El sacerdote salesiano Adrián Botta tuvo una activa participación en el operativo que posibilitó que el joven de 19 años no se tire al vacío en la noche del lunes desde el quinto piso del edificio ubicado sobre la calle Brandsen, entre 9 de Julio y Sarmiento, al costado del templo de la parroquia María Auxiliadora. 

Desde que una vecina escuchó los gritos del joven de 19 años, a las 21.15, sentado en la cornisa del edificio, hasta que se puso en marcha el operativo de rescate y finalmente el muchacho desistió de su idea de quitarse la vida, 22.30, pasó más de una hora.

Pero además de la presencia del Cuerpo de Bomberos, personal del SIPEC, REFSA y un equipo de psicólogos, fue determinante la ayuda brindada por el padre Botta. 

El cura dijo en el programa La Mañana En Vivo, de la FM VIVA 102.3 que al adolescente lo conoce desde hace un buen tiempo porque lo había visitado en la parroquia y planteado los problemas que tenía. 

“No es la primera vez que se siente mal. Estaba angustiado por su historia familiar. Hay muchos jóvenes que tienen situaciones muy duras y difíciles en la propia familia, de haberse criado solos y en la calle. Es una persona que ya recibió tratamiento psicológico y psiquiátrico, y quizás no estaba tomando la medicación para poder resolver su problema de salud. El joven vino a visitarme y lo contacté con el Hogar Don Bosco para que pueda hacer algunos talleres y poder alimentarse. Desde Cáritas lo asistimos con ropa y lo ayudamos a conseguir un alquiler por un mes y que pueda tener un trabajo. Había una relación fluida”, comentó el religioso.

Cuando los rescatistas preguntaron si podían llamar a alguien, el muchacho pidió por el padre Botta y también por su madre. “Me avisan de la situación y voy de inmediato. La ayuda fue un poco entre todos, la psicóloga de la Policía, el padre Gabriel, el hermano Lucas y la ventaja mía de conocerlo.

Tuvimos un largo diálogo y tomaron intervención otras personas. Pero creo que lo determinante fue cuando le dije: ‘Quiero darte un abrazo, querés venir vos acá, yo voy para allá o nos encontramos en el medio del camino’, y entiendo que eso hizo un clic en este joven”, expresó el sacerdote. 

En medio de su relato, entendió que en el fondo hay una necesidad de cariño muy grande. “En realidad, él está buscando el abrazo de su madre. El abrazo fue el signo y cuando se acercó lo recibimos con cariño y le dijimos que todos cometemos errores en la vida, pero lo mejor es no darse por vencido y que la forma más buena de superar los problemas es seguir intentando y viviendo. Todos necesitamos un apoyo, alguien que nos ayude y seguir luchando en la vida y reconocer que Dios nos ama infinitamente”, remarcó.

El padre Botta señaló que es la primera vez que le toca estar frente a una situación extrema como la del lunes por la noche. “Hablé muchas veces con personas que piensan en suicidarse o que vienen a verme angustiadas a pedir ayuda, en busca de contención. Pero nunca algo así. Lo bueno es que todo terminó bien”, agregó.

ENCONTRAR UN SENTIDO 

A manera de reflexión, aseguró que la vida es un gran valor y hay que aprender a disfrutarla y aprovecharla, pero afirmó que, para eso, hay que encontrarle el sentido. 

“Creo que eso se logra cuando uno tiene alguien a quién amar, un sueño que realizar y un trabajo que concretar. Siempre es bueno tener una ideología por la cual luchar y vivir. Son importantes las relaciones humanas, alguien que te pueda ayudar, con quien dialogar, contarle los problemas y desahogarse en momentos de angustia. Más allá de todo lo que te pase, Dios te ama y en el abrazo de Dios todos nos sentimos recibidos y amados.

Anoche (por el lunes) cuando estábamos arriba de la torre miré la Iglesia y le pedí a Dios que abrace a ese hijo suyo, y estoy convencido que el Señor hizo su obra”, concluyó.