Walter Kaufmann y la identidad judía

Walter Kaufmann y la identidad judía

Cuento Jasídico:

Tras la muerte del rabino Mosheh de Kobryn, Rab Mendel, “el Kozker”, le preguntó a uno de sus discípulos: “¿qué es lo que tu maestro consideraba lo más importante?” reflexionó y dio su respuesta: “lo que estuviera haciendo en el momento.”

Walter Kaufmann nació en Freiburgo, Alemania, el 1º de julio de 1921, ya adulto comentó: “Cuando muera no quiero que hablen de lo que todavía podía haber hecho, hay cobardía en esa idea, quiero que digan que no guardo nada en sí, que todo está en su trabajo, en su vida. “Por su trabajo fue ensayista, poeta, fotógrafo, traductor y editor. Escribió diez libros, tradujo cinco y edito cuatro más.

Walter creció en el seno de una familia protestante, a los 11 años volvió de la escuela preocupado y le dijo a su papá: “¡no entiendo lo que es el Espíritu Santo! Su padre, abogado, trato de explicárselo, pero no lo logró y el niño agregó: “no creo en Jesús y no creo en el Espíritu Santo, parece que solo creo en Dios, entonces no puedo ser realmente cristiano.” Tomó muy en serio su conclusión y antes de cumplir doce años dejó el cristianismo, pero no abandonó la religión, tema que lo apasionaría hasta su muerte, y se convirtió al judaísmo, ignoraba que sus cuatro abuelos habían sido judíos y su padre se había convertido al protestantismo, su mama no, pero hizo a un lado su judaísmo, Walter hizo su Bar Mtzvah bajo la dirección del rabino Leo Back.

 

Hacerse judío en 1933 cuando Hitler había subido al poder era temerario y podía ser llamado una protesta socrática, pero también expresión de un ser nunca inclinado a doblegarse.

Pronto tropezó con el nazismo que le negó la entrada a la universidad por ser judío y a los 17 años, graduado del gimnasium ingresó al Instituto de Estudios Judaicos, viajó a Palestina por tres semanas – viajaría a Palestina, a Israel, muchas veces- cuando volvió a Berlín empezó a estudiar el Talmud preparándose para ser rabino. En enero de ’39 emigró, solo, a Estados Unidos. En el college, en Massachusetts, tomó todos los cursos que había sobre religión y filosofía. Pronto elaboró una actitud profundamente critica frente a todas las religiones establecidas y abandonó el ritual del judaísmo.

Prosiguió sus estudios en la Universidad de Harvard, después del primer año, en su afán de actuar consecuentemente, – había empezado la Segunda Guerra Mundial-, se integró a la fuerza aérea de los Estados Unidos y sirvió como interrogador en el Servicio de Investigación Militar en una prisión alemana en el Rhineland. Volvió a Harvard con la intención de escribir su tesis de doctorado sobre Nietzsche. Se graduó en 1947 y en el otoño de ese año empezó a dar clases de filosofía en la Universidad de Princeton. Lo haría por 33 años. En ’50 publicó su primera obra, extraordinaria y provocadora, “Nietzsche, Filosofo, Psicólogo y Anti-Cristo.” Fue promovido a profesor en ’62.

En 1969 viajo a Israel, tomó parte en el Diálogo Americano-israelí en Haifa y presento una ponencia con el título: “El Futuro de la Identidad Judía.” que ha sido publicada numerosas veces.

En la ponencia decía, entre otras afirmaciones: En los tiempos bíblicos, los judíos se distinguían por sus creencias –o por lo que no creían- por su forma de vida, por su idioma y por sus tradiciones; después del cristianismo y la destrucción del Templo, ser judío era cuestión de religión, pero nunca fue solo eso. Desde Ruth, la moabita, era aceptar un destino común: “Tu pueblo es mi pueblo, tu Dios es mi Dios, y donde tú mueras moriré.” Por 3000 años, condensaban la identidad y el significado de ser judío o escoger ser judío.

 

En los tiempos modernos, la erosión de la religión ha cambiado seriamente las creencias, muchas son compartidas por los no judíos y muchos judíos han perdido sus creencias religiosas, los 613 mandamientos han sido abandonados por millones de judíos, otros seleccionan los que quieren obedecer y aun entre los ortodoxos hay diferencias, tampoco es claro que somos miembros de un destino común. Desde su conversión creía ser parte del destino común, pero donde millones murieron, nosotros no morimos.

Pero aun compartimos el destino de ser sobrevivientes. Para algunos esta experiencia es suficiente. ‘La experiencia del número rápidamente creciente de judíos –los nacidos después de la Segunda Guerra Mundial- es diferente de la nuestra. El destino de los judíos en Estados Unidos, en Rusia o en Israel es diferente de la nuestra. Ser judío ya no es compartir un destino.’

Siempre ha habido diferencias, desde Israel y Yehuda, hasta en la Alemania nazi las hubo, no todos murieron. El destino común solo existe en la memoria y la aprehensión de persecución y destrucción donde solo un remanente sobrevivirá. Esta configuración tiene un grado de fatalismo.’ Para nosotros, quienes hemos renunciado al ritual, a la fe judía, los judíos son un pueblo, no una característica como otra cualquiera.’

Proponer que todos los judíos emigren a Israel le quitaría a Israel apoyo económico y político que le es crucial; Israel depende del apoyo, por débil que sea, de algunos países con una población judía numerosa.

Algunos judíos, luchando contra la erosión religiosa, expresan profunda simpatía por el judaísmo ortodoxo, aunque Kaufmann dudara del futuro de la religión podría reconsiderarlo, pero su comportamiento en Israel hacia los no ortodoxos lo llena de disgusto y la idolatría del Muro de los Lamentos le parece una abominación que recuerda las protestas de Isaías y Jeremías.

¿Qué queda que asegure el futuro del pueblo judío? ¿Nacionalismo, internacionalismo?

Nacionalismo no es un término univoco y Kaufmann no desprecia todos sus significados, pero, aunque descanse en razonamientos de circunstancias atenuantes no puede ser defendido como garantía del pueblo judío y lo rechaza porque consiste de la demanda de un estado nación con un idioma y trata a las minorías como ajenas y en cierta forma resultan ciudadanos de segunda. Frecuentemente, este nacionalismo se acompaña de un sentimiento de superioridad frente a otros pueblos y por irredentismo.

Internacionalismo tampoco es univoco, Kaufmann se refiere a: desmoronar las barreras y liberar la voluntad de personas con diferentes idiomas trabajando juntas con igualdad, vivir el hábito de ver al otro como ser humano y no como nacional de…Quiere ser reconocido como ser humano, “como yo, no como cualquier categoría que serviría para deshumanizarme.’

Se opone al nacionalismo, mientras no haya paz con los árabes, por solidaridad, la diferencia entre los judíos en Israel y los judíos en la diáspora seguirá disminuyendo, pero si llega la paz y desaparece la persecución, ¿cuál será el futuro de la identidad?  ¿Es viable una selección de nuestra tradición no religiosa y no nacionalista?’

Han pasado más de 25 siglos desde la destrucción del Primer Templo que pudo haber sido el final de una historia breve y gloriosa, pero no fue así. Hoy, la pregunta más importante es:” Que hacer ahora?” Pero en un momento de silencio, también podemos preguntar si hay alguna continuidad entre los logros de los tiempos modernos y los tiempos bíblicos.

La respuesta de Walter está basada en la Biblia, allí encuentra pensamientos genuinamente históricos siglos antes de Thucydides;

hay un elemento en la tradición que merece ser preservado y desarrollado.

La identidad judía es la aceptación de la historia de los judíos como historia propia. Si lo aceptamos” es inhumanp” no considerar como judío a alguien solo porque su madre no es judía. los jóvenes deben estudiar historia judía, la Biblia, literatura judía; el sentimiento que tenemos por Israel y Jerusalén no es de fe religiosa, sino de miles de asociaciones que están en nuestro cuerpo.

Los judíos somos herederos de una tradición inalienable marcada por tres intereses fundamentales: justicia social, música y literatura, afán de estudiar. Ningún otro pueblo anhela los tres intereses al mismo tiempo, el más peculiar es la justicia social, nada parecido se encuentra en los escritos de otras religiones mayores. El amor al estudio se encuentra en muchas religiones y culturas como privilegio de una elite pequeña, para los judíos ha sido un interés de casi toda la comunidad. El amor a la música y la literatura también se encuentra en muchos lugares, pero no en los Upanishads o los libros principales de Tao, o el Nuevo Testamento. Acostumbrados a los tres objetivos fácilmente perdemos la singularidad de su conjunción. Ser judío significa tener la buena fortuna de semejante apoyo milenario, tener esa historia es maravilloso y tener acceso libre a tal tradición es una gran bendición

“Nosotros los judíos somos una familia con sus gustos y disgustos y es posible que algunos trabajen mejor y sean más creativos en la diáspora” Desde la creación de Israel se deben agregar nuevas dimensiones como la agricultura o las fuerzas armadas, incluyendo a las mujeres evitando el autoritarismo y el militarismo, la falta de formalidad en los gobernantes, el mejor ejemplo son Ben Gurion y Golda Meir ‘Con tanta creatividad e innovaciones no debemos mirar exclusivamente al pasado. Renunciar a la ortodoxia no es negativo, nos libera para concentrarnos en el futuro.’

Los judíos le dieron al mundo el monoteísmo, trabajemos ahora por el pluralismo, luchemos por el derecho de las minorías, todos construyamos una sociedad pluralista ejemplar. Si podemos mostrar gran capacidad como agricultores, como soldados, como pilotos, triunfar contra toda probabilidad en 1967, no debemos recurrir a las razones atenuantes de las circunstancias en el trato a los árabes en Israel. Es la locura que la mayoría de la humanidad aplique un doble estándar a los judíos por su trato a los árabes y calle o casi no diga palabra por el trato de los árabes a los judíos en los países árabes. Pero, si los israelíes hubieran fracasado como agricultores, perdido en 1967 y si no hubieran producido premios Nobel y músicos magistrales, no más profetas, ni libros merecedores de ser incluidos en la Biblia después del retorno de Babilonia hubiera habido circunstancias atenuantes. Pero nunca nos acomodamos con la excusa justificante de circunstancias atenuantes y los judíos se convirtieron en una luz para las naciones. “Nadie tiene el derecho de exigir más de los judíos que de otras naciones. –nadie excepto un judío.”

Walter Kaufmann volvió a su trabajo de profesor, seguía su camino con independencia sorprendente, enamorado de las pruebas de su autonomía. Viajó a África y un virus atacó su corazón, murió en Princeton el 4 de septiembre de 1980.

El representante del Departamento de Filosofía de Princeton dijo en su elogia: “Vivió su vida con un gasto de su energía deslumbrante, dando de si sin cansancio. La vida que quería, dijo, era de amor e intensidad, sufrimiento y creación’, exactamente así  fue la vida que vivió.”

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