Pompeya: Donde la Virgen logró la conversión de un espiritista

Pompeya: Donde la Virgen logró la conversión de un espiritista

“Es promesa de María, quien propaga el Rosario es salvo”

 

Italia está salpicada de santuarios marianos. Y ciertamente, uno de los más amados es el de la Virgen del Rosario de Pompeya. El inicio de la construcción de este santuario se remonta al mes de mayo de 1876, cuando el icono de la Virgen del Rosario fue llevado a Pompeya por petición del abogado Bartolo Longo, que había vivido una fuerte experiencia espiritual mientras caminaba en el campo.

 

La inspiración era bastante especial, ya que había sido una voz la que le sugirió: “Si buscas la salvación difunde el Rosario. Es promesa de María, quien propaga el Rosario es salvo”.

En 1901 el Papa León XIII, que observó la gran afluencia de los peregrinos, bautizó este santuario como la “Parroquia del Mundo”. La construcción comenzó como una iniciativa de Bartolo Longo, proclamado beato por el papa Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980, y se hizo posible gracias a los donativos y ofrendas provenientes de todo el mundo. Fue particularmente significativo la aportación de “un centavo al mes” de todos los habitantes del Valle de Pompeya.

Bartolo Longo, promotor de la devoción a la Virgen del Rosario de Pompeya, ha escrito numerosos textos y oraciones, algunos de los cuales son considerados verdaderos “bestsellers” de la literatura mariana Mundial. El deseo que tuvo el día de la inauguración de la fachada del santuario, de ver alguna vez al Papa bendecir la multitud de fieles e invocar la paz en el mundo desde lo alto de su balcón, se hizo realidad el 21 de octubre de 1979 cuando Juan Pablo II fue por primera vez en peregrinación al santuario de Pompeya.

El Papa polaco regresó por segunda vez el 7 de octubre de 2003 para clausurar el año del Rosario que él mismo había instituido. También el papa Benedicto XVI visitó el Santuario el 19 de octubre de 2008 y dio a la Virgen como homenaje la “Rosa de Oro”, una distinción honorífica de reconocimiento que el Papa daba antiguamente a los soberanos. La “Rosa de Oro” ha sido recibida asimismo por otros santuarios ilustres, como el de Fátima en Portugal, Aparecida en Brasil, Luján en Argentina y Guadalupe en México.

 

Oración:

“Reina gloriosa del Santo Rosario, que elegiste el Valle de Pompeya para un nuevo trono de tu poder, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, yo te ruego, por tus alegrías, por tus dolores, por tu gloria y por el Misterio de la Encarnación, en cuyo honor me he acercado a la Santa Misa, dígnate concederme esta gracia. (Aquí le pedimos la gracia) Amén”.

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