La "nueva misa" en Italia, con barbijo y la comunión en el banco

La

Sería a fines de mayo según la evolución de la epidemia. Las condiciones serán asistir con guantes y barbijo, distancia entre los fieles y el sacerdote que se desplazará hasta ellos para dar la comunión. Sin sauldo de la paz ni agua bendita.

La Conferencia Episcopal Italiana (CEI) y el Gobierno firmaron la paz tras el enfado por no haber permitido las misas y se prevé que se puedan reanudar a finales de mayo con algunas medidas: mascarillas y guantes obligatorios, fieles distanciados y el cura que se moverá entre los bancos para dar la Eucaristía.

Desde el lunes a la mañana, en las parroquias italianas es posible celebrar el funeral con no más de quince personas presentes, y estas celebraciones serán utilizadas como prueba para una posible apertura que no llegará antes de finales de mayo, según apuntan algunos medios de comunicación.

"Expreso mi satisfacción y la de los obispos y, más en general, de la comunidad eclesial por haber llegado a compartir las líneas de un acuerdo que permitirá, en las próximas semanas, basado en la evolución de la curva epidemiológica, reanudar la celebración de las misas", declaró el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Gualtiero Bassetti.

Tras el anuncio del Gobierno de cómo sería la primera fase de la desescalada, los obispos respondieron con un duro comunicado contra el Gobierno de Giuseppe Conte denunciando que se estaba violando la "libertad de culto".

El día siguiente, el Papa Francisco pidió "obediencia" y "prudencia" ante las disposiciones impuestas para salir de la cuarentena "de modo que la pandemia no regrese".

Al final, parece haber ganado la prudencia pedida por el Papa.

En estos días, la CEI y el Gobierno han trabajado en un protocolo para reabrir las iglesias a las misas que se aplicará a finales de mayo, cuando se tengan los datos epidemiológicos sobre cómo ha ido la "fase 2" de la desescalada.

Según el diario "La Repubblica", la nueva normativa de las misas obligará a los fieles que participarán en las celebraciones eucarísticas a usar guantes y mascarilla, y tendrán que sentarse distanciados.

Serán recibidos en la entrada de la iglesia por un feligrés encargado de la seguridad, que se ocupará de distribuir a los fieles.

Inicialmente se pensó que se equiparía a cada iglesia con un termoscaner para detectar la temperatura de los fieles, pero parece que esta hipótesis se consideró no viable.

En el plan, también se espera que la distribución de la Eucaristía sea hecha por el sacerdote que se acercará a cada uno de los fieles, mientras que no habrá intercambio de paz y en la entrada de las iglesias la pila con el agua bendita permanecerá vacía.

Comentá la nota