Organizada por la ONU, es la primera vez que se celebra; Turquía recibió a 2,7 millones de refugiados sirios y su elección como sede no es casual
El papa Francisco pidió a los fieles acompañar la primera Cumbre Humanitaria Mundial que se celebra desde hoy en Turquía. Lo hizo durante el Angelus en la Plaza San Pedro.
Así manifestó nuevamente su apoyo al encuentro organizado por la ONU, que se celebrará el 23 y 24 de mayo. "Mañana (por hoy) comenzará en Estambul, Turquía, la primera Cumbre Humanitaria Mundial, finalizada a reflexionar sobre las medidas a adoptar para encontrar una solución a las dramáticas situaciones humanitarias causadas por conflictos, problemáticas ambientales y extrema pobreza", agregó.
Francisco lanzó una invitación: "Acompañemos con la oración a los participantes a ese encuentro para que se comprometan plenamente a realizar el objetivo humanitario principal: salvar la vida de cada ser humano, sin excluir a nadie, en particular a los inocentes y a los indefensos".
La "Santa Sede participará en esta cumbre" con el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, destacó el Pontífice.
Los cinco ejes principales del encuentro serán "prevenir y terminar con los conflictos, respetar las reglas de la guerra, no dejar a nadie atrás, trabajar de manera diferente para terminar con las necesidades e invertir en humanidad", según adelanta la página web de la cumbre.
En febrero pasado, al lanzar la iniciativa diplomática, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, explicó que la comunidad internacional debe "mostrar a los millones de personas que viven en países en conflicto -con necesidad crónicas y constante miedo- toda la solidaridad que se merecen y esperan".
Naciones Unidas y las principales organizaciones civiles involucradas en los conflictos del mundo se sumaron de inmediato al llamado de Ban.
Turquía
En este contexto global poco esperanzador, la elección de Turquía como sede no parece casual.
En los últimos años, ese país recibió a más de 2,7 millones de refugiados sirios y desde hace unas semanas se convirtió en el principal aliado de la Unión Europea (UE) para sellar su frontera sur y recibir a los demandantes de asilo que son deportados de manera masiva desde Grecia, el principal puerto de entrada del bloque, a cambio de miles de millones de euros en ayuda y concesiones políticas.
Este acuerdo con la UE provocó el repudio inmediato de la ONU y de las mismas organizaciones humanitarias que el próximo lunes y martes se sentarán a discutir el futuro de los esfuerzos globales humanitarios en Estambul.
En esa ciudad turca se verán las caras jefes de Estado y gobierno, funcionarios de primer nivel, líderes de algunas de las principales organizaciones civiles, analistas internacionales y referentes del mundo humanitario como el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Los organizadores esperan recibir a más de 5.000 personas, en un evento que dominará la ciudad turca durante al menos 48 horas.
La agenda no está predefinida, algo poco común para los eventos organizados por la ONU. Sin embargo, el objetivo es claro: "Crear una plataforma vital para enfrentar los desafíos que pesan sobre el sistema mundial humanitario", según adelanta la página web de la cumbre.
"La Cumbre Mundial Humanitaria será una ocasión para que todas las naciones del mundo y sus líderes actúen en favor de los millones que hacen equilibrio entre la vida y la muerte", propone la ONU en su página web.
Rechazo de Médicos Sin Fronteras
Hace dos semanas uno de los grupos humanitarios más prestigiosos anunció que suspendía su participación. A través de un comunicado, Médicos Sin Fronteras (MSF) explicó que no tenía "ninguna esperanza" de que el encuentro sirviera para mejorar la ayuda a las víctimas de conflictos armados.
"No vemos cómo esta cumbre puede ayudar al sector humanitario a responder a las necesidades masivas" del mundo, sostuvo MSF y recordó los recientes ataques contra sus hospitales en Siria, Yemen y Sudán del Sur, y los bloqueos militares a flujos de refugiados en las fronteras de Turquía y Macedonia.
Asimismo, agregó que no cree que en la cumbre pueda hacer algo para reducir las epidemias como el ébola o la fiebre amarilla en África, o para levantar las "graves restricciones" de algunos países a la entrada de ayuda humanitaria.
"La responsabilidad de los Estados en todas estas situaciones, así como la reducción de la capacidad de respuesta humanitaria (...) serán ignorados", argumentó MSF en una nota inusualmente dura, en la que también recordó sus continuos y fallidos esfuerzos por conseguir que los países no aprueben leyes de patentes que benefician a las grandes farmaceuticas y encarecen los medicamentos más básicos.
Pese a la salida de MSF, el jefe humanitario de Naciones Unidas, Stephen O'Brien, informó recientemente que ya recibió la confirmación de 80 delegaciones nacionales, que incluyen 45 jefes de Estado y gobierno. El diplomático no descartó que la cifra termine siendo superior.
El año pasado, cuando esta cumbre fue pensada y diseñada, el mundo fue testigo de un crecimiento dramático en el número de conflictos armados y una expansión sin precedentes de sus consecuencias humanitarias.
Según cifras de la ONU, en 2015 al menos 125 millones de personas, es decir más de 1,7% de la población mundial, necesitaban ayuda humanitaria urgente.
Además, se llegó al número récord de 60 millones de refugiados y desplazados.
Esta última cifra no sólo sorprende porque supera a la del fin de la Segunda Guerra Mundial, sino porque representa un aumento de casi el doble con respecto a la de 2005.
En total, 37 países se vieron afectados de una manera u otra por esta crisis mundial de refugiados y desplazados y según la ONU, el año pasado se necesitaban al menos 20.000 millones de dólares para enfrentar las necesidades básicas de estas personas.
Además, la crisis mundial de desplazados atrajo la atención de los medios de comunicación porque, por primera vez, más de un millón de estos refugiados llegaron hasta las puertas de Europa y desnudaron las carencias políticas y humanitarias de algunos de los países más ricos del continente y del globo.
Este escenario se profundizó y estas cifras aumentaron en los primeros meses de 2016.
Los principales conflictos armados siguen sin resolverse, cada vez más países prefieren cerrar sus fronteras en vez de mejorar y ampliar sus políticas de asilo, y las ventas internacionales de armas continúan siendo un negocio multimillonario para muchos estados, empresas legales y mafias transnacionales.
Una de las peores noticias que recibió el mundo humanitario en lo que va del año fue el anuncio, hace dos semanas, del gobierno de Kenia del cierre del mayor campo de refugiados del mundo, Dadaab. Según anunciaron las autoridades kenianas, lo hacen por "razones de seguridad nacional".
Allí viven hace años unos 330.000 refugiados, la mayoría somalíes, que en los próximos meses serán enviados a su devastado y violento país o a otros territorios vecinos, donde tampoco gozarán de garantías.
Pese al rechazo unánime del mundo humanitario, los refugiados de Dadaab recibieron el ultimátum de Nairobi y tienen hasta mayo del año próximo para abandonar el campo y el país.
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