Mons. Zanchetta alienta a los seminaristas a ser fieles y dóciles a la voluntad de Dios

Mons. Zanchetta alienta a los seminaristas a ser fieles y dóciles a la voluntad de Dios

El obispo de Orán, monseñor Gustavo Zanchetta, presidió una misa en la parroquia San Antonio con la que se dio inicio al ciclo lectivo del seminario diocesano San Juan XXIII. El prelado invitó a los seminaristas a cultivar la fidelidad, el abandono en las manos de Dios y la docilidad, para que el Señor “vaya trabajando esta tierra buena de su juventud”.

El obispo de Orán, monseñor Gustavo Zanchetta, presidió una misa en la parroquia San Antonio de Padua con la que se dio inicio al ciclo lectivo del seminario diocesano San Juan XXIII. El prelado recordó que el seminario no es un fin en sí mismo, sino un instrumento al servicio de su formación inicial junto con las comunidades parroquiales, el presbiterio y sus propias familias de origen. 

Durante la misa, celebrada el sábado 28 de febrero, se recibió a nuevos jóvenes que iniciarán el año preparatorio. Asistieron a la Eucaristía las familias de los seminaristas y otros amigos y fieles de las comunidades a las que pertenecen. 

Monseñor Zanchetta reflexionó sobre el tiempo de Cuaresma. Invitó a ver este tiempo litúrgico como una peregrinación hacia el encuentro de Cristo crucificado, que se hace ofrenda para ganar la Vida verdadera. “La Cuaresma tiene sentido si miramos el horizonte último de nuestra propia Pascua, esto es; revivir en nosotros la pasión de Cristo para morir a nuestro propio pecado y resucitar a la vida de la gracia”, dijo el prelado. 

El celebrante señaló que la Cuaresma llama a cultivar “un vínculo real y no aparente” con Cristo, que debe ser descubierto en la propia historia personal. “Él –agregó- nos ha premiado inmerecidamente con el don de la fe; regalo que conlleva la responsabilidad ineludible de responderle no sólo diciendo “sí, creo”, sino con la consecuente misión que esa fe trae consigo”. 

En otro tramo de su predicación, monseñor Zanchetta invitó a los seminaristas a cultivar la fidelidad, el abandono en las manos de Dios y la docilidad, para que el Señor “vaya trabajando esta tierra buena de su juventud”. 

Comentando la escena evangélica de la Transfiguración, el obispo advirtió la tentación que tuvieron Pedro, Santiago y Juan de querer quedarse allí, y la enseñanza de Jesús: el camino del discípulo es ante todo seguir los pasos del Maestro, que va camino a la Cruz. 

“La Iglesia nos pone frente al desafío de meditar y reflexionar sobre nuestras propias tentaciones. Esas que nos movilizan no precisamente hacia el encuentro con la vida, sino que nos atan a las seducciones del mundo y tantas veces a desandar caminos. Por eso el evangelio nos enfrenta con una palabra siempre nueva, que más de una vez no queremos escuchar. Cristo también hoy nos desafía a tener una mente abierta y un corazón creyente para comprender que nuestro camino tiene que asumir la cruz de la renuncia y el sacrificio como ofrenda de amor”, razonó el obispo. 

Monseñor Zanchetta terminó su homilía alentando a los seminaristas a “dar la vida a favor de este pueblo bueno”.

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