Entrevista con el cardenal Secretario de Esyado vaticano sobre el drama de los migrantes en el mar Mediterráneo: «Hay que desmontar la red de los traficantes. Hay que crear las condiciones en los Países de origen para que el éxodo se detenga. Debemos construir la paz con más diálogo»
Se necesita una colaboración «más concreta» por parte de Europa. Hay que «crear las condiciones» en los Países de origen para que se detenga el éxodo y «construir la paz con más diálogo». El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado vaticano, en esta entrevista con Vatican Insider habla sobre el drama de los migrantes en el mar Mediterráneo.
¿Cuál fue su primera reacción frente a lo que sucedió?
Es una tragedia enorme. Lo es la pérdida de cada vida humana. En estos meses, como en estos años, han sucedido muchísimos episodios de este tipo. Pero, claramente, este último tiene una dimensión que provoca escalofríos. Cuántas personas que buscaban la salvación huyendo de situaciones de pobreza, de violencia, encontraron la muerte en el fondo del mar: es algo que verdaderamente aterroriza. Mi reacción es un gran dolor.
¿Qué es lo que espera la Santa Sede?
Esta enésima tragedia llama a la responsabilidad de todos, no podemos permanecer indiferentes frente a estas situaciones. Debemos trabajar todos: el Papa lo decía en el discurso del sábado al Presidente de la República Italiana Sergio Mattarella, agradeciendo a Italia por lo que ha hecho y diciendo que se necesita verdaderamente un compromiso general, sobre todo por parte de Europa, para dar respuestas a estos problemas y para evitar que se repitan estas tragedias.
¿Debería la Unión Europea debe considerar las costas italianas como propias?
Creo que toda Europa debe encargarse de un problema que no es solamente italiano o que es italiano solo al principio, porque estamos más cerca desde el punto de vista geográfico a las costas africanas, pero el fenómeno migratorio nos toca a todos. Un solo país no es capaz de dar respuestas satisfactorias a estos problemas.
¿Cree que Europa es consciente de esta responsabilidad?
Creo que tiene esta consciencia, se han dado pasos con respecto al pasado, en relación con la colaboración entre los diferentes países. Pero frente a estos eventos hay que hacer que la colaboración sea más precisa y mucho más concreta.
¿Qué hay que hacer, más allá de la emergencia de salvar las vidas de todos los que corren el peligro de ahogarse en el mar?
Hay que crear en los Países de origen condiciones que permitan la permanencia y que no favorezcan el éxodo. Y hay que desmantelar toda la red de traficantes. Este es uno de los puntos fundamentales: desgraciadamente hay demasiadas personas que ganan especulando con las vidas de tantos inocentes.
Y la Iglesia, ¿qué puede hacer?
Además, naturalmente, de toda la obra de promoción social que favorezca las condiciones a las que me refería, creo que la Iglesia podría también hacer una obra de convicción mayor, conscientizando sobre los graves riesgos a los que se exponen estos prófugos. Me sorprendió escuchar las entrevistas de algunos de los sobrevivientes: algunos pensaban que el Mediterráneo que tenían que atravesar era solo un río. Muchos no saben lo que encontrarán y son engañados.
El caso es que la gente huye de situaciones difíciles...
La respuesta es crear las condiciones para que ya no se registren estos flujos. Y luego está el enorme problema de la paz. En muchos casos esta gente huye de los lugares en los que hay conflictos. Y, por lo tanto, el problema de los migrantes está relacionado con el esfuerzo de la diplomacia internacional para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos.
Hay algunos que acusan a la Santa Sede de insistir demasiado sobre las soluciones diplomáticas frente a situaciones que parecerían sin solución. ¿Cómo responde a estas acusaciones?
Lo decimos siempre: en estas situaciones de conflicto que se multiplican en muchas partes del planeta se requiere más diálogo, no menos diálogo. Estamos convencidos de ello. Claro, el diálogo no es una solución mágica; implica que haya condiciones, que haya la voluntad de dialogar para encontrar soluciones compartidas y pacíficas. Probablemente esta voluntad no la comparten todos, pero nosotros creemos que no hay otros caminos para resolver los problemas de nuestro mundo. Deberíamos trabajar todos en este sentido.
¿Y qué le parece la sorprendente insistencia con la que el Papa habla del tráfico de armas y de los intereses económicos tras las guerras?
No me sorprende, porque toca un punto neurálgico: hay demasiados intereses materiales en juego que, a menudo, prevalecen. Me parece que el Papa demuestra un gran realismo llamando a todos a asumir las propias responsabilidades.
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