Senegal: Musulmanes celebran la Navidad y cristianos el Ramadán

Senegal: Musulmanes celebran la Navidad y cristianos el Ramadán

En un país con un 96% de musulmanes, los centros comerciales y algunas calles se adornaron en vísperas de Nochebuena. Un cristiano y un musulmán, amigos desde la infancia, cuentan qué los motiva a compartir estas fiestas religiosas.

El país africano es, desde hace siglos, un claro ejemplo de que la convivencia interreligiosa es posible. La celebración de estas fechas tampoco falta en un lugar donde la mayoría de sus habitantes son musulmanes. Pero aunque Senegal es un ejemplo de convivencia, algunos países de Oriente Medio intentan influir en el islam autóctono.

“Hemos crecido juntos, hemos ido a la escuela juntos y hemos salido de fiesta juntos, ¿por qué no tendríamos que ser amigos?”

Aly Ndour, taxista senegalés de 44 años, no concibe motivo alguno para que un musulmán como él no pueda celebrar la Navidad con su mejor amigo, que es cristiano. “Cuando lleguen las fiestas musulmanas será él el que venga a mi casa”, concluye.

El politólogo estadounidense Samuel Huntington vaticinaba ‘el choque de civilizaciones’ con un fondo religioso como la fuente de los conflictos del futuro, y su discurso cuenta con poderosos partidarios en Occidente. Sin embargo, Senegal lleva décadas dando una respuesta única, sencilla y adaptada a la realidad local.

En un país con un 96% de musulmanes, los centros comerciales y algunas calles se engalanan para recibir la Navidad. Los trabajadores se ponen gorros de Papá Noel, los vendedores ambulantes cargan con árboles de Navidad e incluso algunos villancicos ‘made in Senegal’ suenan por las calles. La estampa de un cine, a pocas horas del Barça-Madrid, no podría ser más comercial: un cartel de la película “Black Christmas” al lado de un árbol navideño.

La fotografía puede suponer un auténtico shock para los que consideran que un país de mayoría musulmana, negra y africana está condenado a tener enfrentamientos por cuestiones religiosas. Es innegable que en África occidental cada vez existen más militantes del fundamentalismo islámico y que los choques interreligiosos son una constante casi diaria en los teletipos de las agencias de noticias cuando hablan de Burkina Faso, Mali o Nigeria. ¿Cuál es el secreto de Senegal? Con una extraña mezcla de normalidad y orgullo nacional, muchos senegaleses hacen alusión a una simple palabra: Teranga.

La Teranga es uno de los leit motiv del país. Esta palabra wolof hace referencia a la hospitalidad ante los visitantes, sean estos extranjeros, amigos, familiares o desconocidos. El lema se repite constantemente en todas las conversaciones, como un secreto que los senegaleses no se empeñan mucho en guardar: aquí todo el mundo es bienvenido. La palabra Teranga puede servir para dar nombre a una radio local en Saint Louis, una parada callejera de cacahuetes o el vehículo con el que se va a trabajar. La voluntad de respetar al prójimo implica abrazarle sean cuales sean sus creencias, y muchos consideran que estos principios tan asumidos por la sociedad senegalesa son los que han impedido que hayan existido conflictos destacables por la religión.

El marco histórico parece confirmar esta tesis: ya durante las dos primeras décadas de independencia, Senegal —de mayoría musulmana—, estuvo presidida por el poeta católico Léopold Sédar Senghor. El contexto actual va en esta misma línea: en un lugar donde es habitual que miembros de una misma familia profesen distintos credos, la convivencia interreligiosa tiene difícil convertirse en una fuente de tensión. René Mbabu tiene 27 años y es arquitecto. Él es cristiano y sus padres también, pero su tía —la hermana de su madre— es musulmana.

Saiba Bayo, un politólogo que vive entre Barcelona y Senegal, aclara algunas de estas cuestiones y profundiza en la cuestión de la Teranga: “El tema religioso en Senegal es complejo. Primero existió la religión musulmana, pero después hubo una “senegalización” o “africanización” de esta religión”, explica. “No hay una figura central como un ayatollah o una figura externa, sino que se utilizan líderes creados dentro de Senegal utilizando la perspectiva del país”. Según Bayo, este sincretismo permite que la práctica religiosa en el país africano esté muy alejada de ramas que nutren las filas de Al-Qaeda o el Daesh. De hecho, el sufismo es la rama que sigue el 90% de la población senegalesa, y tiene una vocación artística y cultural expresada a través del canto y del baile.

La cofradía mourid, seguidora del teólogo Cheikh Amadou Bamba, cuenta con un músculo económico importante y tiene miles de seguidores repartidos entre el país y la diáspora senegalesa. Dakar inauguró recientemente la mezquita Massalikoul Djinane, que ha pasado a ser la más grande de África occidental. Este imponente edificio con capacidad para 30.000 personas sobresale en una larga avenida copada por carteles publicitarios de escuelas de management y coaching empresarial, justo al lado de la escuela superior de telecomunicaciones. Con cinco minaretes, cuatro salas de rezo y una gigantesca explanada exterior, la mezquita ha tenido un coste de 30 millones de euros. Tras siete años de obras, su inauguración en septiembre concretó en este edificio el poder financiero de los mourid.

Pero incluso en esa cofradía no hay una visión monolítica de la realidad, tal y como explica Bayo: “Cada uno puede tener su pequeña mezquita en su casa o tener un rincón donde no tiene que responder ante nadie”. “Las daras son escuelas coránicas donde se estudia religión, pero también convivencia, ética, justicia y moral —contextualiza el polítologo—. Los profesores influyen mucho en los alumnos [conocidos como ‘talibés’], y estos después pueden crear nuevas daras en las que defender sus principios”. Por eso, explica Bayo, uno puede ser mourid, pero seguir a un talibé distinto: “Sería como si habláramos de franquicias de una misma cofradía”. Este hecho evita la centralización y el dogmatismo alrededor de la figura del líder. Para Bayo, el papel del califa es diferente si se establecen comparaciones entre los dogmas del Daesh y el islam que se practica en Senegal. Si para unos el califa es una figura política y religiosa, para los senegaleses éste solo debería jugar un rol espiritual.

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