Es la estructura arquitectónica, pictórica y escultórica situada detrás del altar. Cuenta con el vitral más grande de la diócesis, el cual fue descubierto por el autor y el Padre Leonardo Palluzzi, quien celebró sus diez años como secerdote.
La Parroquia San Antonio de Padua, ubicada en la calle Florencio Varela 1343 de Gerli, inauguró un nuevo retablo (la estructura arquitectónica, pictórica y escultórica que se sitúa detrás del altar en las iglesias católicas), el cual posee como característica principal una tríada de vitrales y uno de ellos es el más grande de la diócesis de Avellaneda-Lanús.
La ceremonia fue llevada a cabo en el marco del 10º aniversario de sacerdocio del Padre Leonardo Palluzzi, quien tiene a su cargo la Parroquia.
Más de cuatrocientos fieles participaron del descubrimiento, inauguración y bendición del nuevo retablo, que cuenta con una tríada de vitrales. Uno de ellos, el central, grafica la gloria de Cristo crucificado, y a sus lados la imagen del Cordero resucitado y el Espíritu Santo descendiendo.
Asimismo, en esta primera etapa, en las paredes laterales del templo fueron emplazados dos ojos de buey, los cuales forman parte de un conjunto de ocho vitrales que graficarán los grandes milagros de San Antonio.
Los vitrales fueron realizados por el profesor Claudio De Luca, con la colaboración del propio padre Leonardo Palluzzi, actual estudiante de dicha técnica.
Respecto del 10º aniversario de su ordenación sacerdotal, el padre Leonardo Palluzzi recordó con emoción que su primera misa la celebró en la propia parroquia de San Antonio de Padua, y que, luego de varios años, más precisamente en el mes de septiembre del año 2012, el Obispo Rubén Frassia le asignó la conducción de la parroquia.
“En aquella misa lloré por la emoción de haber confirmado el llamado que Dios me había hecho, que hasta entonces solamente en mi interior tenía certeza, pero dependía de la voluntad de otros, del obispo y de los que votan para la ordenación. Cuando estuve ordenado fue para mí una alegría, pude experimentar en el afuera la certeza que ya vivía adentro, porque no necesité ser cura para ser feliz, ya era feliz como monaguillo, como joven de parroquia, como seminarista, aún en medio de la cruz, era feliz. Eso me parece que es lo más importante que personalmente puedo dar como testimonio. No necesité del ministerio sacerdotal para ser feliz, por eso le doy gracias a Dios de que lo vivo y de cómo lo estoy viviendo, con simpleza, con la soltura de no tener apetencias de ningún orden. Si Dios me llama hoy le doy gracias porque estoy feliz, lo que él me regale será para seguir haciendo su obra y hasta cuando él me diga”, relató el Padre Palluzzi a La Ciudad.
Asimismo, el Padre Palluzzi recordó con gran gratitud su paso por la Parroquia Cristo Redentor, de Villa Jardín, en Lanús y Cristo Rey de Villa Castellino.
El coro de las Fuerzas Armadas estuvo presente en la ceremonia de inauguración e interpretó diversos cánticos religiosos los que fueron acompañados por las voces de los cientos de fieles presentes.
Durante su homilía, el Padre Leonardo Palluzzi, aprovechó la oportunidad y agradeció de manera muy especial a Cristián, Claudio y Alberto, esté último fallecido a principios de año, como así también a toda la comunidad de la Parroquia San Antonio de Padua por su permanente apoyo y colaboración.
Al culminar la misa, el Padre Leonardo Palluzzi entregó a los fieles estampas y medallas de San Antonio de Padua como recordatorio de sus 10 años de sacerdocio, para luego compartir con ellos un multitudinario almuerzo.
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