Por diferentes razones, en esta tarea coincidieron Alberto Fernández y La Cámpora, pese a que permanecen las distancias entre ellos.

Corrido de la escena principal, al Presidente le surgió esta oportunidad de ganar protagonismo. Además, le permite disimular una doble inacción de la gestión oficial (capítulo mil).

Nada se avanza en la asignación de responsabilidades de la Policía Federal en la custodia de CFK y en el desbloqueo del celular de Sabag Montiel, el atacante. El jefe político de la fuerza, Aníbal Fernández, los defiende a capa y espada. Parece que basta con eso. Tampoco se dice nada sobre el rol de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) para prevenir el hecho. Nadie mira demasiado hacia allí ni al titular del organismo, Agustín Rossi. Curioso.

Paciencia finita

Tiene más lógica la hiperactividad camporista. Amén del impacto emocional del ataque a Cristina, que la jefa vuelva a ser el eje esencial de la coalición oficialista es casi la razón de ser de La Cámpora.

De todas maneras, convengamos que también este grave intento de atentado a la institucionalidad le sirve un poco para disimular cómo debió cambiar su discurso sobre la política económica del FdT. Lo que se censuraba sin más de Guzmán se le permite ampliamente o en silencio a Massa.

Unos y otros, además, encuentran en esta bandera de unidad la expectativa de hallar algún camino de resurgimiento con vistas a 2023. La estrategia se puso en marcha a partir del pedido del fiscal Luciani de condenar e inhabilitar a Cristina por corrupción y aceleró a la velocidad de la luz con el frustrado magnicidio. Por eso el acompañamiento de casi todo el peronismo (excepto el de Córdoba y el alineado en JxC), aun el de los sectores críticos con el  kirchnerismo.

Los primeros números nacionales que arrojan encuestas posatentado en poder del Gobierno no marcan mejora alguna en el escenario de imagen y con vistas a la elección del año próximo. Pese a esta foto, el FdT apuesta a una película protagonizada por la épica y el desgaste interno de la oposición. Unos y otros no parecieran conectarse con la agenda de preocupaciones básicas de gran parte de la sociedad argentina.