¿Por qué el papa Francisco atrae a millones y millones de personas?

¿Por qué el papa Francisco atrae a millones y millones de personas?

Los tres motivos que explican el carisma de Jorge Bergoglio.

Por JESUS COLINA

Este Papa sigue sorprendiendo. Sus actividades y palabras son noticia de los medios informativos durante días enteros. El interés popular es tan grande, que algunos intelectuales hablan de “síndrome Francisco”.

Este Papa no sólo conquista el corazón de los latinos (es el primer Papa hispano), como lo demostró en su viaje a Brasil, o el de la Europa católica (como lo demuestra todos los miércoles la afluencia a sus audiencias romanas), sino que es capaz de impactar en todo el mundo.

¿Por qué el Papa Francisco atrae a millones y millones de personas?

Hay tres elementos que explican el secreto del carisma del Papa Francisco.

1. Vive lo que piensa, piensa lo que dice.

Lo que más detesta hoy la gente de un representante religioso es el así llamado “doble discurso”: predicar una cosa y vivir otra. En el siglo XXI esto es insoportable.

El Papa Francisco atrae en primer lugar porque la gente comprende muy bien en sus gestos, en sus palabras, en el brillo de sus ojos, que este hombre vive lo que piensa y piensa lo que dice.

Sus palabras son sencillas: las puede comprender cualquier persona, sin necesidad de estudios universitarios. Los gestos acompañan sus palabras: cuando predica misericordia, también la muestra.

Y sus actos de gobierno, en particular, la reforma que está imprimiendo a la Curia Romana, reflejan esas convicciones.

De su simbiosis entre lo que piensa, dice y hace surge la libertad interior que manifiesta desde el primer día de su elección como Papa. Esa libertad y autenticidad, hoy día muy raras en los líderes políticos, es quizá el motivo principal por el que conquista tantos corazones.

2. Habla al corazón; no como un político

Desde el inicio, Francisco ha mostrado y demostrado que su servicio como obispo de Roma consiste en tocar el corazón para que las personas puedan descubrir a Dios.

Obviamente el impacto de este Papa no se puede explicar si no se tiene en cuenta que es la máxima autoridad espiritual para más de mil millones bautizados en el seno de la Iglesia católica, la confesión cristiana más numerosa.

Ahora bien, sus palabras no son de defensa de la imagen de la institución de la Iglesia. Al contrario, ha sido él el primero en denunciar los pecados, límites y mediocridades que se dan en la Iglesia católica.

No concibe su papel de Papa como poder, sino como servicio. En ningún momento se presenta como el jefe de Estado del Vaticano, aunque lo sea. De este modo, el Papa está ayudando a la Iglesia a vivir una reforma más importante aún que la reforma de la Curia Romana: la purificación de los corazones de sus pastores y fieles.

3. Una Iglesia madre, no “madrastra”

Juan XXIII, con buen humor, decía que la Iglesia debe ser “madre”, no “madrastra” (obviamente bromeaba con el mal sentido que han dado a esta noble palabra muchos cuentos para niños). Uno de los motivos principales por los que muchas personas en occidente han abandonado la Iglesia es precisamente la actitud altiva de pastores y fieles acostumbrados a juzgar.

Por el contrario, si hay una palabra que podría definir la enseñanza de Francisco es “misericordia”. Misericordia es sinónimo en la religión judeocristiana de las entrañas de Dios. Misericordia es la verdadera dimensión de Dios, que juzga a sus hijos con entrañas de madre.

Esto no significa relativismo, es decir, negar el mal. Una madre advierte al hijo del mal, de los caminos oscuros. El Papa no ha alterado para nada la enseñanza de la Iglesia. Ahora bien, tiene el talento para exponerla con entrañas, haciendo experimentar a las personas tocadas por su palabra la misericordia de Dios. El auténtico motivo de esperanza.

Cuando en la Capilla Sixtina fue elegido como sucesor del apóstol Pedro, su compañero de silla, el cardenal Cláudio Hummes, le pidió que no se olvidara de los pobres. Al tomar el nombre del santo de Asís, Francisco, escribió el programa y el estilo de su pontificado: la pobreza espiritual. Esta pobreza permite descubrir el verdadero rostro de la Iglesia.

Sorprende, y mucho, cómo interpela en las sociedades del siglo XXI, donde el éxito humano y social se confunde con el éxito económico, el testimonio de pobreza de este Papa. En cierto sentido, está permitiendo descubrir tanto dentro como fuera de la Iglesia el sentido profundo de la opción preferencial por los pobres: pobres en el cuerpo y en el espíritu; es decir, quienes viven en “las periferias” de la humanidad. Todos: enfermos, excluidos, abusados, drogadictos…

Estos son, desde mi punto de vista, tres de los motivos que explican el carisma de este Papa. Es posible que usted lo atribuya a otras razones. Puede exponerlas en el recuadro de los comentarios que acompaña a este artículo.

Comentá la nota