El Papa hablará del diálogo ante los obispos argentinos

El Papa hablará del diálogo ante los obispos argentinos

Será en el cierre del encuentro ad limina. Impulsaría que en esta crisis la Iglesia tenga un mayor protagonismo.

 

Vista desde el Vaticano y en la óptica del compatriota que es el líder espiritual de 1.300 millones de bautizados católicos, los riesgos cada vez más graves que presenta la crisis argentina obligarán a la Iglesia a asumir un papel protagónico. La propuesta de diálogo presentada por el Gobierno es muy poco, pero mejor que nada, para abrir un proceso de búsqueda de un acuerdo nacional.

 

El jueves 16 el Papa concluirá la visita “ad limina” de más de un centenar de obispos, que llegan en tres tandas al Vaticano. Su discurso rodeado de crecientes expectativas, dará impulso a la disponibilidad inevitable de la Iglesia para enderezar el entuerto, pero fijará las condiciones imprescindibles para que el “diálogo fructífero”, sea “lo más amplio posible y “con agenda consensuada”, como dijo el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea.

El futuro servirá para que el Papa replantee en términos posiblemente dramáticos la “cultura del diálogo” que ha defendido en todos los terrenos y en cada oportunidad en sus seis años de pontificado. Ningún otro Papa como Francisco lo ha llevado tan adelante, hasta convertirlo en una característica de su pontificado de reformas progresistas y aperturas, que enfrenta la conspiración de los grupos más ultraconservadores y tradicionalistas, que sueñan con derrocarlo.

El Papa este lunes en su visita a Bulgaria.

Jorge Bergoglio sabe que es mucho lo que se juega en los próximos tiempos con Argentina, la tierra natal que no ha vuelto a ver desde que lo eligieron obispo de Roma en marzo de 2013. Por la dimensión de su figura y su influencia global, Francisco es el único que puede afrontar a la vez el factor internacional, que será clave para eludir un gran fracaso. 

La amplitud y profundidad de la crisis da razón a la insistencia de la Iglesia de conformar un espacio de diálogo como ocurrió en la crisis de hace casi veinte años, que no se limite a pocas personas o a los partidos políticos sino también los sectores fundamentales de la Nación, como los sindicatos, los empresarios, los organismos sociales y la misma Iglesia, que necesariamente asumirá el papel protagonista de la mediación.

En el orden regional latinoamericano la situación es inquietante. Venezuela es un caso crítico que ha puesto a dura prueba a la Iglesia, con el Vaticano actuando en primera persona.

Los factores internacionales imponen una dimensión y un esfuerzo que solo el Papa argentino puede afrontar en el camino hacia un acuerdo nacional de gobernabilidad que fije los parámetros de una convivencia entre los argentinos. Las ambiciones parecen demasiado grandes, pero no hay otro alternativa a un período más caótico.

El discurso del Papa del jueves 16 ofrecerá las líneas generales, tras las cuales están los contenidos difíciles de la guerra política interna que llaman la grieta, pero comienza a ser algo peor, y de las condiciones internaciones que hacen más difícil la búsqueda de una salida.

Lo que diga Francisco marcará el único rumbo posible del diálogo y el acuerdo, que aparece pletórico de dificultades y barreras. A la vez puede significar que por fin comienzan a gestarse las condiciones para que en 2020 el Papa argentino regrese a su patria.

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