Mons. Ojea: "Aprovechemos esta semana junto a Jesús viviendo su misterio de amor"

Mons. Ojea:

El obispo de San Isidro invitó a pedirle a Jesús que "nuestro corazón no se seque nunca, sino que esté verde como ese olivo testimoniando la fidelidad que debemos tener para el Señor".

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, comenzó su reflexión para el Domingo de Ramos, recordando que “el Señor entra en la última semana de su vida mortal”. 

“El Señor nunca arma una fiesta para sí mismo, Él va a fiestas, va a la casa de Zaqueo, va a comer con los pecadores, va a casa de Simón el leproso, pero Él no organiza fiestas para sí mismo; aquí es el pueblo mismo el que espontáneamente quiere expresarle su gratitud”.

“Tal vez alguno que había sido curado de alguna enfermedad, tal vez el leproso, tal vez el publicano; tanta gente a quien había llegado la compasión de Jesús. Entra en la gran ciudad y para nosotros simboliza: entra en nuestro corazón. Le abrimos las puertas de nuestro corazón para poder celebrar con él esta Semana, este misterio grande de amor”.

El prelado sanisidrense señaló “que, sin embargo, hay un grupito de gente en medio de la algarabía que no está contento; les molestaba que la multitud estuviera feliz; son las personas que matan la alegría, son las personas que adormecen los sueños, que cancelan la compasión, que abominan todo lo que sea vital; para ellos son maleducados”.

“Ellos son los justos, los otros son los pecadores; los hacemos callar. No tienen derecho a expresarse, no tienen derecho a hablar y sin embargo la respuesta de Jesús es: ‘si no gritan éstos gritarían las piedras’. El Señor abre camino a esa legítima espontaneidad del pueblo que se expresa”.

A través de su videomensaje, monseñor Ojea afirmó: “El Señor no se defiende, el Señor hace silencio y entra también en silencio a Jerusalén porque Él conoce que a pesar de los vivas y de los gritos está la fragilidad de su pueblo. Por otro lado, está la maldad de aquellos que se van a aprovechar de esa fragilidad y él no quiere entrar en esa lucha por eso no se defiende y entra en silencio en la Ciudad Santa”.

 

“Esos días será tremendo lo que pasa, porque este mismo pueblo que lo alaba y lo viva al llegar a Jerusalén, será el pueblo que será objeto de esta suerte de operación de prensa que se realiza en esa semana, por la que cambian la figura de Jesús por la que venden como un delincuente. En cinco días, para ese mismo pueblo el Señor Jesús era un delincuente y le pedirán a Pilatos que lo crucifique”.

“Nosotros tenemos que optar; optamos por decirle al Señor ´’hosanna al hijo de David’ como le decía la multitud; optamos por agradecerle, optamos por abrir las puertas nuestro corazón y alfombrarlo para que Él pueda entrar con su humildad y al mismo tiempo como Rey porque le da sentido a nuestra vida, o le gritamos ‘crucifícale’ como la multitud hace el Viernes Santo”.

Por último, monseñor Ojea invitó a pedirle a Jesús “ser fieles y que ese ramo de olivo que llevamos a casa y que hoy está verde y mañana se secará; que nuestro corazón no se seque nunca sino que esté verde como ese olivo testimoniando la fidelidad que debemos tener para el Señor; que aprovechemos esta semana junto a Jesús viviendo su misterio de amor”.

Comentá la nota