Mons. Martínez: "Llamados a edificar la familia humana"

Mons. Martínez:

"Seguimos necesitando que haya jóvenes que escuchen la voz del Señor, sean testigos de sus promesas y decidan con valentía donar su vida a Dios y a sus hermanos", expresó el obispo de Posadas.

 

Monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, recordó que en el cuarto domingo de Pascua, jornada del Buen Pastor, se reza especialmente por las vocaciones sacerdotales, religiosas y de especial consagración.

“Hoy también seguimos necesitando que haya jóvenes que escuchen la voz del Señor, sean testigos de sus promesas y decidan con valentía donar su vida a Dios y a sus hermanos, respondiendo al llamado que Dios les hace a la vida sacerdotal o consagrada”, afirmó.

“Pero también para que todos asumamos con decisión responder al llamado que Dios nos hace en los ámbitos en los que estemos”, agregó.

En este sentido, el prelado posadeño recordó que el papa Francisco titula “Llamados a edificar la familia humana” su carta para la Jornada Mundial de las Vocaciones y cita algunos de sus párrafos.

 

Monseñor Martínez señala que el pontífice hace hincapié en el amplio significado de la “vocación”, en el contexto de una Iglesia sinodal que se pone a la escucha de Dios y del mundo.

“La palabra ‘vocación’ no tiene que entenderse en sentido restrictivo, refiriéndola sólo a aquellos que siguen al Señor en el camino de una consagración particular. Todos estamos llamados a participar en la misión de Cristo de reunir a la humanidad dispersa y reconciliarla con Dios. Más en general, toda persona humana, incluso antes de vivir el encuentro con Cristo y de abrazar la fe cristiana, recibe con el don de la vida una llamada fundamental”, puntualizó citando al Papa.

Y profundizó con otra cita papal: “Por tanto, cuando hablamos de ‘vocación’ no se trata sólo de elegir una u otra forma de vida, de dedicar la propia existencia a un ministerio determinado o de sentirnos atraídos por el carisma de una familia religiosa, de un movimiento o de una comunidad eclesial; se trata de realizar el sueño de Dios, el gran proyecto de la fraternidad que Jesús tenía en el corazón cuando suplicó al Padre: ‘que todos sean uno’”.

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