La Virgen María, vista por el Corán

La Virgen María, vista por el Corán

El libro sagrado de los musulmanes describe el ejemplo de sumisión a Dios de la madre de Jesús. Dice el Sagrado Corán: “Ella creyó́ en la veracidad de las palabras de Allah y en Su Libro, y se contó entre las devotas” (Corán 66:12).

Con estas hermosas palabras, el libro sagrado de los musulmanes, comienza a describir la vida de la Virgen María y su familia, mayor- mente relatada en la Sura (capítulo) del Corán, que lleva su nombre: Maryam. María es la única mujer que está nombrada 34 veces en el Corán.

En el Corán Dios dice que María es la mejor de entre Su creación. Su figura nos remite a la imagen de la obediencia, la completa entrega a Dios y la piedad. La figura del creyente en su máxima expresión se encuentra en María.

La obediencia de Maria hacia Dios tiene que ver con la absoluta confianza en Dios. María confió plenamente en la palabra del Angel Gabriel, fue verdaderamente musulmana (en el sentido etimológico de la palabra, entregada a Dios), sumisa a Dios, ejemplo máximo del creyente. Por eso tiene un lugar realmente privilegiado en el Corán. Por eso es llamada por los musulmanes “Madre de las madres, Madre María”.

Es a través de María como Dios elige dar un mensaje al mundo. Es también una enseñanza para los hombres el haberle dado a nuestra Madre María un lugar especial en la creación, el ser la puerta de la Revelación de Dios, a través del Profeta Jesús.

Cuenta el Sagrado Corán que María dio a luz un niño, y en aquel momento, cuando su dolor y su preocupación eran realmente muy grandes, Dios la auxilió milagrosamente.

“Entonces (el ángel) la llamó desde abajo (desde el valle): No te apenes, tu Señor ha hecho fluir debajo de ti un arroyo. Sacude el tronco de la palmera y caerán sobre ti dátiles maduros y frescos. Come, bebe y conténtate, y cuando veas a algún hombre dile: Por cierto he realizado voto de silencio por el Clemente, y no hablaré con nadie hoy.”(Corán 19:24-26).

Entonces María se tranquilizó, y ocurrió el primero de los milagros de Jesús, que siendo un niño recién nacido, habló para calmar a su madre.

Dijo Jesús al nacer: “...por cierto que soy el siervo de Dios, Él me revelará un libro y hará de mí un Profeta. Seré bendecido donde- quiera me encuentre, y me ordenará hacer la oración y pagar el zakat mientras viva. Y me hará benevolente con mi madre, no dejará que sea soberbio ni rebelde. La paz fue conmigo el día en que nací, será conmigo el día que muera y el día en que sea resucitado.” (Corán 19:30-33).

De esta manera, María nos revela una expresión sublime de lo que significa ser verdaderamente un ser humano; incomparablemente santo, además de carente de cualquier juicio o dualismo; de sólida cultura y espiritualidad judía, al mismo tiempo que universalmente receptivo a todas las personas como pueblo de Dios.

Cristianos y musulmanes se unen gracias a María, hija del pueblo de Israel, madre del Mesías, Jesús, la que nos conduce al amor más profundo por nuestros hermanos y hermanas de todas las religiones.

Por Nancy Falcón

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