Francisco en Santa Marta: «Esto no lo puede explicar ningún teólogo. Solo podemos llorar de alegría»
Ni siquiera los teólogos más agudos y eruditos pueden explicarlo: los seres humanos son el sueño de amor del Señor. Lo afirmó Papa Francisco durante la homilía matutina en la misa que se llevó a cabo hoy en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana. La de hoy fue la primera misa después del anuncio del Jubileo extraordinario de la Misericordia. Ante este amor de Dios por los seres humanos, que es tan inmenso y estupendo, solo podemos llorar de alegría.
El Pontífice argentino reflexionó en su homilía sobre la Primera Lectura del profeta Isaías, en la que Dios dice que formará «nuevos cielos y una nueva tierra: Francisco subrayó que la segunda Creación de Dios es mucho más «maravillosa» que la primera, porque «cuando el Señor “vuelve a hacer” el mundo arruinado por el pecado», lo hace en Jesucristo.
Y en esta renovación total, absoluta, Dios expresa su alegría: «Vemos que el Señor tiene mucho entusiasmo: habla de alegría y dice una palabra: “Gozaré de mi pueblo”. El Señor piensa en lo que va a hacer, piensa que Él, Él mismo será alegre con su pueblo. Es como si fuera un sueño del Señor: el Señor sueña. Tiene sus sueños y sueña con nosotros. “Ah, va a ser muy hermoso cuando nos encontremos todos juntos, cuando nos encontremos allá o cuando esa persona, aquella... esta camine conmigo... ¡Como voy a gozar ese momento!”. Para poner un ejemplo que pueda ayudar, es como si una chica con su novio o el chico con su novia pensara: “Pero, ¿cuándo podremos estar juntos?, ¿cuándo podremos casarnos?”. Es el “sueño” de Dios».
El Señor, continuó el Papa, «piensa en cada uno de nosotros» y «piensa bien, nos quiere bien, “sueña” con nosotros. Sueña con la alegría que gozará con nosotros. Por esto el Señor quiere “re-crearnos”, renovar nuestro corazón, “re-crear” nuestro corazón para triunfar en la alegría».
«¿Lo han pensado?», progisuió el Papa. «¡“El Señor sueña conmigo! ¡Piensa en mí! ¡Estoy en su mente, en el corazón del Señor! ¡El Señor es capaz de cambiar mi vida!”. Y también llora mucho: “Fabricaremos casas, plantaremos viñedos, comeremos juntos...”. Todas estas son las ilusiones de un enamorado... Y aquí el Señor se muestra enamorado de su pueblo. Y cuando él le dice a su pueblo: “Pero, yo no te elegí porque seas el más fuerte, el más grande, el más potente. Te elegí porque eres el más pequeño de todos. Podrías decir: «El más miserable de todos». Pero yo te elegí así”. Y esto es el amor».
Así pues, el Señor «está enamorado de nosotros», insistió el Papa al comentar el pasaje del Evangelio de hoy sobre la curación del hijo del funcionario real: «Creo que no hay ningún teólogo que pueda explicar esto: no se puede explicar. Solo podemos pensar en esto, sentir y llorar. Llorar de alegría. El Señor nos puede cambiar. “¿Y qué tengo que hacer?”. Creer. Creer que el Señor puede cambiarme, que él es potente, creer como hizo ese hombre que tenía al hijo enfermo, en el Evangelio. “Señor, baja, antes de que muera mi niño”. “Ve, ¡tu hijo vive!”. Ese hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Creyó. Creyó que Jesús tenía el poder de cambiar a su niño, la salud de su niño. Y venció».
La fe «es dejar espacio a este amor de Dios –concluyó el Papa–, es darle espacio a la potencia, al poder de Dios, pero no al poder de uno que es muy potente, sino al poder de uno que me ama, que está enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer: es hacerle espacio al Señor para que venga y me cambie».
Comentá la nota