Para el líder de los jesuitas, "hay una lucha política en la Iglesia"

Para el líder de los jesuitas,

Arturo Sosa, superior de los jesuitas: Nacido en Caracas, doctor en Ciencias Políticas, el religioso es el primer latinoamericano y el primer religioso no europeo en comandar la Compañía de Jesús

 

Por: Elisabetta Piqué

 

El venezolano Arturo Sosa sostiene que los críticos de Francisco se oponen al espíritu de apertura y buscan influenciar al cónclave que elegirá a su sucesor

 

El padre venezolano Arturo Sosa, desde octubre de 2016 superior de los jesuitas, reconoció ayer que "hay una lucha política" en el seno de la Iglesia Católica, donde quienes atacan al Papa en verdad se oponen a las aperturas del Concilio Vaticano II y apuntan a ejercer influencia en vista del cónclave que elegirá a su sucesor.

"No hay duda de que hay una lucha política en la Iglesia Católica entre quienes quieren la Iglesia soñada por el Concilio Vaticano II y los que no", reconoció Sosa, el primer latinoamericano y el primer no europeo al frente de la Compañía de Jesús (congregación fundada en 1540), en un encuentro en la Asociación de la Prensa Extranjera de Roma.

"En esta lucha entra un elemento que Francisco siempre menciona que es el clericalismo, un modo de entender el ejercicio del poder en el seno de la Iglesia", apuntó Sosa, y puntualizó que para combatir esto el Papa promueve "sinodalidad", término que significa "caminar juntos", es decir, mayor colegialidad y participación a la hora de la toma de decisiones.

También llamado "el papa negro" -por el hábito de ese color del Superior General y por el cargo vitalicio-, aunque vestido con una guayabera blanca, Sosa consideró, en efecto, que "Francisco es hijo del Concilio Vaticano II", evento eclesial que convocó Juan XXIII en 1962 y cerró Pablo VI en 1965, que abrió la Iglesia Católica a la modernidad. Y subrayó que es por esto que está en la mira de los sectores más conservadores.

"Como hijo responsable del Concilio Vaticano II, el papa Francisco pone toda su energía y capacidad pastoral para encarnar y hacer realidad todo lo que este evento ha soñado para la Iglesia, y me parece que esto es un gran aporte, porque la verdadera reforma de la Iglesia se dará si se acerca lo más posible al diseño del Concilio Vaticano II", explicó el prelado, licenciado en Filosofía y doctor en Ciencias Políticas. "Como sucedió en los últimos 50 años, hay quienes son más favorables y quienes más se resisten al Concilio Vaticano II... Pero cincuenta años no son muchos", agregó.

Consultado sobre los intentos de grupos ultraconservadores de debilitar al Papa, atacando por ejemplo el documento preparatorio del sínodo que tendrá lugar en octubre sobre la Amazonia -que algunos prelados hasta consideraron "hereje"-, Sosa consideró que se trata de maniobras que van más allá y tienen que ver con la sucesión del primer papa jesuita.

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"Estoy convencido de que no se trata solamente de ataques al Papa, porque pienso que todos estos [opositores] saben que él no va a cambiar. Francisco está tan convencido de lo que hace, de su acción, desde que fue elegido, que no va a cambiar", dijo, tras recordar que recibió durísimas acusaciones también en los anteriores sínodos sobre los jóvenes y la familia. "Él, además, está muy sereno ante las críticas", agregó, y se mostró convencido de que las continuas ofensivas "son un modo de tener influencia en la elección del próximo pontífice, porque Francisco no es un jovenzuelo y su pontificado no será el más largo de la historia". "Los opositores piensan en su sucesión porque es necesario mucho tiempo, mucho más que 50 años, para poner realmente en acto el Concilio Vaticano II", aseguró.

Nacido en Caracas y superior provincial de los jesuitas en Venezuela entre 1996 y 2004, consultado sobre la situación de Venezuela, Sosa admitió sentir "dolor" por el sufrimiento de su pueblo. Al margen de hablar sobre la terrible situación económica y la grave crisis humanitaria, denunció la "violación sistemática de los derechos humanos", aseguró que "no solo hace falta un cambio de gobierno, sino también un cambio de régimen político, porque este sistema demostró ser un gran fracaso, a través de elecciones verdaderamente libres". Ante una pregunta de LA NACION, al margen de admitir que habló de este tema con el Papa, consideró crucial para un desbloqueo de la situación "un gran apoyo internacional".

 

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