Siguen las internas en el Frente de Todos y la tensión entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof se nota cada vez más

Siguen las internas en el Frente de Todos y la tensión entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof se nota cada vez más

Quedaron enfrentados tras el desembarco de Martín Insaurralde en el gabinete provincial.

 

Mientras Alberto Fernández trata de seguir al pie de la letra los consejos del catalán Antoni Gutiérrez-Rubí para recuperar algo de la credibilidad que dilapidó en los últimos meses, las internas en el Frente de Todos, lejos de aplacarse, todavía corroen a la coalición oficialista en vísperas de las elecciones de noviembre.

La provincia de Buenos Aires no es solo el distrito electoral que más obsesiona a los socios del gobierno: también es el epicentro de las disputas más crudas del oficialismo, que incluyen a La Cámpora, a los intendentes del conurbano y al gobernador Axel Kicillof.

Una puja de poder por el futuro del proyecto que cuenta además con Cristina Kirchner como principal protagonista, y cuyas derivaciones impactan de lleno en la administración de Fernández.

Máximo Kirchner y Axel Kicillof comparten desde hace años el mismo proyecto político. Pero están enfrentados por la metodología de construcción política -y las vinculaciones-, una disputa que quedó al desnudo con el desembarco de Martín Insaurralde a la jefatura de Gabinete bonaerense, en reemplazo de Carlos Bianco, uno de los dirigentes del riñón más íntimo del gobernador.

Hacía rato que los intendentes querían más presencia en el gabinete de Kicillof. Cualquier movimiento de Insaurralde tiene, desde la llegada del gobernador en la Provincia, el sello de La Cámpora. El avance de Kirchner sobre el PJ bonaerense se encuadra dentro de esa sociedad de mutua conveniencia que también tiene como accionista a Eduardo "Wado" de Pedro.

Axel Kicillof, Cristina y Máximo Kirchner, antes de las elecciones primarias.

En ese sentido, el jefe del bloque oficialista en Diputados avaló que el hombre de Lomas de Zamora haya dejado -en los papeles- su distrito, y abandonado por estos tiempos sus oficinas porteñas de la calle Arroyo, en la que pasaba buena parte del día, para desembarcar en La Plata. A Kicillof no le quedó más opción que aceptar la movida tras la conversación que mantuvo en El Calafate con Cristina Kirchner, tras la debacle electoral de septiembre.

Es que, después de las primarias, el reparto de poder en territorio bonaerense crujió casi tanto como el de la administración que encabeza Alberto Fernández.

De hecho, en medio de la renuncia de la docena de funcionarios K que inauguró De Pedro, hubo tratativas para que el ministro del Interior siguiera su carrera en el Ministerio de Gobierno provincial que dejó Teresa García. Las conversaciones no llegaron a buen puerto. Y después se decidió, finalmente, que "Wado" conservara su lugar.

Por esos días, Máximo Kirchner y Sergio Berni discutieron de manera muy acalorada, al borde de las trompadas. Hay detalles irreproducibles de ese entredicho. El ministro de Seguridad, que cuida su vínculo con Kicillof, solo reconoce a Cristina Kichner como su única jefa.

Trascendió, además, que en esos mismos días Andrés "El Cuervo" Larroque hizo notar su malestar con algunos de los miembros del oficialismo. Larroque reconoce y respeta el liderazgo de Máximo Kirchner, pero plantea, según fuentes del Frente de Todos, distintos matices sobre el futuro del proyecto.

En ese contexto, Fernández, el hijo de la vicepresidenta y el ministro De Pedro llegaron juntos el último jueves al mega acto que el Movimiento Evita organizó en el estadio de Nueva Chicago. Los chispazos entre las organizaciones sociales y la agrupación liderada por Kirchner no son nuevos. La puesta en escena buscó maquillar esas diferencias. Pero no fue más que eso: una puesta en escena.

Con ese nivel de cortocircuitos que dan cuenta de la rivalidad interna por el 2023, el Presidente busca sobrevivir con el manual de la campaña del "sí" que este lunes llevará junto a Juan Manzur a Tucumán.

En el entorno presidencial aseguran que Fernández piensa en cómo transitar los poco más de dos años de mandato que todavía le quedan. El martes, habló durante mucho más de dos horas con Cristina Kirchner en Olivos, tal como reveló Clarín. En noviembre, trasciende, habría más cambios.

El jefe de Estado, sin embargo, piensa más en 2023 que en las elecciones:  quiere terminar de lo mejor posible su mandato. Los encuentros cara a cara con vecinos que empezó a encabezar tras la derrota en el Gran Buenos Aires, dicen, "llegaron para quedarse". 

Los empezó a instrumentar por el consejo del asesor catalán. También lo habló alguna vez con Emmanuel Macron: el francés se lo aconsejó después de implementarlo tras las protestas de los chalecos amarillos en París.

En esos encuentros, confiaron, la principal preocupación pasa por la inseguridad. Había sido, por caso, uno de los pedidos de los intendentes del conurbano en el primer encuentro que tuvieron con el Presidente tras las primarias, en Almirante Brown. Kicillof estuvo ausente, "Wado" De Pedro aún no había renunciado y las tensiones puertas empezaban a aparecer por todos lados. 

 

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