El Papa: los cristianos del Medio Oriente, víctimas de la guerra mundial en pedazos

El Papa: los cristianos del Medio Oriente, víctimas de la guerra mundial en pedazos

El Pontífice visitó el Pontificio Instituto Oriental y celebró la Misa por su centenario en la Basílica de Santa María Mayor: la guerra y el odio desafían las raíces de la convivencia pacífica

por IACOPO SCARAMUZZI

 

El Pontificio Instituto Oriental fue fundado durante la Primera Guerra Mundial, y ahora, dijo el Papa al conmemorar su centenario, «nosotros vivimos otra guerra mundial, aunque en pedazos», y «vemos a muchos de nuestros hermanos y hermanas cristianas de las Iglesias orientales experimentar persecuciones dramáticas y una diáspora cada vez más inquietante». Una realidad que debe impulsar al Instituto que dirigen los jesuitas para ayudar a los cristianos de las «martirizadas tierras de Oriente» a «reforzar y consolidar la propia fe frente a los tremendos desafíos que deben afrontar» y responder de esta manera a los desafíos que «la guerra y el odio» llevan «a las raíces mismas de la convivencia pacífica». 

 

«Agradecemos hoy al Señor por la fundación de la Congregación para las Iglesias Orientales y del Pontificado Instituto Oriental, por obra del Papa Benedicto XV, que se dio hace cien años, en 1917», dijo el Papa al comenzar la homilía de la misa que celebró en la Basílica de Santa María la Mayor, después de haber visitado brevemente el Instituto. En ese entonces, recordó, arreciaba «la Primera Guerra Mundial; hoy (como he podido decir en otras ocasiones) nosotros vivimos otra guerra mundial, aunque en pedazos. Y vemos a muchos de nuestros hermanos y hermanas cristianos de las Iglesias orientales experimentar persecuciones dramáticas y una diáspora cada vez más inquietante». 

 

Un pensamiento que el Papa retomó también en el mensaje que entregó al cardenal Leonardo Sandri, gran canciller del Instituto y prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, dicterio que tiene competencia territorial sobre Egipto, Eritrea y el norte de Etiopía, Bulgaria, Chipre, Grecia, Irán, Irak, Líbano, Israel y los Territorios Palestinos, Siria, Jordania, Turquía, Georgia y Armenia. «En medio del borrascoso primer conflicto mundial, el Pontífice supo reservar a las Iglesias de Oriente una especial atención», escribió Jorge Mario Bergoglio, colocando además a la nueva institución «en un horizonte que podemos llamar hoy eminentemente ecuménico». 

 

En cuanto a la «“missio” que deberá llevar a cabo este Instituto en el futuro», el Papa subrayó que «los tiempos en los que vivimos y los desafíos que la guerra y el odio llevan a las raíces mismas de la convivencia pacífica en las martirizadas tierras de Oriente, ven al Instituto una vez más, precisamente como hace cien años, en el centro de una encrucijada providencial. Manteniendo intacta la atención y la aplicación en la investigación tradicional, invito a todos a ofrecer a esas Iglesias y a toda la comunidad eclesial la capacidad de escucha de la vida y de reflexión teológica para ayudar a sostener su existencia y su camino. Muchos de los estudiantes y profesores —recordó el Papa argentino— advierten este momento importante de la historia. Este Instituto, gracias a la investigación, a la enseñanza y al testimonio, tiene la tarea de ayudar a estos nuestros hermanos y hermanas para reforzar y consolidar la propia fe frente a los tremendos desafíos que deben afrontar. Está llamado a ser lugar propicio para favorecer la formación de hombres y mujeres, seminaristas, sacerdotes y laicos, capaces de dar razones de la esperanza que los anima y los sostiene y capaces de colaborar con la misión reconciliadora de Cristo». En el mensaje, Francisco exhortó también a los profesores a mantenerse abiertos a todas las Iglesias orientales, entendidas no solo en su configuración antigua, sino también «en la actual difusión y a veces atormentada dispersión geográfica». El Papa subrayó además la «misión ecuménica» que el Instituto debe llevar adelante con las Iglesias orientales no católicas, representada por una «presencia en aumento» de estudiantes. 

 

 

Por otra parte, «constatando que muchos estudiantes de los diferentes colegios orientales de Roma frecuentan Ateneos en los que reciben una formación no siempre plenamente en sintonía con sus tradiciones —afirmó el Papa Francisco—, invito a reflexionar sobre lo que se podría hacer para colmar tal laguna». En el texto entregado al cardenal Sandri, el Papa subrayó que «con la caída de los regímenes totalitarios y de las diferentes dictaduras, que en algunos países desgraciadamente ha creado condiciones favorables para la extensión del terrorismo internacional, los cristianos de las Iglesias orientales están experimentando el drama de las persecuciones y una diáspora cada vez más preocupante. Sobre estas situaciones nadie puede cerrar los ojos». 

 

Francisco basó su homilía en los «por qué» que el que reza dirige al Señor, empezando por las preguntas del profeta Malaquías. «Vemos a los malvados, a los que sin escrúpulos hacen los propios intereses, aplastan a los demás, y parece que a ellos las cosas les salgan bien: obtienen lo que quieren y piensan solo en disfrutar de la vida. De ahí la pregunta: “¿Por qué, Señor?”», dijo el Papa. «Dios no olvida a sus hijos, su memoria es para los justos, para los que sufren, que son oprimidos y se preguntan “¿por qué?”, y, sin embargo, «no dejan de confiar en el Señor». Y después Francisco preguntó a los presentes: «Pero, nuestra oración ¿es verdaderamente así? ¿Nos implica verdaderamente, implica nuestro corazón y nuestra vida? ¿Sabemos llamar al corazón de Dios?».  

 

 

A la Compañía de Jesús, el Papa dirigió, en su mensaje, una «calurosa invitación» a poner en práctica, “con las modificaciones hoy exigidas, cuanto ya en 1928 Pío XI prescribía sobre el Consorcio Gregoriano, destinado a favorecer, además de un notable ahorro en hombres y medios, una mayor unidad de propósitos. Al lado de la “missio” puesta en marcha, respectivamente, por la Universidad Gregoriana y por el Instituto Bíblico, existe la no menos importante del Instituto Oriental. Urge, por tanto, garantizar a esta institución un núcleo estable de formadores Jesuitas, a los cuales otros podrán honorablemente unirse».  

 

También, pro el centenario del Pontificio Instituto Oriental, y a 25 años del Código de los cánones de las Iglesias orientales, se llevó a cabo, desde el lunes pasado y hasta el día de hoy, la sesión plenaria de la Congregación para las Iglesias orientales, en la que participaron todos los patriarcas, arzobispos mayores y metropolitanos «sui iuris» de las Iglesias orientales católicas, a quienes el Papa recibió en el Vaticano. «Después de un breve saludo del Papa», refirió a la Radio Vaticana Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica de Ucrania, «todos los arzobispos mayores y los patriarcas pudieron expresarle al Santo Padre sus consideraciones, hacerse voz de sus pueblos. Obviamente, también yo pude hablar y transmitir algunos mensajes de Ucrania, agradeciendo al Santo Padre porque es verdaderamente un mensajero de paz. Después, al final, cuando el Papa hizo un resumen del encuentro, dijo: “Me sorprende cómo todos ustedes, todas sus Iglesia en este momento sufren las guerras: en el Medio Oriente, pero también en Ucrania. Todos ustedes son pastores del pueblo sufriente”. Y después nos dijo: “Pero, ¿saben quién provoca las guerras, los dolores y la destrucción? Es el diablo”. Y ¿cuál debe ser la respuesta? “La oración y—concluyó— el anuncio de la Palabra de Dios”».  

 

Al final de la Misa de hoy, el cardenal Sandri dijo: «Contemplando esta asamblea litúrgica, vemos, efectivamente, realizarse la afirmación del Papa, hace cien años: “Esta iniciativa demostrará manifiestamente cómo en la Iglesia de Jesucristo (la cual no es ni latina, ni griega, ni eslava, sino católica) no existe ninguna discriminación entre sus hijos y que todos, latinos, griegos, eslavos y de otra nacionalidad, tienen la misma importancia frente a esta Sede apostólica”». 

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