooperación internacional en todos los continentes, reunió a más de 80 organizaciones de 38 diferentes países, y diferentes tradiciones espirituales (incluidas algunas agencias de la ONU como ANCUR y UNICEF) para elaborar un primer “Plan de Acción” con el fin de contrarrestar la violencia contra los migrantes y refugiados menores de edad. Muchísimas asociaciones y grupos de inspiración religiosa participan, como el World Council of Churches, Islamic Relief, Board of Rabbis of New York, Caritas Internationalis, Anglican Alliance, Salvation Army, Act Alliance, Arigatou International. Entre ellas es muy importante y se encuentra bien representado el mundo católico. 

 

Vatican Insider reunió los testimonios de tres conocidas realidades católicas que participaron en el “Forum” y que están muy comprometidas en los campos de la prevención, la protección y ala acogida de menores migrantes. «El esfuerzo de juntar las religiones y unirlas con un objetivo muy concreto como la protección de los niños migrantes —explicó monseñor Francesco Soddu, director de la Caritas Italiana— me parece una iniciativa de extrema actualidad. Si leemos los últimos documentos del Papa, empezando precisamente por la Carta enviada al director general de la FAO, en ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, comprendemos que el Pontífice pide acciones concretas, en el campo. En esta fase, estamos viviendo un gran avance tecnológico, pero un alarmante retroceso en el nivel de humanidad. Es por ello que creo que este encuentro, que junta a tantas realidades de credos diferentes, es fundamental: la aportación exquisitamente espiritual y religiosa, además de la aportación social, ayudará a que la humanidad recobre lo que le pertenece, empezando por los últimos entre los últimos. Durante el congreso se denunció que las niñas que huyen sufren por lo menos violencia una vez. Es un dato dramático, se trata de vidas destrozadas. Nuestra reflexión, como personas que creen en Dios, debe ser: “Pongámonos juntos y detengamos esta matanza”. Si el diálogo pone en el centro al hombre, se encuentran convergencias no solo entre diferentes ideologías, sino también entre las religiones». 

 

«Para nosotros, del Centro Astalli —la sede italiana del Jesuit Refugee Service (presente en 40 países del mundo)—, la prioridad es la educación de los niños y la construcción de contextos de paz en zonas de conflicto como Sudán del Sur, el Congo o Siria —explica Donatella Parisi, responsable de la comunicación del Centro. En Italia nos ocupamos de acoger y proteger a adultos y menores. Hemos recibido con mucho entusiasmo la petición de formar parte del comité organizativo del “Forum” porque nos ocupamos mucho del tema de los menores en Europa, participamos en diferentes mesas sobre protección de los niños migrantes y sabemos que son muchísimos los que mueren durante el viaje, otros tantos desaparecen. Otro campo en el que queremos mantener viva la atención son los menores en las fronteras: es de hace algunos días la noticia de que algunos chicos migrantes en el campo de Moria, en la isla de Lesbos, llevan a cabo actos auto-lesionistas o intentan suicidarse. Salimos de este “Forum” con esperanza renovada, la dimensión religiosa es fundamental al afrontar estos fenómenos». 

 

«La acción pastoral sobre el fenómeno migratorio —interviene Giovanni Fortugno, de la Comunidad Giovanni XXIII— es más necesaria que nunca en la actualidad. Nuestras parroquias, las diócesis, las asociaciones, los movimientos, todos debemos hacer un esfuerzo para narrar correcta y humanamente las migraciones y superar las mistificaciones. Las posibles acciones son muy simples: basta ir a la doctrina social de la Iglesia, pero también a la fuente directa: las Escrituras. Todo este material nos permite ofrecer una narración correcta de los hechos. En nuestra diócesis de Reggio Calabria estamos tratando de explicar los fenómenos y hacer que los fieles entiendan por qué la gente está migrando y a dónde va. Pero también que estas migraciones son la consecuencia directa de siglos de explotación de las tierras; antes de ayudarlos en sus casas, dejemos de explotarlos». 

 

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