El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, dio a conocer una reflexión en la que invitó a vivir esta Cuaresma como un tiempo de conversión personal y comunitaria. Convocó a asumir las tareas necesarias para construir el bien común de la Patria, llamó a recuperar el valor de la palabra y la confianza mutua, y consideró “imprescindible” asegurar la independencia del poder judicial y la división de los poderes republicanos.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, dio a conocer una reflexión en la que invitó a vivir esta Cuaresma como un tiempo de conversión personal y comunitaria. Convocó a asumir las tareas necesarias para construir el bien común de la Patria, llamó a recuperar el valor de la palabra y la confianza mutua, y consideró “imprescindible” asegurar la independencia del poder judicial y la división de los poderes republicanos.
Monseñor Arancedo señaló que la conversión es un tema central en cada Cuaresma, y si bien es algo personal, también reconoció que tiene una dimensión social. El prelado pidió “encontrarnos, reconocer errores, ser humildes y superar la dialéctica de enfrentamientos que aíslan y no nos integran”. También observó que la cultura actual va perdiendo el sentido de la sanción moral frente a la deshonestidad, la corrupción y “el éxito económico a cualquier precio”.
“Recordemos que la Patria que nos cobija es un don que hemos recibido, y la república una tarea que siempre debemos construir y cuidar. Siempre tengo presente la actitud de Jesucristo, que amó y lloró por su Patria, Jerusalén. Esto tiene un profundo sentido religioso y patrio”, indicó el prelado.
Monseñor Arancedo también lamentó que el valor de la palabra esté “devaluado” y que haya dejado de ser algo sólido relacionado con la verdad. “Parecería, por momentos, que no creemos en la palabra. A la palabra la nutre la verdad y la daña la mentira. Esto, que puede parecernos pequeño, tiene consecuencias muy graves en la vida social y política porque compromete la credibilidad que es un valor esencial en la vida de la sociedad”, advirtió-
“El poder –agregó-, la autoridad y la misma ley se debilitan. La devaluación de la palabra es signo de una enfermedad social y cultural. Cuando dejamos de creernos no es posible dialogar ni confiar en el otro, no es posible construir el bien común como base de una sociedad libre y madura”. El arzobispo también lamentó que se pierda la confianza mutua, y llamó a vivir la Cuaresma como un tiempo de reflexión y de conversión para recuperar el valor de la palabra y recomponer los lazos de confianza.
Con todo, monseñor Arancedo afirmó que los argentinos “no hemos perdido la esperanza en un mundo donde los principios de la verdad y la vida, la justicia y la paz, el amor y la solidaridad sean una realidad querida y posible”.
Monseñor Arancedo concluyó su reflexión pidiendo a todos los ciudadanos que se comprometan en fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad. “Aunque a veces lo perdamos de vista, la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones, cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo social”, recordó.
El arzobispo también consideró “imprescindible” asegurar la independencia del poder judicial respecto del poder político y la “plena vigencia de la división de los poderes republicanos en el seno de la democracia”.
“La calidad institucional es el camino más seguro para lograr la inclusión social. Debemos fortalecer a las organizaciones de la sociedad. Este es un camino que debemos transitar, cuidar y comprometernos. La fe nos debe hacer mejores ciudadanos para amar y servir a nuestra patria. Que este tiempo de Cuaresma sea un momento de reflexión para asumir las tareas que nos reclama el bien común de la Patria”, concluyó.
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