Papa Francisco proclamó nuevo Doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek

Papa Francisco proclamó nuevo Doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek

El Papa Francisco proclamó Doctor de la Iglesia a San Gregorio de Narek al inicio de la Misa en memoria de todos los asesinados a causa de su fe en el genocidio armenio, del que se cumplen ahora cien años.

El Santo armenio es el Doctor de la Iglesia número 36 de la Iglesia Católica.

En la solemne ceremonia, resonaron los cantos armenios de las corales del patriarcado de Beirut (Líbano) y del de Armenia, que contaron con algunos instrumentos típicos.

El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, junto al Postulador de la causa, se dirigieron al Papa Francisco pidiendo la proclamación de San Gregorio Narek como Doctor de la Iglesia Universal.

“Padre Santo, desde los primeros siglos de la era cristiana, el Espíritu Santo ha dado al Oriente numerosas estrellas, es decir, hombres y mujeres santos y sabios que con el ejemplo de su propia vida y con su enseñanza han señalado el camino  al conocimiento de los misterios de Dios y al encuentro con Cristo”.

Sobre San Gregorio de Narek afirmó que “este gran teólogo, místico y poeta, comunicó la experiencia espiritual y eclesial con la vida y la enseñanza dogmática, transmitiendo la teología a través de  la belleza. La profundidad de las ideas teológicas de nuestro Santo, la novedad de su pensamiento y el vigor de su verbo poético fueron siempre apreciados a nivel popular y también por los hombres de la cultura”.

“Su obra penetró poco a poco en todos los campos de la vida religiosa y de la cultura armena: la poesía, la miniatura, la música, la hagiografía, la liturgia y el folclore. Su constante popularidad está unida todavía hoy a su libro de meditaciones y oraciones y fue conocido comúnmente por el pueblo armeno con el nombre de Narek”.

A esto, el Cardenal añadió que “es el texto más venerado y más difundido en Armenia después del Evangelio”.

Los puntos fundamentales que tocó el Santo en su doctrina fueron “el sentido del pecado y del límite del hombre, que es incapaz de hablar de Dios y con Dios sin la mediación de la Palabra encarnada; la reflexión dogmática sobre el misterio de la Santísima Trinidad, de la cual veía una reflexión en el alma humana y sobre todo una analogía con las tres virtudes teologales; y la defensa de la eficacia sobrenatural de los sacramentos y su rol de transmisión y de meditación de la Iglesia, reafirmando la importancia de la gracia divina y de la vida interior, en contraposición a las tendencias heréticas de los Thondrakiani, que pretendían regresar a los orígenes del cristianismo pero renegando de la jerarquía, los sacramentos, la Iglesia y la litúrgica”.

El Santo también trató “la devoción a la Virgen María, la Panaghi, ‘aquella que no es otra cosa que santidad’, la ‘Toda Santa’”.

El Prefecto para las Causas de los Santos aseguró que después de que los diferentes organismos de la curia estudiaron el caso, la Congregación para la Doctrina de la Fe dio su voto afirmativo para proclamarlo Doctor Universal de la Iglesia”.

San Gregorio de Narek nació en Andzevatsik (Armenia) entorno al año 950, en una familia de literatos. Entró joven en el monasterio de Narek (Armenia) en donde existía una célebre escuela de Sagrada Escritura y de patrística.

En el año 1003 escribió su obra más famosa, el  Libro de las Lamentaciones.

La Iglesia le recuerda en el Martirologio Romano el 27 de febrero de esta manera: “En el monasterio de Narek, en Armenia, San Gregorio, monje, doctor de los armenios, insigne por la doctrina, los escritos y la ciencia mística”.

San Gregorio de Narek fue llamado el “San Agustín de los armenios”, no tanto por la cantidad de sus obras sino por el influjo que tuvo entre los fieles.

El nuevo Doctor de la Iglesia nació en una familia de escritores. Su madre murió mientras Gregorio todavía estaba en edad temprana, su padre Khosrov, quien más tarde se convirtió en arzobispo, escribió el más antiguo comentario de la iglesia armenia sobre la Divina Liturgia.

Al morir su esposa, Khosrov confió a Gregorio y a su hermano Juan a su primo Ananías Vartabed, llamado “el filósofo”, abad del monasterio de Narek, fundador de la escuela local y del monasterio del pueblo. En aquella época el monasterio, situado en las orillas del lago Van en Vaspuragán (hoy Turquía) era floreciente en vocaciones y en vida espiritual.

La vida de San Gregorio se sitúa en plena época de la separación de la Iglesia Apostólica Armenia de su fidelidad a Roma, en una época de paz y prosperidad anterior a las terribles invasiones de los turcos y los mongoles. Se trata de unos años en los que la Iglesia armenia experimentó un auténtico renacimiento cultural, al cual contribuyó grandemente el mismo Gregorio.

El monasterio de Narek, hoy deshabitado, fue destruido como comunidad religiosa en el siglo XX, tras el Genocidio Armenio, la deportación forzosa y exterminio de un número indeterminado de civiles armenios, calculado aproximadamente entre un millón y medio y dos millones de personas, por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, desde 1915 hasta 1923.

A la edad de 25 años fue ordenado sacerdote y nombrado formador de los novicios. Su fama de santidad y sabiduría trascendió las paredes de Narek, pasó a los monasterios vecinos y se convirtió sin pretenderlo en reformador de la vida monacal. Elegido abad del monasterio, llevó una vida de ardiente amor por Cristo y María.

Las envidias y la estricta observancia de las normas de vida conventual, le trajeron la enemistad de algunos monjes que abrieron contra él una auténtica persecución; lo llegaron a acusar injustamente de herejía, y aquella campaña terminó con la deposición de sus cargos.

Gregorio fue un distinguido teólogo y uno de los poetas más importantes de la literatura armenia. Entre sus obras se destacan un Comentario sobre el Cantar de los Cantares, muchos panegíricos y una colección de noventa y cinco oraciones en forma poética llamada “Narek”, por el monasterio en el que vivió. Murió alrededor del año 1005 y fue enterrado en el mismo monasterio. Su tumba fue el destino de peregrinaciones hasta la época de las masacres perpetradas por los turcos.

Los últimos doctores de la Iglesia fueron declarados por el Papa Benedicto XVI en octubre de 2012. En aquella ocasión concedió este título a San Juan de Ávila y a Santa Hildegarda de Bingen.

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