Finalmente, China y el Vaticano renovarán este próximo fin de semana el acuerdo “provisional” para el nombramiento de obispos que expiraba este 22 de octubre, según consigna este miércoles el diario La Reppublica. De esta manera, se prorroga por otros dos años, hasta el 22 de octubre de 2024, una fórmula ‘ad experimentum’ firmada en Pekín el 22 de septiembre de 2018 según la cual el Vaticano se compromete a someter a la aprobación de Pekín cualquier nombramiento episcopal para la Iglesia china.

Aunque se trata de un acuerdo que ha sido muy contestado por los más críticos al papa Francisco, según señala La Reppublica “en estos cuatro años, no ha habido más ordenaciones episcopales ilegítimas, las celebradas por la Iglesia ‘patriótica’ sin el consentimiento del Papa.

En su lugar, el Papa nombró a seis obispos con el consentimiento de las autoridades chinas. Igualmente importante es el hecho de que otros seis obispos ‘clandestinos’, elegidos en el pasado por la Santa Sede, pero no considerados como tales por la Iglesia gubernamental, han sido entretanto reconocidos por Pekín”.

Hace más de 70 años que China y la Santa Sede no mantienen relaciones diplomáticas, rotas desde que Mao alcanzó el poder en el gigante asiático. Desde entonces, ha habido una lucha sorda entre la Iglesia fiel al Vaticano, perseguida por la autoridades comunistas, y la denominada Iglesia ‘patriótica’, sometida a los dictámenes políticos del Partido Comunista.

En 2018, con la firma de ese primer acuerdo, limitado tan solo al plano “eclesial y religioso”, se dio un paso significativo para avanzar en la normalización de relaciones entre ambas naciones, aunque como reconoció Francisco hace unas semanas durante el vuelo de regreso de Kazajistán, “entender a China es algo gigantesco. No hay que perder la paciencia: cuesta, eh, cuesta mucho, pero hay que seguir adelante con el diálogo”.

Y ese diálogo que está a punto de fructificar de nuevo con la firma de la prórroga, se intensificó los pasado meses de agosto y septiembre hasta cerrar los flecos pendientes.

Uno de los mayores críticos con este acuerdo es el cardenal emérito de Hong Kong, Joseph Zen, de 90 años, detenido en mayo por alentar las protestas de los jóvenes de la ex colonia británica, y que ahora está siendo juzgado.