"La felicidad no es una app para descargar", les dijo ayer a 120.000 chicos; anteayer se mostró con un iPhone 6 en un videomensaje
Por Elisabetta Piqué
ROMA.- "La felicidad no es una app para descargar en el celular", les dijo ayer a miles de adolescentes Francisco, que, pese a sus 79 años y a haber confesado varias veces que es tecnológicamente "primitivo", demostró que, con tal de comunicarse con los jóvenes, es capaz de aprender su lenguaje.
En un videomensaje que envió anteanoche a 70.000 chicos presentes en el Estadio Olímpico para un recital enmarcado en el Jubileo de los Adolescentes, de hecho, el Papa también utilizó otra metáfora techie.
"Si en tu vida no está Jesús, es como si no hubiera señal: no logramos hablarnos y nos encerramos en nosotros mismos", dijo. "¡Pongámonos siempre donde haya señal!", arengó, mientras, en otro detalle notable, sostenía un iPhone 6, en modo avión, que seguramente le prestó ad hoc, para ese video destinado a los adolescentes, algún colaborador cercano. Jorge Bergoglio nunca tuvo celular siendo arzobispo de Buenos Aires y tampoco tiene ahora; cuando llama desde su residencia de Santa Marta a amigos y familiares, suele hacerlo desde un teléfono fijo, marcando él mismo el número.
"Me pasa a veces que tengo que llamar a algunos amigos y no me puedo comunicar porque no hay señal. Estoy seguro de que también les pasa a ustedes que el celular en algunos lugares no tenga señal", confesó en el mismo videomensaje, sonriendo.
Francisco volvió a apelar a la metáfora tecnológica ayer, en una misa multitudinaria dedicada a los adolescentes, en la Plaza San Pedro.
"La felicidad de ustedes no tiene precio y no se negocia. No es una app que se descarga en el telefonito: ni siquiera la versión más reciente podrá ayudarlos a ser libres y grandes en el amor", dijo. "La libertad es otra cosa", aseguró. Lo escuchaban entonces unos 120.000 jóvenes de entre 13 y 16 años, la mayoría provenientes de toda Italia, pero también del exterior, principalmente de España, Francia y Bélgica.
Varios medios italianos destacaron "la catequesis tecnológica" de Francisco, un pontífice que tiene más de 11 millones de seguidores en su cuenta de Twitter en español -desde la que todo los días envía un mensaje- y que hace poco desembarcó en Instagram.
"El maestro jesuita sabe que, para llegar al corazón, hay que abrir, con método, las puertas de la mente. Si los adolescentes, hoy, dependen del smartphone, ¿por qué demonizarlo? Mejor convertirlo en un aliado, con una metáfora (no hay señal) o con una selfie", escribió Beppe Severgnini en el Corriere della Sera. Este reconocido editorialista también subrayó en un artículo que el Papa no tuvo problemas en sacarse una enésima selfie con Rocco Hunt, un famoso rapero napolitano, y que sorpresivamente apareció en la Plaza San Pedro para confesar, como un cura más, a los jóvenes, sentando en una silla de plástico. Y elogió al papa argentino, "empático y vital", "astuto y sincero", "que explica a Jesús con el iPhone". "Si la Iglesia no tiene el coraje de bajar en el río de la vida de los adolescentes, perderá una generación. Esto Francisco lo ha entendido muy bien. Él tiene señal, él se pone siempre donde la hay", ponderó.
Más allá de recordar que la felicidad no es una app, en su sermón de ayer el Papa pidió a los adolescentes luchar por un amor concreto, no de telenovela. Y recordó que "el amor es el documento de identidad del cristiano", que debe ser reavivado todo el tiempo.
Aconsejó, por otro lado, "querer a las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres". "Siempre existe la tentación de contaminar el afecto con la pretensión instintiva de tomar, de poseer aquello que me gusta. Y también la cultura consumista refuerza esta tendencia", dijo. "Pero cualquier cosa, cuando se exprime demasiado, se desgasta, se estropea; después se queda uno decepcionado, con el vacío adentro", agregó.
Llamó asimismo a desconfiar de quien "los distrae de la verdadera riqueza, que son ustedes, cuando les digan que la vida es linda sólo si se tienen muchas cosas".
En la homilía también aludió al deseo de libertad que suelen experimentar los adolescentes: "Muchos les dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera -recordó-. Pero en esto se necesita saber decir no. Si no sabés decir que no, no sos libre".
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